jueves, 13 de junio de 2013

¡Sí se puede! En apoyo de la Orquesta y Coro de la RTVE

Quise estar presente el pasado domingo a las doce y media en el concierto ofrecido por iniciativa de los miembros de la Orquesta Sinfónica y Coro de la Radiotelevisión Española, en la Plaza de Oriente de Madrid, como protesta de los brutales recortes –económicos, pero también en lo que a actividad se refiere– emprendidos contra la misma por el gobierno. Suscribo plenamente el manifiesto emitido por los artistas (enlace), como también, punto por punto, el que leyó el actor Carlos Hipólito al comenzar el acto. Más adelante José Ramón Encinar hizo lo propio con el enviado por el historiador del arte Antonio Bonet Correa en nombre de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En este último se advertía que el apoyo ofrecido por la referida institución en absoluto supone una toma de postura ideológica. Bueno, pues aquí no lo acabo de comprender.


Porque el acto fue marcadamente político. Pero político no frente a una siglas determinadas, sino contra una ideología un tanto escurridiza pero no por ello menos perniciosa: la neoliberal. Esto es, fue un acto en contra de la desinhibición del estado frente a, entre otras cosas, las manifestaciones culturales. “Pública, pública”, coreábamos una y otra vez los asistentes. Dicen los neoliberales que en España sobran orquestas pagadas entre todos. Que no hay dinero para mantenerlas. “Sí se puede”, era otra de las consignas que nos hartamos de repetir. ¡Y desde luego que se puede! Lo que pasa es que nuestro gobierno tiene otras prioridades. No, no sobran orquestas. Lo que sobran son corruptos, banqueros con sueldos millonarios, indultos a quienes han dañado gravemente nuestra economía, políticos sobre-cogedores y muy diversas redes de clientelazgo por las que se nos escapa el dinero público.

Pero las orquestas jamás pueden sobrar, porque su existencia es necesaria para la difusión de algo tan enriquecedor para el ser humano como es la gran música sinfónica que no puede, a través de los cauces habituales del mercado –ese que adoran cual becerro de oro las hordas neoliberales–, alcanzar la debida difusión entre las capas más desfavorecidas. ¿Son conscientes los señores del gobierno de lo decisiva que es la existencia de una orquesta radiotelevisiva para la cultura de un país? ¿Lo son de la excelente labor que hizo esta misma formación en aquellos programas que hace unas cuantas décadas nos pusieron a muchos en contactos por primera vez con lo que era el repertorio sinfónico? ¿Y se dan cuenta de lo imprescindible que resultan para la difusión de las obras que se escriben hoy día? Sí, claro que se dan cuenta. Lo que pasa es que miran a otro lado.

Así lo han hecho, de manera bochornosa, los directivos tanto del PP como del PSOE que a lo largo de estos últimos lustros han venido menguando la presencia de nuestra orquesta (sí, nuestra: la pagamos entre todos) en la programación televisiva, relegándola a las peores horas posibles. ¿Imaginan que, con un poquito de inteligencia y mano izquierda, les dieran más y mejor espacio en la parrilla? Nunca lo harán, porque la gente empezaría a aficionarse a eso de las sinfonías y ya no les funcionaría esa vieja táctica del dejar languidecer para luego, con la excusa de “no es rentable”, practicar la eutanasia. Vamos, lo mismo que están haciendo con la educación y la sanidad estos señores empeñados en profundizar en las desigualdades sociales para que los grandes empresarios y financieros hagan negocio con lo que antes pertenecía a todos.


No corresponde hacer una valoración artística del concierto propiamente dicho, entre otras cosas porque el viento que soplaba en esa desapacible mañana y la deficiente amplificación electrónica del sonido no jugaron a su favor. Interpretaciones, en cualquier caso, en la línea que es de esperar en este tipo de eventos populares. El programa se abría con el inevitable "O Fortuna" de los Carmina Burana de Orff bajo la dirección de José Luis Temes. Todo un morbazo (¿imaginan juntos a Pierre Boulez y Paul Mauriat?) ver a alguien tan comprometido con la música más exigente al lado de quien vino a dirigir las tres siguientes piezas: el mismísimo Luis Cobos, que hacía acto de presencia en calidad de presidente de la Asociación de interpretes y ejecutantes. Al parecer fue él una pieza clave a la hora de materializar el concierto, así que no podemos sino mostrarle nuestro agradecimiento. Ofreció, obviamente en plan Luis Cobos pero sin ritmos electrónicos, la Danza del sable, el Mambo de West Side Story y aquello de "Por ser la Virgen de la Paloma" de la estupenda zarzuela de Bretón.

José Ramón Encinar prolongó el ambiente zarzuelero con el siempre agradecido intermedio de La boda de Luis Alonso. Me pareció muy adecuado subrayar el compromiso de la orquesta con la creación más reciente incluyendo una pieza del aun joven compositor madrileño Hermes Luaces, Drops, que al parecer proviene de su Segunda sinfonía. Pieza de agradable escucha, de corte  minimal/new age, que gustó a los muchos melómanos que nos encontrábamos de pie frente a la carpa montada junto al Palacio Real. Eso sí, hubiera sido adecuado conocer el nombre de la solista vocal, como también de la soprano y el tenor que hicieron respectivamente de Violetta y Alfredo en el brindis de La Traviata que se interpretó a continuación. Encinar cerró su intervención con una vistosa página sinfónico-coral de la banda sonora de Alatriste, de Roque Baños.


Fernando Velázquez nos regaló seguidamente –por cierto, este compositor da la impresión de dominar muy bien la técnica directorial– una conmovedora pieza de su música para la película Lo imposible, para luego ofrecer el tema principal de Memoria de África, que a mí me sonó un poco raro: la orquestación original de John Barry, que incluso los que somos sus fans reconocemos que es un tanto simplona, estaba sustituida por un arreglo de Luis Cobos.


Con el Aleluya de Haendel comenzó la parte más propiamente clásica del concierto, y ahí el numerosísimo público congregado comenzó poco a poco a disminuir, en parte porque la ausencia de asientos hacía la mañana un poco cansada. Una pena, porque el preludio de La Revoltosa fue sensacional: ¡qué manera de cantar las melodías, de jugar con la agógica y de acumular tensiones! El autor del prodigio fue el venezolano Manuel Hernández Silva, maestro al que unos cuantos ignorantes gestores españoles han decidido ningunear, porque se trata de una batuta de primer orden. Esto último quedó bien claro en el "lacrimosa" del Réquiem mozartiano que vino a continuación; interpretación llena de pathos sin ser pesada ni "romántica", que además estuvo muy bien cantada por el coro de la RTVE.

Para ir concluyendo volvió al podio José Luis Temes con las deliciosas Dos rimas infantiles de la madrileña María Rodrigo (1888-1967), una especie de Juegos de niños de Bizet a la española, cerrando el programa oficial con un muy discutible arreglo del cuarto movimiento de la Novena de Beethoven (¡sin solistas vocales!) que bien se podían haber ahorrado, aunque supongo que primaba el simbolismo de acabar con el Himno a la Alegría. El entusiasmo popular era grande, así que las propinas no se hicieron de rogar: Va pensiero por Temes, Dies Irae verdiano por Encinar y de nuevo la pieza de Bernstein con Luis Cobos marcando al público los "Mambo".


En fin, supongo que la extrema chulería del actual gobierno español se pasará esta protesta ciudadana por el mismo sitio por el que se pasa las otras, pero supongo que este concierto habrá servido para que muchos madrileños recuerden que esta orquesta todavía sigue existiendo, que es de todos, que sale por la tele a tempranas horas de la mañana y que por poco dinero la pueden escuchar gran parte del año tocando en el Teatro Monumental. No es poco. Ah, el concierto lo pueden escuchar y descargar en el siguiente enlace.

6 comentarios:

Bruno dijo...

Por descontado que suscribo todo lo que dice sobre la ORTVE en cuanto a que no sobra y a la deficiente, malintencionada y rapaz política de prioridades de los piojos de nuestros políticos. Atesoro el recuerdo de la retransmisión del concierto inaugural y la fortuna de haber asistido a diversos conciertos excepcionales de la misma.
Pero me sigue sonando mal a mi lógica esa frase suya “Pero las orquestas jamás pueden sobrar, porque su existencia es necesaria para la difusión de algo tan enriquecedor para el ser humano como es la gran música sinfónica que no puede, a través de los cauces habituales del mercado –ese que adoran cual becerro de oro las hordas neoliberales–, alcanzar la debida difusión entre las capas más desfavorecidas.”
El mercado es la confluencia de la oferta y la demanda y sirve para establecer precios y equilibrar la producción de bienes y servicios. Ese mercado puede estar afectado por diversos intereses, efectivamente. Lo lógico sería comentar esos intereses que afectan a cada mercado en vez de condenarlo en sí mismo. Porque esa doctrina elimina la capacidad de análisis y otorga una capacidad de arbitrariedad ilimitada a los que están en el poder para manipular a su gusto ese mercado. Justamente el objeto de su protesta.
Ud. mismo señala a continuación una de las causas que hace anómalo el mercado de la música clásica. Hay alguna más.
Y eso es lo significativo, las interferencias al mercado, no que exista el mercado.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Lo siento, no creo en la libre regulación del mercado en lo que a temas culturales se refiere. El otro día estuve en la Feria del Libro de Madrid. ¿Sabe usted cuáles eran, aparte de la de mi admirado Francisco Ibáñez, el de Mortadelo y Filemón, las colas más largas? Pues las de Mercedes Milá y Paz Padilla. Si por el mercado fuera, los alumnos estudiarían en los institutos a Antonio Gala y a Corín Tellado en lugar de a Cervantes o Bécquer.

Anónimo dijo...

¿y que porcentaje de los discos que aquí comentas han sido patrocinados o editados por las administraciones públicas? Y las orquestas estadounidenses ¿ son públicas?. AMCSánchez.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

AMC, el sistema de patronazgo estadounidense es por completo diferente del europeo y, por tanto, no se deben comparar. Aun así, ese me gusta bien poco. No hay más que mirar el olor a naftalina que desprenden las programaciones operísticas norteamericanas. Vamos, que ni el más rancio de los teatros italianos. Y aun así, no se salvan de los problemas financieros (¿recuerda la Orquesta de Cleveland?).

En cuanto a los discos, el repertorio sinfónico tradicional se mantiene bien con las discográficas privadas, pero esto no quita que en más de un momento se deba recibir ayuda pública en los lanzamientos más arriesgados: si no fuera por eso, algunas grabaciones de elevado interés nunca vería la luz. Por repertorio, generalmente, aunque a veces también por interpretación: muchos jóvenes intérpretes han dado sus primeros pasos importantes gracias el dinero de todos.

Además, entiendo que la labor de una orquesta radiotelevisiva va mucho más allá de los cuatros o cinco discos que grabe al año: difundir gratuitamente en medios tan populares como la radio y televisión el gran repertorio y, al mismo tiempo, estrenar obras nuevas. Además de cosas como los conciertos de abono a precios muy económicos (¡la mayoría de la gente no puede pagar las entradas de Ibermúsica!) o de ofrecer programas escolares, entre otras cosas.

Si bajamos la calidad y la cantidad de esta actividad, estamos dañando una parte muy importante de nuestra cultura musical. Eso no le importará mucho a las personas que han tenido la suerte de criarse en una familia con inquietides culturales, de desarrollar por sí mismos la sensibilidad musical y de tener un nivel económico que le permita asistir a eventos caros y comprar muchos discos de los grandes sellos.

Otros pensamos, sin embargo, que entre todos debemos aportar lo que podamos para extender esta cultura "de élite" lo más posible entre la población. Sí, Papá Estado debe procurar lo mejor para sus hijos. Por muy ridículo que suene. Porque Papá estado somos todos, organizados como colectivo para propcurar el bien común. El neoliberalismo no es más que volver a la ley del más fuerte: cada uno a lo suyo, y sálvese el que pueda. En el fondo, una nueva forma de barbarie.

¿Apoya usted, AMCSánchez, estos recortes? Pues yo no.

Bruno dijo...

Gracias por su contestación pero me temo que no me he expresado bien dado el contenido de la misma. Argumento que el mercado no es el culpable sino los factores que condicionan el mercado en cada caso. Es curioso ya que ud. menciona algunos. La política económica, como disciplina económica, trata del análisis de estas circunstancias y de la forma de reconducir algunos hechos económicos a voluntad de la comunidad. Pero una política económica ortodoxa señala que se han de tener presentes las acciones que están forzando el mercado para no dormirse. Porque se debe de analizar las causas de las causas de ese comportamiento y atacar a sus raíces. Y hago mención a que el ataque al mercado libera de responsabilidad al gestor de la política económica porque nunca intentará facilitar los hechos para corregir los defectos raíces. Simplemente, mientras Ud. ataca el mercado, a lo moderno, la serpiente impedirá que la música se difunda más, solidificando los vicios existentes… en aras a la demanda establecida en las masas, por ellos, para engrosar su negocio y su comodidad.
Por lo demás, para demostrar la capacidad de las urracas, buitres y zorros para comernos las tripas y de manipular la citada política económica, en este caso constructiva, le copio en otro mensaje una noticia de la prensa Valenciana que se relaciona con una inquietud que tenía Ud. con Las Arts.
Si tiene un amigo arquitecto se lo enseña. En cualquier caso su opinión sobre la “innovación” va a sufrir una convulsión, y puede que una arcada.

Bruno dijo...

El Consell exime a Calatrava de los desperfectos de Les Arts
Sostiene que se trata de un recubrimiento «innovador» que tiene «comportamientos inesperados»
12.06.13 - 15:40 -
EUROPA PRESS | VALENCIA
El secretario autonómico de turismo y Comercio de la Generalitat, Daniel Marco, ha señalado este miércoles que "no se ha establecido" que los desperfectos que han aparecido en la cubierta del Palau de les Arts sean "una responsabilidad" de Santiago Calatrava, por lo que no emprenderá acciones contra el arquitecto valenciano. Además, ha dicho, las empresas encargadas de la elaboración de esta cubierta "se han ofrecido a reparar los daños voluntariamente".
Marco ha realizado estas declaraciones durante la presentación del programa 'Alojamientos conectados', al ser preguntado por el impacto que los desperfectos en la cubierta de Les Arts pueden tener sobre la 'Marca España' y si se prevé emprender acciones contra su arquitecto, Santiago Calatrava.
En estos momentos, ha dicho, se están haciendo los estudios necesarios para ver el alcance y qué profundidad del problema pero "en ningún caso es un problema estructural. "Es una cubierta innovadora -realizada con cerámica sobre superficie metálica- y tiene comportamientos inesperados, pero es verdad que si no fuera innovadora no generaría la atracción turística genera", ha defendido.
Para Marco, ese "esfuerzo por la innovación es el que lleva a que tenga un mantenimiento más especial pero también una demanda mucho mayor que otro tipo de edificios". Así, la Ciudad de las Artes y las Ciencias es el segundo complejo de ocio más visitado de España, "representa una gran riqueza para la ciudad y ha contribuido de manera muy positiva para la imagen de la Comunitat", ha subrayado.
El hecho de que haya unas "deformaciones" en la cubierta del Palau de les Arts "es un tema puntual", ha incidido, y se están "estudiando responsabilidades pero las empresas responsables de la elaboración de la cubierta se han ofrecido a reparar los daños voluntariamente" y "no cabe pedir responsabilidades a Santiago Calatrava porque tampoco se ha establecido que sea una responsabilidad por su parte", ha argumentado.
En la misma línea, la delegada del Gobierno en la Comunitat, Paula Sánchez de León, ha señalado que el proyecto y estrategia de 'Marca España' que está realizando el Gobierno "no se puede vincular a unas cuestiones puntuales de un edificio, que no deja de ser emblemático en la Comunitat Valenciana".

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