Ya dije algo por aquí sobre el artículo de Justo Romero que llamaba a Domingo, Barenboim y Pollini "momias vivientes". Hoy Gonzalo Alonso le apoya plenamente desde las páginas de La razón –para quienes nos visitan desde fuera de España: diario oficial del principal partido de la derecha–, hasta el punto de aplicar el mismo calificativo de resonancias egipcias a los tres artistas citados. Nada que de extrañarse en quien aspira a ser un Norman Lebrecht en versión ibérica (aquí su artículo).
Lo insólito y maravilloso es que Gonzalo Alonso se revela como un médico genial. Si ya Romero había intuido una conexión entre el repentino ingreso en urgencias de Maurizio Pollini y el hecho de tener el auditorio del Festival de Salzburgo ya repleto de público deseando escucharle la Hammerklavier, el periodista madrileño alcanza ver que el problema cardíaco "posiblemente, estuvo causado por nervios ante un reto inviable". ¡Encima, el diagnóstico lo ha logrado realizar a distancia y sin necesidad de valorar el historial médico del paciente!
En fin, un absoluto desastre Romero y Alonso para el mundo de la crítica musical, al tiempo que una enorme pérdida para el de la medicina. O el de la adivinación, vayan ustedes a saber.
1 comentario:
Bueno, a lo mejor mi comentario está fuera de tono, pero aprovecho y lo digo: estoy hasta el copete de la crítica de aquí, de este cuero podrido que llaman España y que no es más que un feudo plutocrático más de la podredumbre europea. Sobre todos estos cascarrias apolillados de alma y tuberculosos de mente que hablan de Barenboim porque han visto los dos fragmentos que les salen en Youtube. Si buscan un poco mejor, verán un concierto con una obra de Francesconi de diciembre del año pasado: https://www.youtube.com/watch?v=c3j8n1oVIK4
Que se vayan a tomar viento ya. Máxime si publican en un medio grande, porque los diarios ahora no sirven para envolver pescado como antaño, solo sirven para generar malestar a golpe de like y por eso Lopaís saca a diario frases provocativas.
Prefiero cien veces a Pollini, aunque esté borracho y maniatado, a un desgraciado de estos que sale hambriento de un concurso Chopin imitando a Gould y a Sokolov a la vez. Aquí la cuestión no es si Pollini está viejo o no. La cuestión es: por qué coño los jóvenes estos de mierda se teletransportan de concurso en concurso sin ir a tocar en fábricas o son al menos abucheados porque tocan una obra nueva y de interés, como sí hizo Pollini, que para algo deja un legado. Los conservatorios no paran de producir monstruos burocráticos, el criterio para elegir a un director titular es exclusivamente genital y no importan las consecuencias, y las discográficas se centran tanto en Spotify que llevamos décadas sin ciclos sinfónicos aceptables.
Ahora vienen estos cobardes a hacer su trabajo de recogebasuras para que la mafia que les paga reciba algunos likes. Bien, es una dictadura socialrealista con un logo de alguna empresa en lugar de la hoz y el martillo, la pregunta es ¿qué hacer?
Bueno, pues me mojo: el titular de este blog es crítico, otros señores también. ¡Aprovechen la coyuntura! Será algo sórdido y turbio, como vivir dentro de un barril, pero, ¿no es esta la oportunidad? A los mamarrachos de los periódicos no los espera nadie. Enrique Franco ya no está. Arteaga tampoco. Ni muchos otros. Ustedes, los que quedan, ¿qué piensan hacer? Porque yo lo tendría claro: ir hasta el final, morir con las botas puestas y defender el búnker. O son ellos, o somos nosotros, y yo sé bien de qué lado quiero estar. Vuélquense, creen escuela, cojan el testigo que todos ignoran verlo suelto en el suelo. Es el momento.
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