Se me queja un amigo de que la portentosa Filarmónica de Viena venga a Granada y Sevilla bajo la batuta Lorenzo Viotti. El hijo de Marcelo Viotti no es en absoluto mal director, pero tampoco es una primera figura. "Es que en el actual panorama no hay otra cosa", respondí. Y es verdad.
Luego me puse a pensar y llegué a una triste conclusión. Miren ustedes, por orden alfabético, a qué directores le podía pedir la Filarmónica de Viena un concierto en los años ochenta. Agárrense: Claudio Abbado, Leonard Bernstein, Sir Colin Davis, Christoph von Dohnányi, Carlo María Giulini, Bernard Haitink, Nikolaus Harnoncourt, Carlos Kleiber, Herbert von Karajan, Lorin Maazel, Riccardo Muti, Seiji Ozawa, André Previn, Giuseppe Sinopoli, Sir Georg Solti y Zubin Mehta. ¡Casi nada! Poco más adelante se irían al otro barrio Karajan y Bernstein, pero se incorporarían a la nómina gente como Barenboim y Boulez.
¿Y ahora? Descartados en buena medida Mehta y Barenboim por enfermedad –el de Bombay está previsto para dentro de unos meses, veremos si llega a actuar–, solo queda uno de los verdaderamente grande: Riccardo Muti. Bajando un peldaño están excelentes músicos como Andris Nelson y Gustavo Dudamel. Y pare usted de contar. Esos tres son los verdaderamente importantes –con reparos para el irregular venezolano, capaz de lo mejor y de lo peor– que pueden hoy ponerse al frente de la Wiener Philharmoniker. Descendiendo un escalón más tenemos a muy buenos músicos, pero ya no son los antes citados: aquí estarían los Christian Thielemann, Christoph Eschenbach, Franz Wëlser-Most, Adam Fischer, Yannick Nézet-Séguin, Daniele Gatti, Andrés Orozco-Estrada y, precisamente, Lorenzo Viotti. Al menos este tiene otras virtudes que, dicho sea de paso, el maestro no se corta precisamente a la hora de exhibir: véase la foto adjunta. Se me olvidaba Rattle: es un muy notable director, magnífico en algunos repertorios muy concretos, pero los de Viena hace tiempo que no le llaman.
¿Conclusión? Se acabaron los grandísimos directores. No me extraña que anden a la desesperada promocionando a gente como Klaus Mäkelä o el jovencísimo Tarmo Peltokoski. Y que se busquen, con no menor desesperación, mujeres que estén a la altura. En vano: se acabó lo que se daba. Cuando no estén con nosotros los citados Barenboim, Mehta y Muti, la era de los grandes genios de la batuta se habrá dado por terminada.
16 comentarios:
Bueno, no sé si lo tengo tan claro, o mejor aún, no sé si algunos lo verán tan claro como lo expresas. Con el tiempo, unos directores irán y otros llegarán, y seguramente habrá quienes quieran hacer olvidar a los directores que has citado anteriormente. De hecho, el camino se viene abonando desde hace tiempo, por los cambios en las modas interpretativas. Incluso es probable que, dentro de unos años, alguien afirme que el Beethoven de Barenboim esté directamente “superado”, igual que algunos historicistas dicen hoy sobre el Bach de Karl Richter…, o quienes lo aprecien, dirán que mejor y más intenso era el de Furtwängler y Klemperer, que fue lo que muchos dijeron sobre Barenboim y su primer ciclo Beethoven en los noventa.
De momento, lo que toca es disfrutar de lo que nos puedan dar Barenboim, Muti y compañía. Y después, ya se verá. Lo mismo algunas de las figuras emergentes nos acaban dando sorpresas. Bernstein no dirigía igual en 1959 que en 1989…
Lamentablemente es así. También los berlineses tuvieron que elegir, como titular, a Kirill "el gnomo" Petrenko. Y es que la decadencia llegó a muchos campos de la música como la dirección orquestal, los tenores y barítonos actuales -del repertorio italiano- que no llegan ni a los talones de los gigantes Björling, Corelli, Bergonzi, Del Monaco, Di Stefano (en su mejor momento), Bonisolli, Pavarotti (el de los 60', 70' y 80'), Bastianini, Warren, Taddei, Gobbi y tantos otros que ahora olvido. Sin embargo, no todo es negativo ya que actualmente hay increíbles violinistas, pianistas, violonchelistas, etc.. No podría explicar el por qué de dicho fenómeno individual para con los instrumentistas.
Por otra parte, muchos directores aquí citados son, en parte, culpables del desastre actual. En varias ocasiones, Muti trató de obligar a Pavarotti a cantar sin agudos; sí lo consiguió con Cossutta en 1977 (https://www.youtube.com/watch?v=CYr5u2uuZ0Y). Y el sobrevalorado Karajan "pasteurizó la lírica", según el fallecido barítono Ricardo Ortale, basta con escuchar su AIDA de estudio con Bergonzi y Tebaldi y verificar cómo hace cantar a Bergonzi en ciertos pasajes, bien distante de parecerse a un guerrero egipcio. O en su malograda Turandot, que eligió a Ricciarelli, al empresario y a Hendricks, cuando podía haber elegido a un trío formidable como Marton, Bonisolli (https://www.youtube.com/watch?v=-axlXcewUjg) y Freni.
Hoy un director tira florcitas, hace payasadas, habla con el público, hace chistes en el podio, sopla velitas en el escenario, etc., ¿se imaginan a Furtwängler, Klemperer o Mravinsky hacer cosas semejantes?
Fue una tragedia que, tras la salida de Karajan, los berlineses hayan elegido a Abbado y no a Barenboim.
¿Pasará lo mismo con instrumentistas varios? Por ejemplo: en el piano solo quedan, para mí, geniales actuales Zimerman, Kissin y, por supuesto, Barenboim... Un escalón abajo se encuentran Schiff, Ashkenazy (que tengo entendido se ha retirado casi por completo), Argerich, Uchida, Grimaud, Perianes y algunos otros que se me escapen; pero de estos últimos me temo que la mitad ya están al final de su carrera dada su edad... Y otros que me gustan sin ser absolutamente geniales son Thibaudet, Paik y Sokolov, seguro olvido algun otro. ¿Qué nos queda? ¿Trifonovs? ¿Levits? ¿Buniatishvillis? Se salva si a caso Lang Lang...
Que "malo" que ni cita a mi Kirill!
Supongo que lo ha escuchado en el Digital Hall...nada que ver con el directo que yo estuve ahí el 26 de enero cuando los Berliners con su Dirigent resucitaron el oratorio de Schoenberg Die Jakobsleiter. "Gallina de piel" , como dijo el filósofo culé
Hasta casi le perdoné su tercera de Brahms!
Ah! A Barcelona vienen con Gatti. Ya tengo mi entradita.
Xabier, tiene usted razón en lo que dice, pero mi valoración es fundamentalmente cuantitativa: en el futuro algunos de los grandes nombres actuales tal vez se convertirán en grandísimos, eso no lo podemos saber, pero en estos años veinte del nuevo siglo la cifra de directores de altísimos resultados artísticos es mucho menor de la que había en los años sesenta, setenta y ochenta, incluso noventa.
La valoración podría también ser estética: ¿cuántos de los grandes del siglo XXI poseen la personalidad inconfundible de un Karajan, un Bernstein, un Solti, un Giulini o un Celibidache? Ahora las batutas parecen más bien... ¿estandarizadas? Algo así.
Perdonen los demás lectores que no les conteste ahora. Tengo que irme a comer.
Quien será grande o no lo dirá la evolucion de los gustos orquestales. En los años 50 hasta los 80 la maxima institucion en Bach era Karl Richter. Directores antaño famosos como Stokowski o Weingartner estan ahora en el olvido. Carlos Paita era el "celibidache" de los 70 por la veneracion con la que se le seguia. Y muchos mas ejemplos.
En cuanto a los instrumentistas, sobre todo el piano, hay mucho mito y mucha sobrevaloracion a grabaciones, literalmente, mal tocadas, con errores groseros.
En cuanto a la personalidad, se ha abierto el camino de los instrumentos originales, y no es baladí las recuperaciones de acentos y fraseos, que antaño quedaban cubiertos por el barniz romantico. Hay partido.
La nostalgia y la razón no se llevan bien.
Observador, no sé qué decirle. La "seriedad" en el comportamiento del director en el podio me importa poco. Lo importante son los resultados musicales. Quizá sea verdad que algunos intenten ganarse al público por la vía de la complicidad, pero sospecho que entre los antiguos los había que cultivaban la imagen de director tiránico e irritable precisamente con los mismos fines: impactar en la audiencia. Sospecho que a Toscanini le iba ese rollo, porque en la época eso impresionaba tanto como hoy lo "políticamente correcto".
Lo de los directores sinfónicos y las voces daría para mucho que hablar, y no conozco bien el tema. Pero recuerdo una cosa que me dijo René Kollo en una entrevista: ciertos cantantes podían cantar Wagner perfectamente con Karajan. Con él sí, porque sabía cómo tratarlos. Pero luego intentaron hacer lo mismo con otros directores y se quemaron los instrumentos vocales.
Mireia, no he citado a Kirill Petrenko en la lista porque, que yo sepa, no trabaja con la Filarmónica e Viena. Solo por eso. Por lo demás, mi opinión sigue siendo la misma: posee una de las mejores técnicas de batuta que se hayan conocido, pero como director solo es grande en algunas obras muy concretas, particularmente las del repertorio expresionista. Caso de Schönberg, claro.
Por cierto pasado mañana va a Granada a hacer la Quinta de Bruckner que lleva ahora en una gira. Estuve a punto de sacar entrada, pero no puedo permitirme gastarme un dineral en algo que es dudoso que me guste. Y a tenor de la crítica que hoy mismo le he leído a Javier del Olivo (https://www.plateamagazine.com/criticas/16972-kirill-petrenko-dirige-la-quinta-sinfonia-de-bruckner-en-ravenna-al-frente-de-la-joven-orquesta-gustav-mahler), que pone el concierto absolutamente por las nubes, deduzco que que yo terminaría irritado. Fíjese lo que dice: "Liberó a la composición de cualquier barniz tejido por la “tradición” y buscó la esencia de la música, la alegría, la vivacidad, el anhelo de un mundo mejor, que encierra esta partitura." ¿La Quinta de Bruckner, llena de alegría y vivacidad? SO-CO-RRO.
Vicentín, es cierto que muchos directores han sido revisados y puestos en un lugar distinto a aquel en el que estaban, pero la lista de maestros que trabajaban con la Filarmónica de Viena en los ochenta me parece casi inticable. hay quien discutirá a Harnoncourt, algún otro considerará menor a Previn (no es mi caso), pero los Karajan, Kleiber, Solti, Bernstein y Giulini siguen hoy en lo más alto.
Pablo, tiene usted razón en lo de nostalgia y razón, pero en este caso concreto, sinceramente, creo que la cosa va más allá de la nostalgia. Es que ahora el panorama es pobre. ¿Quién te hace hoy con la Filarmónica de Viena un Beethoven, un Brahms o un Bruckner tan genial, y al mismo tiempo tan personal, como los arriba citados?
La verdad es que comparto totalmente lo que dice Fernando. Cuando nos abandonen Muti, Barenboim, Mehta,...se nos acaba una época por así decirlo. Y lo que hay o viene no mejora lo que hay.
Sin embargo en instrumentistas no lo aprecio igual. La referencia a pianistas también puede valer en cuanto a que se nos irán en breve el propio Barenboim, Argerich, Sokolov, Askenazhy, Leonskaja, Achucarro,... Que iran dejando paso a Zimmerman,Perahia, Schiff, Zacharias, Colom, Ax, Pires. Grimaud, Bronfman.... Y quedarán Perianes, Volodos, Lewis, Paik, y los que tendremos que ver cómo evolucionan Trifonov, Wang, Seong Jon Cho, Lim, .. Pero talento haberlo haylo. No me pasa igual con los maestros.
En respuesta a su pregunta, no creo que el Beethoven que Rattle o Thielemann hicieron en Viena sea "inferior" a los de Barenboim, Klemperer o Furtwangler. Tampoco superior. Como tantas veces, entramos en cuestiones de gustos personales.
A Granada no voy...porque Bruckner, Dios me perdone, se me hace bola.
Pero , mira por donde, ayer compré mi entradita para la Scala ( mi primera vez!) para disfrutar de mi Kirill en su estreno Scaligero con Die Rosenkavalier.
Y a ver si no me despisto y consigo entrada para el Cenáculo...que ya será mi cuarta visita a la capital Lombarda !
VCM, me parece que lleva razón, que la cosa está bastante mejor entre los instrumentistas.
Pablo, a mí me parece que el Beethoven de Rattle o de Thielemann dejan muchísimo que desear frente al de Furt y compañía, qué quiere que le diga.
Mireia, le escuchñe Rosenkavalier a Kirill Petrenko en Múnich. Siempre en mi opinión, primer acto muy notable, segundo espléndido y tercero absolutamente sensacional, sublime. Así que vaya relamiéndose. Disfrute de Milán (en La Scala creo que he estado dos veces), y si no puede ver lo de Leonardo, váyase a ver mi escultura favorita de todos los tiempos, la Piedad Rondanini. O la iglesia de San Ambrosio.
Un inciso a "Observador" el asunto de directores que hacen numeritos no es patrimonio de los tiempos actuales, el mismisimo Bernstein podría ser añadido a lista. Mi padre que lo adoraba cuando solo lo escuchaba, lo aborrecía cuando lo veía, decía que parecía que iba a cavar a la huerta más que a dirigir. A él, claro, le iba más el éxtasis de Karajan. Una anécdota sin mas.
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