En julio de 1972 Daniel Barenboim se encerró en la neogótica Rossyln Hill Chapel de Londres para registrar su primer disco en solitario para Deutsche Grammophon. Tres impresionantes obras juveniles de Johannes Brahms en el programa: Tema y variaciones en Do menor, op. 18, Variaciones sobre un tema de Robert Schumann, op. 9, y Variaciones y fuga sobre un tema de Haendel, op. 24. Los resultados fueron espectaculares, pero el sello amarillo ha estado regateando el contenido al formato digital hasta que ha salido en la caja The Solo recordings.
Lo primero que impresiona es el sonido pianístico del de Buenos Aires, puramente brahmsiano: poderoso, denso y con mucha carne diferenciado –aunque no radicalmente distinto– del que él mismo ofrecía en un Mozart y un Beethoven. Aquí es mucho más evidente que en sus anteriores acercamientos al compositor, las Sonatas para violonchelo con Du Pré y los Conciertos para piano con Barbirolli, seguramente por la mayor calidad de la toma sonora, algo seca pero de gran calidad. No son muchos los pianistas que puedan presumir de semejante propiedad; quizá Emil Gilels sea el más destacado en este sentido, resultando el sonido de Barenboim menos macizo y algo más cálido que el de su inolvidable colega. En cualquier caso, lo importante es cómo interpreta nuestro artista.
En la primera de las obras mencionadas, sorprende en un chico que aún no había cumplido los treinta –los alcanzaría en noviembre de ese año– el asombroso equilibrio que consigue, merced a una tremenda concentración interior, entre pasión y control, entre fuerza dramática y calidez humanística, aun siempre dentro del enfoque severo que le caracterizaba por aquellas fechas. También hay que admirar la gravedad bien entendida y la hondura con que recrea los pentagramas. Y más aún el sentido orgánico del discurso y la concepción eminentemente orquestal de una página que, de manera paradójica, procede de su Sexteto para cuerdas op. 18.
Aunque volvemos a encontrar las características de su interpretación de la op. 18, en las Variaciones Schumann hace su aparición un ingrediente más que en esta página resulta decisivo. Este no es otro que el espíritu schumanniano, su efervescencia, su agilidad y su hasta arrebato; la fusión que la milagrosa partitura consigue entre ambos espíritus está perfectamente captada por el joven pianista, aunque una vez más este no renuncia a una óptica reflexiva y de enorme hondura que no deja espacio para la menor frivolidad, lo que resulta muy de agradecer. Tampoco para la seducción meramente sonora; en este sentido, es posible que en la actualidad, si volviese a la actividad, el maestro se mostrase menos riguroso y accediese a encontrar un compromiso entre la filosofía y la delectación.
Tras un tema expuesto con elegancia y majestuosidad genuinamente haendelianas, Barenboim ofrece una interpretación de la op. 24 de extraordinario rigor arquitectónico y enorme potencia expresiva, no por ello exenta de nobleza y cantabilidad, que pone de relieve el aspecto más visionario de esta partitura: su carácter eminentemente orquestal. Una vez más, su sonido pianístico resulta fundamental en la aproximación. En lo que a la tremenda fuerza física que la partitura requiere, Barenboim anda sobrado.
¿Cómo es posible que este disco, que hace años conoció una fugaz edición de quiosco en España, haya estado “perdido” tanto tiempo?
PS. Un amigo me hace saber que este disco ha estado disponible en un par de cajas gordas. Me he equivocado en esto, pues. Aprovecho para hacer saber que estaré al menos dos semanas sin actualizar del blog. He llegado a tal nivel de estrés por mis exigencias laborales (el Bachillerato Internacional) que necesito un descanso. No encuentro tiempo siquiera para la costumbre de escuchar a diario al menos media hora de música.
2 comentarios:
Curiosamente veo hoy esta entrada, justo cuando sale al mercado el nuevo conjunto de grabaciones de las sinfonías de Schumann por Barenboim, que acabo de comprar en Quobuz. Las estoy escuchando y me parecen magníficas.
Sí, ya las he escuchado todas. Se ha convertido en mi integral favorita.
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