Algunos de mis amigos melómanos se escandalizan, pero eso es lo que pienso. Comprendo que la articulación les pueda parecer algo rígida y su rítmica en exceso marcada, sobre todo en el coro inicial de la primera cantata. Gardiner, siempre severo y nada dispuesto a concesiones, rehúye en este repertorio del legato. También entiendo que determinados ataques les resulten más secos de la cuenta, y que algún pasaje concreto les parezca en exceso rápido: ahí coincidimos. Pero creo que globalmente la labor del director es maravillosa por su empuje admirablemente controlado, su vitalidad, su luminosidad radiante, su tremendo sentido teatral y, sobre todo, su enorme convicción: esta lectura desprende entusiasmo y comunicatividad por los cuatro costados. También una alegría desbordante, así como un lirismo tierno pero en absoluto almibarado cuando las circunstancias lo exigen.
La orquesta, obviamente de tamaño reducido, es divina. Cierto es que concertino resulta para mi gusto un tanto seca, pero el señor de la trompeta natural es para ponerle un monumento. Sorprendente lo de Marcel Ponseele: si su oboe a veces –solo a veces– me resulta un tanto dulzón cuando toca con Herreweghe, aquí me parece maravilloso. ¡Y qué decir del Coro Monteverdi! No se puede cantar con mayor virtuosismo, ni recibir una dirección más transparente ni expresiva.
Las desigualdades las encontramos en el cuarteto vocal. Sí, cuarteto: aquí el tenor no está desdoblado, con uno para los pasajes evangélicos y otro distinto para las arias, que es lo que ocurría en la citada grabación de Archiv. A quien aquí nos encontramos es a Christoph Genz. Su voz resulta algo blanquecina, se queda corta en el grave y sufre muchísimo en las agilidades de su aria de la tercera cantata (“Ich will nur dir zu Ehren leben”), pero aun así convence por su enorme sensibilidad en los recitativos. Claron McFadden posee un instrumento bonito, antes que carnoso, y canta con enorme corrección sin ir muy allá en lo expresivo. Notable Bernarda Fink, muy musical, aunque se echa de menos la sensualidad de Von Otter en la primera versión del propio Gardiner. Y soberbio Dietrich Henschel, muy viril y llenando el fraseo de intención y sinceridad. Todos ellos se integran por completo en el Monteverdi Choir cuando corresponde.
Dos problemas: no hay subtítulos en castellano –nunca los hubo– y la versión de Euroarts en Blu-ray, que es la que he disfrutado ahora, no se ve mejor que la realizada en dos DVDs por TDK. Distinta sí, pero no mejor. Quizá en esta última edición se haya partido de la edición en un solo DVD de Arthaus, que por lo visto empeoraba la de TDK. La toma sí que es excelente. Con todos los reparos que quieran, no se lo pierdan. Lo tienen gratis y de manera completamente legal en YouTube.
2 comentarios:
Una auténtica delicia, y aunque le siga guardando mucho cariño a la vieja versión de Karl Richter, esta de Gardiner y el Monteverdi es oro molido y lo mejor grabado hasta la fecha.
Una auténtica delicia, y aunque le siga guardando mucho cariño a la vieja versión de Karl Richter, esta de Gardiner y el Monteverdi es oro molido y lo mejor grabado hasta la fecha.
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