Creo haber dejado claro en este blog que no soy en absoluto incondicional de Gerard Mortier. Por descontado que valoro positivamente muchas de sus ideas y de sus propuestas, pero no son pocas de sus actuaciones las que me parecen conducidas por la soberbia, la pedantería y una molestísima pose de presunto progresismo de cara a la galería. Una de cal y otra de arena ha sido hasta ahora -como con Antonio Moral y con Sagi- la línea que define su programación para el Teatro Real, en cualquier caso con menos polillas ahora que antes, lo que no deja de ser sano.
Dicho esto, quiero lamentarme de la enorme cantidad de basura que la peña anti-Mortier, desde siempre muy activa, está lanzando en los últimos meses. Unos les recriminan decisiones que jamás se les ocurriría echarle en cara a sus amadísimos (¿por qué será?) Helga Schmidt o Giancarlo del Monaco, aunque en ocasiones se comporten de manera similar. Otros magnifican sus errores y minimizan sus aciertos; o confunden estos últimos con los éxitos de taquilla, cuando en realidad un teatro pagado en buena medida con dinero público no debería priorizar (aunque sí tener en muy cuenta) la rentabilidad de la programación, sino la capacidad para ofrecer variedad y descubrir nuevos horizontes al mismo tiempo que se satisfacen los gustos y la demanda ya existentes. Otros, finalmente, lanzan tremendos rebuznos para atacar -muchas veces sin haberlos escuchado- los títulos escogidos por el gestor belga. No hace mucho tropecé con una afirmación verdaderamente asnal: la Historia de la Pintura alcanzó su cénit en el Barroco para corromperse irremediablemente con todos los “ismos”. Todo ello dicho, por descontado, con la chulería de la que en estos últimos tiempos hace gala el pensamiento ferozmente conservador que asola el país.
En fin, por mi parte no puedo más que seguir dando lo mejor que puedo mis clases de Historia del Arte en el Instituto (llegando al final del temario, es decir, explicando la mayoría de los "ismos"), y dejarles a ustedes un par de obras pictóricas que le parecen sensacionales a este pobre licenciado que se dedica al Gótico y el Mudéjar y considera a Velázquez el mejor pintor de todos los tiempos.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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3 comentarios:
Yo creo que el problema es bastante profundo. En España tenemos, según lo veo yo, un doble problema que puede ayudar a entender estas cosas:
Por un lado están los que consideran siempre mejor aquello que conocen (en nuestro caso, los títulos típicos de ópera) y que menosprecian lo que viene de fuera sin conocerlo. Es miedo a lo desconocido y una postura bastante cateta, en mi opinión. Mortier rompe el canon habitual en el que se mueve el melómano medio, y por eso sus programaciones pueden verse poco menos que como una agresión para quienes piensan así, que le culparán hasta de la muerte de Manolete.
La otra postura es la contraria, es decir, la del complejo de inferioridad que está tanto o más extendido por la sociedad. Es el pensamiento como premisa de que somos unos "mataos" y de que las cosas de fuera siempre serán mejores. Pero esto no se hace notar mucho en la ópera, porque al igual que ocurre con la medicina o las leyes, todo el que tiene un cierto contacto con ella parece pretender saberlo todo.
Yo creo que Mortier debe buscar un mayor equilibrio entre lo tradicional y lo moderno, por mucho que le repatee el belcanto y pase del barroco. Si estás en una posición como la suya, debes tener la inteligencia de pretender abarcar el mayor número de espectadores, y no sólo a los que gusten de un género determinado. Si yo tuviera que hacer una temporada reducida de sólo cuatro títulos de ópera metería una barroca o clásica, otra del belcanto italiano decimonónico, una verista o wagneriana y otra que sirva como elemento diferenciador. Y oye, todos contentos.
Reconociendo que Mortier también es un chulo y un provocador, comparto absolutamente cuanto has escrito.
Incluido el Kandinsky.
un abrazo
No se debería decir "asuela" ? perdón por la pedorrez. Comparto el post 110%. Vivo en Madrid y tengo abono en el TR. A veces es bochornoso lo que se oye en el patio de butacas. Es gente que repetiría la misma temporada (Aida, Boheme, Trovatore...) una y otra vez. El verdadero aficionado a la ópera alguien dixit...
Abz
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