Con el Concierto para piano nº 27 de Mozart y La Consagración de la
Primavera de Stravinsky se presentaba ayer sábado en el Teatro de la
Maestranza una orquesta de más de un centenar de jóvenes que venían al cincuenta
por ciento de la Orquesta Joven de Andalucía y de la Academia de Estudios
Orquestales de la Fundación Barenboim-Said, organización esta última que ha sido
promotora del evento, responsable de cargar con la mayoría de los costes y
encargada asimismo de contar con la complicidad de la batuta española más
internacional, la de Juanjo Mena, y con el enorme Javier Perianes como solista. Todo ello en un contexto político muy delicado
que intentaré explicar a los lectores no españoles. Después de treinta y seis años gobernando sin interrupción en la comunidad autónoma de Andalucía, el Partido Socialista muy probablemente va a tener que
dejar el poder en manos de una coalición de los dos formaciones de derechas, PP y
Ciudadanos, contando estas con el apoyo de la ultraderecha de VOX. Ya se anuncia una bajada de
la fiscalidad –bajar impuestos es beneficiar a los ricos en detrimento de los
servicios públicos– que llevará aparejada tanto una racionalización del gasto,
algo sin duda necesario, como unos fuertes recortes en esas cosas habitualmente
consideradas “superfluas”. De momento, VOX ha pedido cerrar nada menos que el
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y la Fundación Andaluza de Flamenco –que
por cierto tiene su sede aquí, en Jerez–, demostrando a las claras de qué pie
cojean esos señores.
¿Peligra la Orquesta Joven de Andalucía? No creo que los presuntos nuevos
moradores del Palacio de San Telmo –aún no ha tenido lugar la investidura–
tengan la intención de cometer semejante tropelía. Más me preocupa la
Fundación Barenboim-Said, porque desde el mismo momento de su creación hay toda
una corriente en los medios de comunicación que pretende hacer creer al
lector poco informado que la misma tiene como objetivo “sacar el dinero a los
andaluces” para ofrecérselo a músicos del otro extremo del Mediterráneo, o
incluso que el propio Barenboim “se lo lleve calentito”; todo ello, supuestamente, para una visita al año de la
West-Eastern Divan, al tiempo que –siempre según esas mismas fuentes– las
cantidades invertidas en dicho proyecto conducen a la desatención de los
jóvenes músicos andaluces.
Por eso mismo las referidas voces no solo
procuran ningunear –en la cobertura periodística y en las críticas musicales–
las visitas de la WEDO, sino que además apenas se hacen eco de las numerosas
actividades de la Fundación para los estudiantes de música aquí en
tierras andaluzas, incluyendo talleres a cargo de miembros de la Staatskapelle
de Berlín, de otras grandes orquestas y numerosos profesores de la
Sinfónica de Sevilla; por no hablar de la oportunidad de poner el pie en nuestros escenarios
con programas sinfónicos de gran exigencia, y hacerlo de la mano de batutas de probada
categoría, en este caso la del citado Mena. Podría incluso ocurrir –o no, a lo mejor estoy delirando–que desde
algún medio se omitiera la participación al cincuenta por ciento en el concierto
de ayer de jóvenes de la Barenboim-Said, e incluso se silenciara la iniciativa de la referida
institución en el encuentro, haciéndolo pasar como uno de los conciertos
anuales de la Joven Orquesta de Andalucía previstos inicialmente en el calendario de esta formación. Al fin y al cabo, de lo que se trata
es de hacer creer al personal que la Fundación Barebnboim-Said nada hace y para nada sirve, para
que de esta manera cuando la derecha decida
cargársela, nadie ponga el grito en el cielo. Y nos quedaremos sin talleres, sin
cursos de perfeccionamiento, sin recitales de cámara para espolear a los jóvenes
y sin conciertos como este de ayer mismo.
¿Y cómo sonó la orquesta? A mi entender, de manera formidable en Mozart y
bastante menos en Stravinsky. Y no, no se trata de que el segundo compositor sea
más difícil, porque más bien es lo contrario: en la música del de Salzburgo el
menor desajuste queda al descubierto. Magníficamente conducidos por la batuta
experimentada y rebosante de técnica de Juanjo Mena, los chicos de
Barenboim-Said y de la Orquesta Joven de Andalucía hicieron un enorme trabajo en
lo que a empaste, articulación y fraseo se refiere. La cuerda sonó sedosa, tersa
y con carne suficiente; las maderas sensuales y nada ácidas; el conjunto muy
redondo y sin la menor pesadez, más bien con un punto de ligereza que pidió el maestro de Vitoria. En La Sacre du
Printemps la cosa cambió, porque entre el ingente número de músicos
adicionales con respecto a Mozart había de todo, chavales de enorme nivel y
chavales a los que las muy particulares demandas stravinskianas les venían
grandes. Los metales, concretamente, evidenciaron irregularidades que desde la
batuta no se lograron disimular. Mena tampoco logró que sonaran empastados: por
momentos resultaron muy excesivos, y que conste que sé de qué clase de obra
estamos hablando (aquí va mi antigua
comparativa). Sea como fuere, habida cuenta de la media de edad de los
integrantes de la formación y de que para muchos esta es una de sus primeras
actuaciones sinfónicas ante el público, globalmente no podemos sino aplaudir los
resultados y sentirnos orgullosos de que a la nómina de buenos, excelentes e
incluso sensacionales instrumentistas de nuestra tierra podremos seguir
añadiendo un buen puñado de nombre en el futuro.
Vamos a por la interpretación propiamente dicha, que de eso no hemos hablado.
El Mozart de Mena y Perianes fue el apolíneo por excelencia. Es decir, nada de
densidades “protorrománticas”, de pathos ni de tensiones lacerantes, pero menos
aún de incisividades, de nerviosismo y de claroscuros excesivos de corte más o
menos historicista. Personalmente nunca olvidaré la recreación que en este mismo
escenario hicieron Barenboim
y los de la WEDO en 2015, pero esta opción “clásica” en el mejor de los
sentidos me pareció irreprochable, por la sencilla razón de que el último de los
conciertos pianísticos de Mozart es uno de los más claramente serenos y
luminosos de toda la serie, Mena hizo frasear con amplitud y cantabilidad, pero
también con un grado de ligereza –por momentos
excesiva, para mi gusto–, a una cuerda bien nutrida (¡qué alivio en los
tiempos que corren!) y a unas maderas que supieran no perder protagonismo,
sabiendo aportar elegancia, amabilidad bien entendida, carácter risueño y ese
grado muy especial de melancolía que necesita la música de Mozart. A falta de un
punto extra de amargor, de tensión punzante en los clímax del Larghetto, me
pareció una recreación para quitarse el sombrero, dicho sea con la misma
sinceridad con la que hace unos días escribí que no me convenció en absoluto su Schubert con la Nacional de España.
Sobre Perianes, ¿qué decir a estas alturas? Ya no hay ningún problema
en reconocer al de Nerva como uno de los mejores pianistas del planeta –ninguna
exageración aquí–. En una obra como este KV 595 Javier puede dar rienda suelta
a su interés por la belleza sonora más depurada sin por ello quedarse en la
epidermis. Sí, su recreación fue bellísima en lo puramente sonoro, pero también
de una musicalidad exquisita. Uno no sabe qué admirar más, si la riqueza de la
pulsación, la manera de ligar las notas, la amplitud de las líneas
melódicas, la infinidad de detalles plenos de delicadeza sin asomo de
narcisismo, la capacidad para ser risueño y al mismo tiempo dejar entrever una
fragilidad provocada por la amargura… Por descontado que hay otras
posibilidades, pero el suyo fue un gran Mozart-Mozart, ortodoxo al cien por
cien, irreprochablemente planteado y resuelto de manera inmejorable. De propina,
una Danza del fuego falliana en la que el pianista andaluz pudo hacer
gala de su vena más temperamental.
De Mena esperaba mucho más en La Sacre. Lo que más me gustó de su
recreación fue la claridad con que trató el complejísimo tejido orquestal de la
partitura, volviendo a demostrar que el virtuosismo de su batuta es superlativa.
Lo que menos, la discontinuidad de las tensiones, a todas luces lo más difícil
de conseguir en una página que tiende a sonar como una yuxtaposición de
números aislados; creo que solo en la “danza de la elegida”, quizá por estar el
resto del tiempo muy pendiente de coordinar a los chavales, logró planificar las tensiones de manera convincente. El idioma, por otra
parte, no estoy seguro de que fuera el correcto en todo momento: en algún pasaje
las maderas no sonaban con esa sequedad y esa incisividad propiamente
stravinskianas. Eso sí, nada hubo de precipitaciones, de nerviosismo ni de falta
de concentración: al maestro tenía los pies bien puestos sobre el suelo y sabía
lo que hacía.
De propina se ofreció una Marcha Radetzky extremadamente ruidosa que a
mí no me gustó, pero que hizo al público ponerse en pie de inmediato. La gente se
lo pasó en grande, los chavales superaron con éxito su prueba de fuego y se
ofreció un gran Mozart que demostró que todavía, mal que le pese a algunos, se
puede hacer así este repertorio. Todos contentos. Hoy se repite el
concierto en Almería.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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2 comentarios:
Hola Fernando, yo también estuve en ese concierto celebrado en Almería al día siguiente. Estoy totalmente de acuerdo con tu valoración sobre Perianes y Mena. Su Mozart sonó tan maravilloso, tan aparentemente fácil por parte del pianista (qué dominio del discurso y qué facilidad técnica). En cuanto la segunda parte, la verdad es que yo no conozco bien la obra ( hacía tiempo que no la escuchaba, nunca he llegado a dominarla por entero,tengo la version de Haitink, que es una buena opción, creo). Además es la primera vez que la escuchaba en vivo y disfrute como un enano. Para mi fue impresionante, sí bien es cierto que note ciertos desajustes en algunos instrumentos de viento, eso sí es verdad.
Como propina Perianes interpretó un preludio de Chopin. Genial.
Saludos y feliz año desde Almería.
Carlos Alberto.
Muchísimas gracias, Alberto. Movido por tu intervención, acabo de escribir esto:
http://flvargasmachuca.blogspot.com/2019/01/mozart-como-bohm-y-karajan-si-por-favor.html
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