viernes, 26 de abril de 2019

Mi preocupación es VOX

Es el momento de sacar a este blog del "modo pausa", aunque de manera provisional: todavía tardaré algún tiempo en volver hablar de música.

Allá por el mes de diciembre escribí una entrada titulada "Sobre el ascenso de VOX". Dos lectores mostraron su desacuerdo con mis ideas y expusieron que para ellos el verdadero problema es la presión que sobre España ejerce la extrema izquierda, esgrimiendo para ello un artículo de mi admirado Fernando Savater. No quise contestar en aquel momento. Lo hago ahora, tres días antes de las elecciones generales

En realidad no se trata de una réplica, sino de una constatación: me reafirmo en lo entonces escrito, pongo de manifiesto mi repugnancia ante la actitud mostrada en los debates televisivos por Pablo Casado y Albert Rivera –especialmente detestable este último– y vuelvo a mostrar mi angustia ante el más que probable avance de la extrema derecha de VOX, un partido cada vez más indisimuladamente neofranquista, nacionalcatólico e intolerante que, además, peca de un populismo simplista que hace dudar que las muchas personas que simpatizan por la formación de Santiago Abascal lo hagan desde la razón. Lo hacen, como ocurre en todos los totalitarismos, desde las emociones más primarias, no muy distintas de las que llevan a uno a ser fanático de un determinado equipo de fútbol frente a su mayor rival, o de la Virgen de su barrio frente a la de la barriada de al lado. Los conceptos de Dios, de la "sagrada unidad de España" (¡aprendan un poquito de historia, por favor!), de la patria, de la tradición o sencillamente del "nosotros los primeros" les interesan muchísimo más que la justicia social, la tolerancia, la razonable redistribución de la riqueza, la solidaridad, la concepción del ser humano como mucho más que una pieza en el engranaje económico y, a la postre, la consecución de la felicidad para el mayor número posible de seres humanos.

Al lector de derechas no le digo nada, porque él ya tiene claro que no siente remordimientos a la hora de contribuir al ascenso de la ultraderecha. Al de izquierdas sí que le hago un ruego: que vaya a votar el domingo. Muchísimas gracias.

10 comentarios:

Cristian Muñoz Levill dijo...

Cada ascenso fascista da cuenta de una revolución fallida.

bruckner13 dijo...

El problema es que con la gente fanática no existe posibilidad de razonar, porque para ellos la razón murió y se mueven por creencias. Nunca perdonaré a los independentistas catalanes el haber despertado al nacionalismo español.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

El nacionalismo catalán y el español parten de planteamientos similares: "nosotros" frente a "ellos", la "identidad" (¿qué demonios será tal cosa?) frente a cualquier otro tipo de consideración. Es decir, lo mismo que Trump o el Brexit. En el fondo, estamos hablando del mismo fenómeno global. Y contra él, efectivamente, no valen razonamientos, porque se parte de lo irracional.

bruckner13 dijo...

Pero en realidad el origen de todo este descontento son las políticas neoliberales que se aplican en casi todo el mundo, extrayendo la riqueza de la mayoría para el disfrute de una minoría. La socialdemocracia se implantó en Europa como vacuna contra el totalitarismo, y cuando el neoliberalismo la sustituyó pues ahora vemos las consecuencias.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Efectivamente.

Socialdemocracia y estado del bienestar no surgieron de la bondad de los gobiernos y de las grandes fortunas, como tampoco del esfuerzo -importante- del movimiento sindical. Lo hicieron de la necesidad de evitar que rebrotaran los fascismos y, sobre todo, de frenar al comunismo. El ascenso de una gran parte de la clase baja hasta la clase media garantizaba la estabilidad del sistema capitalista y democrático.

En los años setenta, la crisis del petróleo y la relativa debilidad del mundo sovético, unidas a las propias contradicciones del keynesianismo, pusieron las bases de la irrupción feroz de los movimientos neoliberales a partir de la década siguiente.

Cuando caen los regímenes comunistas europeos, el capitalismo financiero se lanza como un tiburón sobre esas clases medias a las que antes mimaba con cariño, y con la excusa de la crisis de 2008 se permite toda clase de barbaridades que, efectivamente, han hecho rebrotar tanto a la extrema izquierda como a los fascismos. Pero esta vez con una enorme diferencia: mientras los fascismos clásicos en principio surgieron como anticapitalistas -más tarde efectuarían un giro brutal para obtenber la confianza de la poderosa burguesía-, los fascistoides Trump, Abascal y compañía nacen ya abrazados al sistema neoliberal sin el menor complejo. No necesitan venderle a las masas el rollo de la justicia social: les basta con invocar a Dios, a la Patria y al peligro del Islam.

Bruno dijo...

"Al lector de derechas no le digo nada, porque él ya tiene claro que no siente remordimientos a la hora de contribuir al ascenso de la ultraderecha. Al de izquierdas sí que le hago un ruego: que vaya a votar el domingo. Muchísimas gracias."
Me permito indicarle que su párrafo final es poco claro. Parece que sólo considera dos bloques homogéneos . Uno ultraderecha, tal como lo ha redactado. Aunque no es sólo Vox.
El otro la izquierda. lo que hace suponer que considera implícitamente democráticos a los secesionistas catalanes, a los herederos sin arrepentimiento de ETA y a Podemos que trata de subvertir la Constitución por la vía venezolana y comunista de la erosión, tal como se ha definido su fundador hasta que ha empezado a disimular aunque sin renunciar.
Efectivamente el drama es que se están configurando dos bloques. Una barbaridad. Pero no ayudemos a que se consoliden.
Los jóvenes no alcanzan a sentir lo que es una nación sin Constitución.

Nemo dijo...

Pues aquí hay otro artículo de Savater (de hoy):

https://elpais.com/elpais/2019/04/23/opinion/1556031913_962202.html

Nemo dijo...

El Estado del Bienestar se desmorona en Europa no por el neoliberalismo, cuya influencia se ha ido debilitando con los años, sino como consecuencia del mal diseño y gestión del mismo (tributos y servicios públicos), de la corrupción (no solo política), del envejecimiento de la población, de los movimientos migratorios y de la globalización (que no es un invento neoliberal) y sus efectos sobre el empleo y los salarios.

Detrás de cosas como Vox o Podemos hay una parte, no pequeña, de "voto cabreado". Muchos antiguos votantes comunistas franceses votan ahora a Le Pen. Afectados por la crisis de 2008, afectados por la globalización y desengañados con un Estado del Bienestar que les ofrece servicios (de calidad decreciente) pero les exprime a impuestos (esto la clase media), o no les ha sacado de la marginalidad y la exclusión (las clases más desfavorecidas) ni les da esperanza de ello.

Ni la socialdemocracia, ni el conservadurismo liberal (ambos desarrollaron el Estado del Bienestar), ni el comunismo y variantes, ni eso que llaman "neoliberalismo", explican la mayor parte del voto o de los cambios políticos que estamos observando. Son ideologías de minorías, popularmente desprestigiadas además. La mayor parte de los votantes no tienen presente una inclinación ideológica al votar (y cada vez menos). Hoy día no. Votan descreídos, desilusionados, cabreados o asustados.

El problema del nacionalismo catalán y vasco, por otro lado, no es tema menor (ni simétrico a ningún "nacionalismo español", hasta hoy). La erosión que han producido en las instituciones del país y los derechos y libertades de muchas personas durante 40 años es un problema de primer orden. Muchos votantes (pocos de ellos "nacionalistas españoles") consideran ese tema un problema prioritario (en la jerarquía de problemas). Lo relativo al Estado del Bienestar no es un problema específicamente español, por otro lado, y la desafección en todas partes de muchos a los que en teoría beneficia es significativa. En los partidos centrales no ha habido ideas, propuestas de reforma sensatas o preocupación aparente por atajar estos problemas (muy difíciles de tratar, en todo caso). No debería sorprender el voto "de castigo" (antes el castigador era Podemos, ahora parece que Vox). Es un voto contra el "establishment".

Es todo bastante más complicado que una película de malos y buenos o conspiraciones de Cuarto Milenio. Ojalá fuera todo tan fácil como encontrar y señalar a los malos malosos.

Nemo dijo...

Hay que entender las circunstancias de los demás. Un funcionario que recibe su prestación sanitaria en hospitales privados (puede pasarse a la pública, pero no lo hace), y que puede jubilarse con ventajas, ve el Estado del Bienestar de forma diferente a, digamos, un autónomo frito a impuestos que se tiene que buscar la vida todos los días y que cuando va al médico (a la hora y día que le dicen) tiene que aguantar que le den cita para hacerse una prueba diagnóstica dentro de tres meses.

Hay gente que está muy jodida, sin esperanza de salir del hoyo, y el Estado del Bienestar no es una ayuda, sino lo contrario, en muchos casos (malos servicios, escasas políticas asistenciales, impuestos brutales para las clases medias). Las monsergas izquierda-derecha le suenan a engaño y le irritan. Trump, el capitalismo financiero o el sistema neoliberal no tienen nada que ver con sus problemas. Es el resultado de la globalización (las izquierdas la han impulsado con entusiasmo y la defienden hoy, y un tipo como Trump es la reacción a eso) y del deterioro de todo lo público (administración y política), de lo que son responsables por igual también izquierda y derecha tradicionales (digamos PSOE y PP en nuestro caso, para entendernos).

Plantear todo en términos izquierda-derecha conduce a no entender nada, porque ambas son responsables y porque la reacción (extrema) se ofrece con los dos sabores también (en unos países prima uno, en otros prima el otro).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

"Plantear todo en términos izquierda-derecha conduce a no entender nada, porque ambas son responsables y porque la reacción (extrema) se ofrece con los dos sabores también". Estoy de acuerdo, pero ojo que estas elecciones, España 28 de abril de 2019, NECESARIAMENTE están planteadas entre izquierda y derecha, por cuestión de porcentajes: o gana un bloque, o lo hace otro, incluyendo sus corespondientes extremos.

Y a mí Pablo Iglesias, pese a que me parece un señor de tendencias totalitarias, me plantea unas ideas con las que en buena medida comulgo, mientras que el líder de VOX, Santiago Abascal, parece no menos totalitario que el anterior y defiende unas ideas que sencillamente me repugnan. Esta mañana tempreno he tenido la oportunidad de escuchar su discurso de cierre de campaña, en Colón, y no me podido quedar más "tocado". No solo por las cosas que dice, sino también por la profundísima mediocridad intelectual de que hace gala, de la sonrojante simpleza de sus mensajes, de su apelación a conceptos para algunos sagrados, poero que a mí me resultan risibles. Así que me he ido corriendo al colegio electoral. He votado el segundo en mi mesa. Lo he tenido más claro que nunca.

Con esto, doy por cerrado el hilo. Gracias a todos por participar.

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