Por lo demás, las dos partituras de Haydn reciben lecturas de apreciable claridad, muy animadas, dotadas de sentido teatral y que aciertan en la rusticidad propia del autor, particularmente en los movimientos conclusivos de ambas páginas, en los que brilla con luz propia la enorme agilidad del solista frente a una dirección llena de efervescencia. En contrapartida, resultan poco o nada cálidas, parcas en poesía escasamente interesadas en el contenido humanista que albergan los dos adagios: imposible aquí olvidarse de Rostropovich y, sobre todo, de Du Pré, por muy discutibles que resulten sus abundandísimas vibraciones.
La obra de Monn, al situarse en la transición del barroco al clasicismo, resulta ideal para las maneras de hacer de Queyras y Müllejans: mientras escribo estas líneas escucho a Du Pré con Barbirolli y aquí esos dos enormes artistas, pese a su maravillosa cantabilidad, sí que quedan claramente fuera de estilo. La presente interpretación resulta espléndida a la hora de mirar tanto hacia el pasado como hacia el futuro, está dicha con irreprochable gusto y cuenta además con el concurso del fantástico clavecín de Torsten Johann.
1 comentario:
Es el primer disco que escuché de esta orquesta, para mí entonces desconocida por completo y aún recuerdo mi impresión, un par de movimientos me conmovieron. Es un registro espectacular que no envejece, por lo menos en mi discoteca)
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