domingo, 1 de noviembre de 2015

Otello en Sevilla: muy notable en lo musical, mediocre en la escena

Estoy en un momento de ánimos muy sensibles en cuestiones de valoración musical. Son ya muchas, demasiadas las veces que sufro las ironías de ciertos melómanos por opinar lo que opino: en este caso concreto, por mi defensa de Pedro Halffter como director musical. Conozco además muy bien lo que piensan ciertos articulistas de mí –“crítico de cuarta fila” y “profundo ignorante” me llamó en su momento el autor de aquel bochornoso “manifiesto anti-Halffter”–, he tenido noticias de cómo algunos otros críticos andan emitiendo informes negativos sobre mi persona, y hasta tengo que sufrir que uno en concreto –el que en su momento me vetó en cierto periódico– me vuelva la cara en los pasillos del Maestranza para no tener que saludarme.

La verdad es que si sigo escribiendo reseñas de espectáculos en directo es por mí mismo, para recordar en el futuro lo que me ha parecido cada cosa. El tiempo me ha demostrado que esa y no otra es la gran utilidad de este blog. Así que voy a ello no sin antes rogarles a los posibles lectores que consideren las siguientes líneas como lo que son: las opiniones personales de alguien con unos gustos muy distintos a los del público de esa ciudad, Sevilla, en la que se afirma alegremente que Barenboim  es mucho mejor pianista que director o se consideran anticuados el Mozart y el Beethoven de éste, al tiempo que gente supuestamente informada, incluyendo reputados músicos profesionales, aplauden a rabiar interpretaciones para mi gusto tan irrisorias como la Sinfonía nº 88 de Haydn a cargo del –también para mí, claro– hortera, pretencioso y profundamente mediocre Enrico Onofri. Si usted es de esos, le ruego que no pierda ni un segundo en leer mis escritos, porque absolutamente nada le podrán aportar.

Me gustó la labor de batuta de Pedro Halffter ayer sábado 31 de octubre en Otello. Me gustó bastante, y convencido estoy de que éste ha sido su mejor Verdi hasta la fecha. Obviamente en esta partitura carece de la electricidad de un Toscanini, un Kleiber, un Solti o un Muti en determinados momentos clave; tampoco posee el sentido de la atmósfera, de la cantabilidad y del color del que hizo gala un admirable Zubin Mehta en Valencia hace un par de años; pero el maestro madrileño dirigió concertando muy bien a la Sinfónica de Sevilla que tanto parece detestarle, fraseando con amplitud melódica sin perder el pulso, analizando con detalle la magistral orquestación verdiana, atendiendo a la sensualidad de la música y alcanzando momentos de muy especial inspiración, como una conclusión del segundo acto particularmente opresiva o todo el acto final, trabajado con un refinado lirismo. Únicamente me decepcionó el coro de homenaje a Desdémona en el segundo acto, demasiado rápido y sin mucha magia (tampoco estaban las mandolinas, por cierto). Los presuntos excesos decibélicos que algunos criticaban en los pasillos no los oí en ningún momento: estaré sordo… o algunos andan demasiado afectados por los prejuicios de siempre, esos mismos que con dudosas intenciones se empezaron a difundir cuando nadie aún le había escuchado en la ciudad.

Gregory Kunde estuvo en la misma línea que en Valencia hace dos años en la referida interpretación de Mehta: brillante en el “Exultate”, frío y no muy cómodo en el maravilloso dúo del primer acto y a partir de ahí cada vez mejor hasta culminar de manera vibrante en el en el dúo “Sì, pel ciel marmoreo giuro”. En el último acto muy bien, pero solo eso. Las razones de estas irregularidades son fáciles de explicar: el agudo es brillantísimo pero, habida cuenta de su edad avanzada, en el resto de la tesitura la voz evidencia deterioro y sufre estrangulamientos, desigualdades e insuficiencias varias. En cualquier caso, el saldo es muy positivo: ¿hay hoy un Otello mejor en todo el mundo?

Segunda vez que escucho en directo a Julianna Di Giacomo, después de su Suor Angelica en Madrid. La voz esta vez me ha parecido la de una lírica plena, carnosa, rica en armónicos, de línea voluptuosa y sensual y canto muy sensible; es más profesional que artista auténtica, eso es cierto, y cuando intenta ofrecer detalles belcantistas se evidencian importantes limitaciones técnicas –desafortunado final del “Ave María”–, pero aun así ofreció momentos de gran canto verdiano. Globalmente fue la mejor de cantante de la noche.

Ángel Ódena tuvo como grandes virtudes una voz muy sonora y un apreciable empeño por resultar expresivo y sincero. Su fraseo, eso sí, no es muy pródigo en matices, y aunque tampoco resulta obligatorio enfocar el personaje como lo hacía un Fischer-Dieskau, dentro de su línea “Iago feroz” se han escuchado artistas con de corte más noble, más elocuente y con más claroscuros: me refiero, sin ir más lejos, al malagueño Carlos Álvarez.

Francisco Corujo lució una voz muy bella y una línea impecable como Cassio, al igual que hizo Mireia Pintó en el rolo de Emilia. Tampoco se puede reprochar nada al Roderigo de Manuel de Diego. La orquesta, muy bien aunque lejos de una primera fila. El coro, aceptable tirando a regular: las señoras no anduvieron esta vez muy finas, particularmente en sus decisivas intervenciones en la escena de la embajada de Venecia. Sí que estuvo irreprochable la Escolanía de Los Palacios. En cualquier caso, ha sido este un Otello de nivel musical notable, sin nada con especial brillo pero bastante homogéneo, que funcionó bien en su primera mitad y bastante mejor aún en la segunda. Habida cuenta de las dificultades del título, un incuestionable triunfo para el Maestranza. O casi.

Ese casi se debe, claro está, a la puesta en escena, que venía de los teatros de Palermo y Nápoles bajo la firma de Henning Brockhaus: simplona y convencional en el fondo, pobremente trabajada con los cantantes –casi todos actuaron mal, quizá con la excepción de Corujo–, y en general fea desde el punto de vista plástico, salvando el "telón de fondo" del cuarto acto. Molestó el grupo de máscaras venecianas que con sus monerías sin sentido estropeaban algunas de las escenas claves de la obra, y también lo hizo el añadido de algún que otro elemento conceptual de difícil –o inexistente– interpretación que intentaban darle un barniz moderno a un planteamiento dramático en realidad bastante escaso de buenas ideas. Y claro, una cosa así no se puede hacer con un libreto tan extraordinario como el de Boito: Otello tiene que estar bien dirigido y bien cantado, pero también ha de ser escenificado con un mínimo de carácter teatral y de intensidad expresiva. Nada de eso hubo y la representación quedó coja.

Y ahora, me aparto del blog por una temporada. Volveré para tomar notas sobre la actuación de Andris Nelsons en Madrid.

10 comentarios:

Pablo dijo...

Yo veré este "Otello" la semana que viene y tengo esperanzas en lo tocante al apartado musical. A ver qué me encuentro.

En cuanto a lo escrito en el primer párrafo simplemente diré que hasta la fecha, que yo sepa, no es preciso tener un doctorado para escribir críticas de espectáculos en periódicos o revistas. Más claro aún: como actividad intelectual (y no digamos ya literaria) la crítica musical es un ejercicio carente casi por completo de profundidad, salvo que el crítico trascienda su propio papel y se convierta en investigador, sacando publicaciones especializadas. Pero entonces no está siendo crítico de espectáculos, sino investigador y escritor, que es una actividad separable. Un crítico, por tanto, es (debe ser) un erudito que opina informadamente sobre un espectáculo que ha presenciado. No hay más. Debería preocuparte más que un catedrático en historia del arte desmonte una investigación que hayas realizado sobre el arte medieval en un artículo o recensión a que te considere un paleto un señor que lo que hace es escribir críticas musicales por internet o en los periódicos locales. En todo hay niveles, hombre.

bruckner13 dijo...

Como dice la canción Fernando: 'agua que no has de beber déjala correr'. Qué sigan soltando bilis, si les molestas es porque vales más que ellos. No molesta el que no hace sombra.

Anónimo dijo...

Creo que alguna vez he comentado en este blog que me parece que tú, Ángel Carrascosa Almazán( que me gustaría que escribiera más a menudo en su blog) Pedro González Mira ( que me gustaría que tuviera su propio blog ) y otros críticos de la revista Ritmo( aunque últimamente algunos crìticos de esta revista me están mosqueando) sois los mejores de España con diferencia y los únicos fiables. No sé si estos críticos a los que te refieres son los de la Revista Scherzo( casi todos me parecen lamentables). No te preocupes, basta con leer en este blog, por ejemplo, tus fabulosas comparaciones de versiones discográficas para darse cuenta de tu valía( además tus gustos muiscales coinciden con los mios, no así los politicos , pero a estos efectos es irrelevante).Sigue adelante y no nos dejes solos en este páramo de cultura musical que es España.Gracias y enhorabuena. AMCSánchez.

Bruno dijo...

Ya se sabe que para valorar En busca del tiempo perdido hay que ser capaz de escribirlo. Id. para valorar la arquitectura.
Pero es que el que hace una crítica a la persona la debe fundamentar.

Pablo dijo...

Coincido con lo que se está apuntando. Yo no considero que un crítico sea bueno o malo por coincidir más o menos con mis apreciaciones. No puedo medir toda la realidad con mis propias medidas porque es absurdo, y de hecho, discrepo en muchas de las cosas que escribe Fernando (su nivel de admiración hacia Barenboim o su desdén por ciertas tendencias musicales que considera simplemente decorativas e insustanciales, por poner dos ejemplos) y cualquier otro crítico. Sin embargo, los leo sin ser masoquista ni considerar que hacen mal su trabajo. No entiendo que la discrepancia de opiniones, si está formulada con respeto, pueda dar pie a resentimientos que solo pueden salir entonces de alguien inmaduro. No entiendo, en suma, que el ejercicio de la crítica musical pueda llevar a algunos a considerarse investidos de algún tipo de superioridad sobre otros pobres mortales (¿por ser crítico? Vamos hombre, es que da hasta sonrojo). En mi humilde opinión, un crítico es más un cronista especializado que un enseñante para una masa inculta. Para eso están ya los profesores, los investigadores y los estudios oficiales.

Resumiendo, he de decir que cada vez me agota más leer a críticos que conciben sus escritos como plataforma para exhibir únicamente una erudición pedante. Me refiero a esos que rellenan críticas aportando incesantes datos históricos sobre la composición de turno o refiriendo cuál es su opinión sobre la obra (cosas que tendrían mejor cabida, creo yo, en un artículo especializado que en la crítica de una función) para decir en las últimas lineas dos cositas sobre la representación a la que se ha asistido. Escribo mucho, discurro por lugares comunes, digo poco y la "crítica" la planto en las diez últimas palabras. Y quedo estupendamente, dejando bien palpable el ¿erudito? que soy. En suma, no miento si digo que he leído tesis doctorales de filosofía menos pedantes que alguna crítica musical.

Disculpad el tocho. Me he desahogado...

Trinidad Delgado Ruiz dijo...

No escriba para los críticos "enteraos" que descalifican sin argumentos. Escriba para la gente que tiene una sensibilidad musical similar a la suya , aunque tengan menos formación, y para los que disfrutan leyéndolo. Somos muchos. A esos "eruditos a la violeta" mejor ni escucharlos. Un saludo y regrese pronto a este blog.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias a todos por sus comentarios.

La verdad, solo pretendía desahogarme en un momento de cabreo y al final la cosa ha ido para largo. Quizá no tenía que haber dicho nada sobre estas "cuestiones colaterales". O quizá sí, porque la gota que me hizo colmar el vaso ha sido comprobar una vez más que resulta imposible luchar contra los juicios que parten de ideas preconcebidas. Dos personas distintas, un caballero y una señora a los que conozco desde hace mucho, me comentaron con indignación en los pasillos la presunta exhibición decibélica que hizo la batuta en el primer acto. Una batuta que, desde luego, a ellos les gusta más bien poco. Pero puedo asegurarles que de decibelios nada, y de hecho un par de críticas de las que he leído hablan hablan justamente de lo contrario. Lo que ocurre es que este señor se llama Pedro Halffter, y si se llama Pedro Halffter forzosamente hay que decir que hubo ruido en el foso, que no sabe dirigir, que el Maestranza está peor desde que llegó y que a ver si se marcha ya. Es decir, lo que desde antes incluso de que su nombramiento se hiciera oficial vienen repitiendo una serie de personas que no se quieren bajar del burro por mucho que las realidad les hizo quedar en evidencia desde hace mucho tiempo. Tópicos, prejuicios, minusvaloración de lo que se tiene... En fin, lo mismo de siempre.

Pablo, completamente de acuerdo con tus comentarios. Más nos vale a los que escribimos (a todos, todos) recordar que esto no es más que una mera afición, lo que no quita que haya que practicarla lo mejor posible, por respeto a los músicos y a los posibles lectores.

Por cierto, AMCSánchez, yo valgo mucho menos de lo que dices (si es que se pueden establecer "grados" en esta cosa, volvemos a lo de antes). Aparte de eso, veo que también te has dado cuenta de cómo está la cosa en Ritmo y de lo fácil que le resulta a algunos venderse por un plato de lentejas. Porque lo de Sony Classical canta cosa mala... Otro día contaré por qué he vuelto a dejar la revista, tiene que ver con todo eso.

Saludos.

LaViejaPartitura dijo...


Ignoro los asuntos esos sobre opiniones y polémicas (es que soy un profundo ignorante : ) , pero gracias a tus blog he descubierto a Bela Bartok y he iniciado una busqueda intensiva de las grabaciones que has ido comentando desde hace años. Con la musica soy tenaz y compartir impresiones sobre ella es mi alimento diario. De hecho en un futuro voy a intentar subir mis impresiones de todo lo que vea solo por la riqueza de compartir, que vaya si merece la pena.

(Ahora si he subido el comentario a la entrada correcta ; )

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias, Ricardo, me alegra saber que te he ayudado con Bartók, aunque lo cierto es que no he hablado de él en este blog todo lo que se merece. No dejes de compartir tus impresiones siempre que tengas tiempo, aunque sé por experiencia que es bien difícil. Un saludo.

Bruno dijo...

¡Qué suerte tener la música de Bartok por delante para descubrirla!

El Trío de Tchaikovsky, entre colegas: Capuçon, Soltani y Shani

Si todo ha salido bien, cuando se publique esta entrada seguiré en Budapest y estaré escuchando el Trío con piano op. 50.  Completada en ene...