Como su Cuarta de Mahler me pareció horrorosa –mi opinión enseguida se ganó el desprecio de algunos ilustres críticos–, me quedé sin ganas de saber lo que el señor Philippe Herreweghe hacía con la Quinta Sinfonía de Bruckner. Pero hete aquí que el maestro belga visita el Maestranza el próximo sábado con La pasión según San Juan y que me he comprado entrada para verle –su Bach me parece excelente–, así que he terminado escuchando este registro realizado frente a su Orchestre des Champs-Élysées en febrero de 2008 para Harmonia Mundi. Y no me ha disgustado, esa es la verdad, aunque tampoco me parece que su interpretación sea nada del otro jueves.
Concretando un poco, diré que los dos primeros movimientos me han parecido bastante más que correctos; están planificados con un adecuado equilibrio polifónico y se encuentran fraseados con cantabilidad, elegancia y apreciable aliento espiritual, siempre y cuando se acepte una visión mucho antes lírica que dramática de esta música. El Scherzo ya me gusta bastante menos: no sé si será por las posibilidades de los instrumentos originales y del fraseo historicista o, más bien, por la incapacidad de Herreweghe para inyectar tensión, garra y potencia expresiva, pero lo cierto es que el movimiento suena apagado, incluso mustio. En el Finale hay momentos muy brillantes, incluso la coda final está muy conseguida, pero la batuta no logra levantar el complejísimo edificio de tensiones y distensiones y la discontinuidad se hace manifiesta.
En cualquier caso, hay que agradecer que Herreweghe no caiga en la cursilería del Mahler referido arriba, ni en la tosquedad y el carácter atropellado de su Novena de Beethoven para Harmonia Mundi: aquí todo está muy cuidado y, salvo alguna que otra frase algo más liviana o amaneradilla de la cuenta, no se sacan los pies del plato. La orquesta, por su parte, funciona con mucha corrección y aporta una sonoridad mate que tiene su atractivo, aunque al oboe de Marcel Ponseele lo encuentro algo fuera de lugar.
Muy en resumen, versión globalmente correcta pero un tanto apagada que interesa ante todo para saber cómo suenan en Bruckner los planteamientos históricamente informados. ¿Mis interpretaciones favoritas de la pieza? Unas en todos los sentidos muy distintas a ésta: la de Klemperer con la Filarmónica de Viena (Testament, 1968) y la de Solti con la Sinfónica de Chicago (Decca, 1980).
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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2 comentarios:
Esas dos versiones que referencias están entre mis favoritas, pero yo añadiría alguna más:
1. La de Klemperer de estudio para EMI.
2. La de Knappertsbusch estéreo con Viena, para Decca.
3. La de Horenstein en BBC Legends.
4. La de Celibidache en Tokio.
No conozco la de Klemperer de estudio, pero por la fecha debe de ser muy parecida a la de Viena. Tampoco le he escuchado la obra a Kna ni a Horenstein. Sí a Celi, a Jochum y a Barenboim, que hacen versiones espléndidas, pero me sigo quedando con Solti. Muchas gracias por la aportación.
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