lunes, 6 de septiembre de 2021

Repertorio francés por Barenboim, cosecha del 81

Deutsche Grammohon se ha dignado a publicar, aunque solo en streaming, un disco de Daniel Barenboim y la Orquesta de París interpretando a Berlioz, Dukas y Saint-Säens, lanzado allá en 1981, que en CD nunca había salido tal cual, sino con las diferentes piezas repartidas aquí y allá. Ahora lo vemos con su bonita portada original y con el acoplamiento correcto, aunque a decir verdad las grabaciones son de diversa procedencia: si bien todas se registraron en el Palais de la Mutualité, su fecha de grabación oscila entre 1977 y 1980.

¿Cómo son estas versiones? Alguien pensará que más bien fogosas, como corresponde al temperamento del maestro de Buenos Aires por aquellos años; no del todo paladeadas, en exceso germanizadas en lo sonoro y carentes de ese particular sabor francés que este repertorio necesita. A mi entender, sin embargo, esto es aplicable solamente a la interpretación de la Danza macabra, que aun estando trazada con pinceles finos –y espléndidamente tocada por el violín de Michael Yordanoff– encuentro algo precipitada, ajena a esa morbidez, esa voluptuosidad y esa ensoñación que piden unos pentagramas todo lo vistosos, chispeantes e irónicos que se quiera, pero también llenos de sensualidad y de vuelo lírico.

El resto del disco me parece de todo punto admirable. El carnaval romano –grabación de 1978 no del todo conseguida– está dicho con intensidad y con músculo, ciertamente, pero la Orquesta de París suena a lo que tiene que sonar, no a Filarmónica de Berlín. Ni densidad, ni opulencia. Sí que hay gran claridad y atención al detalle. Otra cosa es que se prefiera una introducción más ensoñada, más atmosférica, más propiamente “francesa”, pero tampoco creo que Barenboim se quede corto ni en elegancia en el fraseo ni en levedad en el tratamiento de las texturas.

La obertura de Beatriz y Benedicto –de 1978– se mueve dentro de parecidos parámetros, combinando nervio con refinamiento y aportando el toque a medio camino entre lo elegante y lo risueño que pide la acción imaginada por Shakespeare. El tratamiento de la orquesta vuleve a ser de gran refinamiento.

La “Marcha húngara” de La condenación de Fausto –también 1978– no es la más brillante ni la más épica posible, pero tampoco se puede decir que sea pesada o retraída. Barenboim, simplemente, la limpia de polvo y paja, se aleja del espectáculo de cara a la galería, le resta aparatosidad y le aporta tanta elegancia como nobleza. Al mismo tiempo, realiza una minuciosísima radiografía sonora: el oyente logra escuchar todas y cada una de las líneas que están ahí escritas. ¡Qué técnica la del maestro!

El arranque de Le delúge –El diluvio, de Saint-Säens–, poderosísimo y dramático, nos trae al Barenboim más genial posible. Luego el maestro continúa más anhelante –incluso doliente– que sensual o contemplativo, pero no por ello carece de ese particular tratamiento mórbido de una cuerda que le suena maravillosamente empastada; muy afilado violín de Alain Moglia.

La “Bacanal” de Sansón y Dalila comienza con un oboe muy anguloso. Prosigue dramática, briosa y con mucha garra, sin por ello dejar de encontrarse admirablemente construida y diseccionada. Habrá quien desee mayor delectación melódica y sensualidad en la sección central, que a Barenboim le suena más anhelante que ensoñada; imposible aquí no acordarse de la inmensa recreación de Bernard Herrmann, ¡aún no en CD! El final de este registro parisino resulta arrebatado y brillante a más no poder, aunque siempre bajo el más férreo control de una batuta que, se diga lo que se diga, ya había alcanzado la madurez.

Tras la ya comentada Danza macabra, el disco se cerraba con El aprendiz de brujo –registro de 1977–. Una lectura personalísima la de Barenboim, basada en una lentitud no exenta de una extraordinaria fuerza, en una absoluta claridad orquestal y en un desarrollado sentido dramático que le hace ser sombría mucho antes que divertida. No es que no haya sentido del humor: es que este es más bien macabro. Solo una versión supera a esta en claridad, en atmósfera y en mala baba: una vez más, Bernard Herrmann.

Se me olvidaba: las tres páginas de Saint-Säens, todas ellas registradas en 1980, las pueden encontrar en soberbio audio de alta resolución acopladas a la Sinfonía con órgano. Si recurren al streaming, escúchenlas ahí y no en este acoplamiento.

3 comentarios:

kapsweiss2016 dijo...

Aprovecho está entrada para tal como han hecho en blog de Angel Carrascosa recomendar la caja de grabaciones del sello Altus con 14 discos de directos de Celibidache y la Orquesta de la ORTF. Incluye algunas cosas como los Pinos de Roma, los Valses nobles de Ravel Beethoven con Michelangeli y Schumann con Argerich (!!!!). Si se puede cuelgo el enlace. Si hay algún problema bórrame el comentario por favor
https://classicalpippo9.blogspot.com/2021/09/sergiu-celibidache-orchestre-national.html?m=1

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

¡No tenía ni idea de la existencia de esta caja! ¡Gracias!

Unknown dijo...

Enredando un poco por internet, el Emperador con Michelangeli y Celi que citaba más arriba, puede ser el mismo concierto de 1974 que se encuentra en imágenes (!!!!!) en youtube :

https://www.youtube.com/watch?v=f2rgfENaK3A

Saludos

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