Me ha gustado la temporada 2012/13 presentada por el Teatro Real (
enlace). Hay, a mi entender, algunos errores considerables y una tendencia a dejarse llevar por el amiguismo (afición esta última habitual en el noventa por ciento de nuestros gestores culturales), pero en conjunto la propuesta es de calidad y considerablemente atractiva. Como ya comenté en este blog (
enlace), la era Mortier está dejando atrás los titubeos iniciales para presentarse como muy satisfactoria, a lo que hay que sumar un estado de cuentas aún más razonable para estos tiempos de crisis de lo que pensábamos (
enlace). Esto es, quizá, lo que explica que el PP haya decidido respaldar a Gregorio Marañón en su puesto de Presidente del Patronato. Todos contentos, pues, menos ese tipo de público que se considera a sí mismo como Auténtico Aficionado a la Ópera. Conviene quizá definir este perfil para comprender algunas cosas.
El Auténtico Aficionado a la Ópera afirma que la esencia de género es EL CANTO (así, con mayúsculas). Lo importante es el lucimiento de las voces, y mucho antes en el plano técnico que en el expresivo. Las piruetas vocales son lo que le llevan al éxtasis. Concepto interpretativo, dirección musical y propuesta escénica son aspectos secundarios que, si poseen una personalidad específica, lo que hacen es enturbiar los resultados al distraer de lo importante. De la idea de música al servicio del drama que tantísimo valoraron gente como Monteverdi, Gluck, Mozart y Verdi, entre otros, prefiere olvidarse.
El Auténtico Aficionado a la Ópera no desdeña la mayoría de los repertorios ajenos al italiano del siglo XIX. Simplemente se interesa menos por lo que se salga de la línea que va desde Rossini hasta Puccini. El Barroco solo le atrae si las voces son de tamaño grande. Mozart no despierta en él especial entusiasmo, porque su pureza desnuda no satisface su pasión por los fuegos artificiales. Quienes de verdad le vuelven loco son Bellini, Donizetti y el primer Verdi, siempre y cuando en el elenco haya voces capaces de ofrecer las más inverosímiles agilidades. Lo francés sí está hecho para su paladar, preferiblemente cuando la dosis de azúcar es elevada. El repertorio alemán y el de los países eslavos queda muy bien escucharlo para que nadie le acuse de carecer de amplitud de miras. De la Segunda Escuela de Viena en adelante, nada: al igual que la historia de la pintura termina en Monet, eso ni siquiera es música.
El Auténtico Aficionado a la Ópera afirma que la zarzuela es un género interesantísimo, que los mejores títulos zarzuelísticos son comparables a las más preciadas gemas de la ópereta y que en la ópera española hay multitud de tesoros por descubrir. Por descontado, cualquier título de Serrano o Guerrero es más disfrutable que otro de Berg, Prokofiev, Zimmermann, Messiaen, Ligeti o Birtwistle. Al menos Britten tiene un pase. Los teatros españoles deben olvidarse de semejantes repertorios y centrarse en la recuperación de nuestro pasado lírico.
Al Auténtico Aficionado a la Ópera nadie le puede enseñar nada. Él ya sabe todo lo que necesita saber en este momento, y a la hora de explorar nuevos territorios ya se ocupará él mismo de indagar. Quienes pretenden hacerles ver que las cosas no son necesariamente como ellos las quieren ver, o que existen maneras muy diversas de acercarse a la lírica, son unos pedantes engreídos que no solo no aman la música, sino que además han contribuido a sentar las bases de su irremediable destrucción.
El Auténtico Aficionado a la Ópera va al teatro a disfrutar. Después de un día de duro trabajo lo que apetece es relajarse, no que le calienten a uno la cabeza. No merece la pena realizar esfuerzos para explorar nuevos títulos ni para comprender propuestas estéticas distintas a lo tradicional. La música en general y la lírica en particular no están hechas para la reflexión. Ni siquiera para las emociones extremas. El deleite en la belleza formal -del canto, incluso con independencia de la calidad intrínseca de la música- es lo que interesa. En esta misma línea, las producciones escénicas deben ser vistosas y derrochar buen gusto. Lo desagradable debe quedar desterrado.
Ante todo, el Auténtico Aficionado a la Ópera es el único con derecho a decidir quién pertenece a su grupo. Si alguien afirma, por ejemplo, que prefiere mil veces a Wagner que a Donizetti, o que una puesta en escena excepcional le hace disfrutar tanto -en determinados títulos- como un buen ramillete de voces, no es un Auténtico Aficionado a la Ópera. Que la situación inversa casi nunca se produzca (raro es que alguien les niegue a ellos su condición de enamorado del género) les importa bien poco. Ellos son los poseedores de la verdad operística.
Comprenderán ustedes que yo no pueda considerarme a mí mismo un Auténtico Aficionado a la Ópera. Y que hasta me alegre de ello.
19 comentarios:
hombre yo creo que te quedas corto:
el autentico aficionado a la opera tiene en su casa todo Verdi, todo Puccini,sobre todo las producciones como la turandot de Cefirelli,y echale los Bellini y donizeti que esta encantado, pero si le pones el doctor fausto, como pasó en sevilla, sale huyendo en tropel. para él existe la callas, la caballé o la Sills,pero de los tios no quiere saber nada (salvo en la cama claro, porque para que te guste la opera hay que ser muy marica y muy de derechas).Richard Strauss bien que se cachondeó de esa opera de piruetas y giros imposibles a lo jilgero en Capriccio y en Ariadna en naxos,operas por otra parte muy disfrutables por este publico que tiene 7 versiones distintas de Il corsario pero ninguna de la heroica de beethoven.
Lo has clavao, Fernando.
Pues yo soy aficionado a la ópera, no se si auténtico o falso, y me gustan Monteverdi, Purcell, Haendel, Mozart, Rossini, Bellini, Donizetti, von Weber, Giordano, Mascagni, Leoncavallo, Wagner, Puccini, Saint-Saëns, Delibes, Strauss, Berg, Tchaikovsky, Shostakovich, entre otros. Reconozco que para mi el primero es Verdi, aquel que decía 'la parola, regna suprema', para lo que a mi entender es absolutamente necesario que haya voces que se oigan y sepan expresar el texto, con o sin pirotecnias, lo que debe estar al mismo nivel que las direcciones musical y escénica, y no contra ellas o pisadas por ellas. Adoro a muchos cantantes, pero los considero personas e intérpretes, no creadores ni dioses. La zarzuela (y la opereta, y el musical) me entusiasma, pero eso es otro género: no mezclemos churras con merinas.
Servidor lleva muchos años escuchando ópera (y yendo al teatro, que es dónde se aprende todo) y le aseguro que a mi, me chifla Janacek,Borodin,Glinka Prokofief, Verdi, Giordano,Donizetti,Bellini,Wagner,Weber,Messiaen,Ligeti,Sciarrino y Berg.
El auténtico aficionado (actual) de la ópera, afirma que la esencia del género es LA ESCENA (así, con mayúsculas). Lo importante es el concepto escénico y mucho antes en el plano transgresor, que en el coherente y fiel al libretto. El compromiso escénico es lo que lleva al éxtasis. Concepto musical, vocal y el respeto al compositor (y libretista) son aspectos secundarios que si poseen una personalidad específica, lo que hacen es enturbiar los resultados al distraer de lo importante. De la idea de teatro (cantado, por supuesto) que valoró gente como Verdi, Puccini, Donizetti (y cómo no, los barrocos) prefiere olvidarse.
El auténtico aficionado a la ópera (actual) no desdeña la mayoría de los repertorios alejados del siglo XX/XXI. Simplemente se interesa menos (o nada)por lo que sale de la línea que va desde Rossini a Verdi (o similares en fecha). El barroco solo les atrae si las voces son de tamaño ínfimo (como parece que es un requisito). Bellini, Donizetti y el primer Verdi no despiertan en él especial entusiasmo, ya que es una consecución de recitativo+aria+cabaletta, de estilo muy vulgar y chabacano. Quienes de verdad le vuelven loco son Licht, Stockhausen y Nono, siempre y cuando haya un elenco dispuesto a acometer tesituras imposibles, siempre fuera del marco tonal común.
El auténtico aficionado a la ópera (actual)afirma que la zarzuela es un género burdo, popular y barriobajero, que no es digno de entrar en el "amplio" espectro lírico del aficionado (actual). Por descontado, cualquier compositor contemporáneo, es indudablemente mejor a cualquier nota que pudiera salir de la mano de Sorozábal, Guridi o Gatzambide.
Al auténtico aficionado a la ópera (actual), nadie le puede enseñar nada. Él ya sabe todo lo que necesita saber sin haber pisado casi el teatro y fiándose de las siempre interesantes (y manipuladas) retransmisiones radiofónicas o cinematográficas. A la hora de ampliar nuevos horizontes, ya se encargarán ellos mismos de hacerlo (eso sí, nada que tenga que ver con el repertorio del XIX). Quienes pretenden hacerles ver que las cosas no son necesariamente como ellos las quieren ver, o que existen maneras muy diversas de acercarse a la lírica, son unos pedantes engreídos que no solo no aman la música, sino que además han contribuido a sentar las bases de su irremediable destrucción.
El auténtico aficionado a la ópera (actual), va al teatro a disfrutar, independientemente de lo que se ofrezca sobre las tablas. Los cantantes son humanos y en ningún caso se les puede criticar (ni aún con argumentos sólidos), así que ellos prefieren acomodarse en el "conformismo" y aplaudir todo sin el mínimo criterio y seriedad y olvidando que este oficio, como cualquier otro, hay que hacerlo bien. Sobra decir por otra parte, que lo que se ve sobre el escenario ha de ser intelectual y naturalmente, hay que hacer la tesis doctoral para saber lo que quiere transmitir el director de escena de turno, aunque su producción se base en la nada más absoluta. Las producciones clásicas y fieles (dónde un castillo es un castillo), mejor quemarlas.
Ante todo, el Auténtico Aficionado a la Ópera es el único con derecho a decidir quién pertenece a su grupo. Si alguien afirma, por ejemplo, que prefiere mil veces a Donizetti que a Berg, o que una puesta en escena excepcional no le hace disfrutar tanto como unos buenos cantantes, no es un auténtico aficionado a la ópera (actual). Ellos son los poseedores de la verdad operística (actual).
Somos el público mal llamado tradicional (cuando he empezado mi escrito enumerando mis gustos y son más amplios) al que se nos tilda continuamente de paletos, idiotas o peores cosas. Sin embargo parece que al público que va ahora a la ópera, hay que otorgarles el poder. Y así nos va.
Yo sí soy un auténtico aficionado a la ópera y apoyo lo escrito por "Anónimo".
Si despreciamos el canto, que es lo esencia en la ópera, se pongan como se pongan y los que los discuten es que no les gusta verdaderamente el género (no pasa nada, igual que a mí no me entusiasma el sinfónico porque lo que amo es el teatro, la voz, el canto-claro que tengo más versiones que Il Corsaro que la Heroica, porque me interesa mucho más -es como criticar a alguién por haber visto más veces "La madonna de foligno" de Rafael que "El pensador" de Rodin, normal si le gusta más la pintura que la escultura)
Como digo, en ese desprecio al canto, está el germen del panorama vocal actual. ¿Usted sr. Vargas sabe los sacrificios y estudios que supone adquirir una técnica para emitir esas piruetas vocales que uested desprecia? ¿Quién se va a dedicar a ello, si resulta que da igual? si me desmeleno y lloro a moco colgando y me adapto a una producción de esas con arneses, voy a triunfar. Qué estudie Rita la Cantaora.
La Callas plasmaba esa verdad dramática, pero también hacía todas las piruetas porque están escritas y hay que cumplimentarlas. Pero, eso ha estado siempre. La Pasta y La Malobran que estrenaron muchos títulso de belcanto también eran grandes intérpretes, pero para saberlo, hay que leer e interesarse por los orígenes del género, pero claro, para eso hay que amarlo y no ser un catacaldos.
Por tanto, Como bien dice Anonimo, en la opera la dirección escénica y musical son muy importantes, pero para colaborar con los cantantes y no aplastarlos y anularlos, y para ser fiel al espíritu de los autores.
Yo amo toda lá ópera, tengo mis afinidades, como cualquiera, pero tanto disfruto con Norma, como con Salome, La Valquiria, Rigoletto, Tosca, Lady Macbeth de Mtsenk, Peter Grimes, Wozzeck, ROberto Devereux, Cavalleria Rusticana, Adriana Lecouvreur, Jenufa o EL barbero de Sevilla. Y también me gusta la zarzuela y la opereta.
Viajo por todo el mundo para ver óperas de todos los períodos y ya llevo más de 220 títulos distintos vistos en vivo.
Juzgue usted con su particular rasero si soy auténtico aficionado a la ópera o si soy pecador, póngame una penitencia, pero que nos sea comulgar con sus gustos a costa de parecer un aficionado más "culto y chic" como los que le han jaleado.
El Auténtico Aficionado a la Ópera sabe mucho mejor que los cantantes el repertorio que a estos conviene y es apropiado! jajajajaja
Sr. Carl Tunner, que sorpresa verle por aquí defendiendo su concepción de la ópera.
Intento comprender a aquellos para los que la ópera es lo que se compone hoy. Tengo Berg, Ligeti, Messiaen, Stockhausen, Nono y muchos más pero al final lo que se lleva el grueso de mi tiempo de escucha son Mozart, Donizetti, Bellini, Verdi, Puccini, Wagner, Tchaikovsky Strauss. Y es que si le quitamos la pasión, la ópera queda en un frio espectáculo de museo para una minoría esquisita.
Gracias a todos por los comentarios. Ahora estoy de viaje. Espero contestar cuando vuelva a casa. Saludos.
Creo que más que plantear quiénes están, o estamos, en posesión del título de "auténtico aficionado" a la ópera deberíamos discutir qué espectáculo merece llevar ese otro título, tan difícil de lograr, de "auténtico espectáculo" operístico.
Yo, personalmente, solo me siento un auténtico aficionado cuando lo que estoy presenciando consigue conmoverme de verdad: ya sea un montaje vanguardista o tradicional; ya sea Verdi, Mozart, Bellini o Berg.
Como diría el maestro Woody Allen: "si la cosa funciona"
Sin embargo no puedo dejar de suscribir gran parte de lo expresado por Arian en su comentario. Tendrás que reconocer, Fernando, que como réplica no deja de tener su gracia... y su gran parte de razón.
De lo dicho por Franca en el suyo solo diré que me parece totalmente fuera de lugar y que nunca había leído tanta cantidad de tópicos tan disparatados y ofensivos a un mismo tiempo. Y eso de las versiones de la Heroica... por favor, no caigamos en la pedantería.
Se trata una vez más de etiquetar. El deporte nacional: Los míos contra los otros (Ahora viene eso de qué que poco sentido dl humor tengo). Es lo de siempre listos contra tontos. Un ejemplo, la Duval que escribió en primer lugar. Que la gente oiga lo que le dé la real gana. Bastante jodido es este mundo para que me vengan con otra etiqueta más.
PD: me pirra Strauss
Se trata una vez más de etiquetar. El deporte nacional: Los míos contra los otros (Ahora viene eso de qué que poco sentido dl humor tengo). Es lo de siempre listos contra tontos. Un ejemplo, la Duval que escribió en primer lugar. Que la gente oiga lo que le dé la real gana. Bastante jodido es este mundo para que me vengan con otra etiqueta más.
PD: me pirra Strauss
¡Hola a todos!
Se presenta ante ustedes un intruso. Quiero decir que, aunque aficionado desde hace muchos años a la música clásica, la ópera no se encuentra entre mis preferencias. ¡Qué le vamos a hacer, nadie es perfecto!
Supongo que cada uno tenemos nuestros gustos personales y que todos son respetables ¿no?
Bien, si escribo esto es porque hay algo que no acabo de pillar.
He leído el texto de Fernando y lo suscribiría al 99%. Conozco mucha, muchísima gente que responde fidedignamente a la descripción que allí se nos ofrece.
Entiendo también que no todos los aficionados a la ópera se encuentren dibujados en dicho perfil. Ni mucho menos. Bueno, pues que no se den por aludidos. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué este debate?
Sospecho que quizá me estoy perdiendo algo por no saber leer entre líneas, por lo que agradecería que alguien me lo explicara.
Cordiales saludos.
Juan Zaragoza.
Pues a mi toda esa tesis me recuerda a la idea de la Iglesia de que hay que practicar sexo sólo para procrear, no para disfrutar.
Para ser un buen aficionado a la ópera no te tienen que gustar todos los géneros. Otra cosa es que el responsable de una Ópera tenga que hacer una programación equilibrada para gustar al mayor número de aficionados. Mis compositores favoritos en ópera: Mozart, Puccini y R. Strauss. Y no soporto la Zarzuela. xD
"Ante todo, el Auténtico Aficionado a la Ópera es el único con derecho a decidir quién pertenece a su grupo. (...) Ellos son los poseedores de la verdad operística."
Quizás le he malinterpretado, D. Fernando, pero tengo la impresión de que ha caído Vd. en el defecto que pretendía criticar. De no ser así, ¿cuál era el propósito de su artículo?
Ante todo, gracias de nuevo a todo el mundo por su participación. Sinceramente no lo esperaba: se ve que el tema da para mucho y que -por fortuna- la ópera sigue despertando pasiones.
Comienzo contestando la última intervención, y de paso quedan aclaradas otras cuestiones. César: claro que no voy a caer en el defecto que critico. Pero ojo, lo que estoy aquí criticando no son los gustos de una buena cantidad de melómanos, sino la circunstancia de tener que aguantar constantemente que ellos afirmen que esos gustos son los que DE VERDAD definen a un amante del género.
La ópera es una fusión de muchas cosas (voz, orquesta, poesía, drama, escenografía...) y ha ofrecido fórmulas que han ido cambiando de manera sustancial con el paso del tiempo. ¿Con la voz humana como núcleo de todo? No necesariamente: digamos que al menos lo ha hecho como hilo conductor. En cualquier caso tengo claro que es un género que permite un acercamiento muy plural. Un gestor debe intentar cionvencernos de sus propias ideas sobre ello, al igual que cada uno de los aficionados tiene derecho a defender las suyas propias. Lo que critico, insisto, en que se diga que lo uno es afición "de verdad" y lo otro no. Y da la casualidad de que los que así se comportan responden precisamenet al perfil que he querido definir en la entrada.
(Continúa...)
(... viene de arriba).
Franca Duval: cada día estás más folcloloca con sus nicks, querida. Me gustaba más el de "Curra de Utrera", aunque este no está mal. Y no seas tan bestia, que aquí la gente va en serio, ¿no ves? ;-)
Titus: gracias.
Anónimo I: más o menos de acuerdo, aunque a mí la zarzuela, quitando Barberillo, Francisquita y alguna otra, jamás me ha apasionado (¿se nota?). Por descontado que para mí también la parola es la reina suprema: ¿por qué te crees que Verdi fue evolucionando de semejante manera? Fue quitando poco a poco "artificio" para quedarse con lo esencial. ¿Hay mucha música por ahí tan genial como el cuarto acto de Otello o, por concretar más aún, el díptico Sauce/Ave María? O todo Falstaff.
Arian: el negativo de mi entrada ya me lo veía venir, ya. Pero no se espere usted que me identifique con semejante perfil, porque mis operistas favoritos son Verdi y Wagner (y Puccini, si se me permite), la ópera de las que más grabaciones he escuchado es El barbero de Sevilla y detesto a los directores que buscan la provocación (tipo Bieito, Konwitchny o Neuenfels). Confieso, eso sí, que Donizetti cada día me resulta más soporífero y que cuando Verdi me apasiona es cuando logra despegarse de él (aunque sin su influencia no hubiera hecho nada, eso está claro). Pero esto son gustos personales, no verdades universales. ¿Me explico?
(continúa...)
(viene de arriba)
Tunner, más o menos de acuerdo con lo que dice. No voy a negar que hoy se tiende a despreciar el canto para potenciar lo visual: ¿era de esperar otra cosa en una sociedad que pasa muchísimas horas al día frente al televisor? Pero no es de eso de lo que trataba mi entrada. En cualquier caso, un par de reflexiones. ¿Lo que hizo grande a la Callas fue su capacidad pirotécnica en sí misma o el genial modo en el que supo poner ésta al servicio exclusivo del drama? ¿Dónde está el Verdi más asombrosamente visionario, el que hizo evolucionar la historia de la música, en la Leonora del primer acto del Trovatore o en la del tercer acto? ¿Por qué no le gustó al público del estreno de Traviata el enfrentamiento entre Violetta y papá Germont?
Papagena: todos los aficionados creemos saber lo que más le conviene a los artistas. Es un defecto generalizado. También a los que nos va el rollo sinfónico. Nos obstante, quiero pensar que algo sabremos, después de tantas horas de escucha...
Felirosi: de acuerdo en todo.
(continúa...)
XS: completamente de acuerdo en lo de "si la cosa funciona". Lo que pasa es que para unos el ingrediente base para que funcione la cosa es la calidad del canto desde el punto de vista de la ortodoxoa cánora; para otros, entre los que me incluyo, este aspecto, siendo muy importante, no tiene por que ser el más decisivo de todos. Ahí está el quid de la cuestión.
Gonzalo: a mí también me pirra Strauss, el Richard. Al fin y al cabo, esta entrada en el fondo iba de si Olivier o Flamand.
Juan Zaragoza: efectivamente, el prototipo que describo es muy frecuente. Algunas afirmaciones ("a mí nadie tiene que venir a enseñarme nada" o "yo no acudo a calentarme la cabeza") se la he escuchado a amigos míos. Sin embargo, todavía no he escuchado a nadie decir "lo que importa es la escena" o "con mini-voces me conformo".
Anónimo II: cuando la Iglesia quiere que el sexo se limite a lo reproductivo, lo que hace es convertirnos en animales. Aparearse para procrear, punto. El ser humano es capaz de enriquecer eso y convertirlo, además de en una necesidad satisfecha, no solo en un placer, sino también en un acto de comunicación. Pues lo que yo reivindico es que la música no sea solo "para pasar el rato", sino también para reflexionar, para sufrir, para gozar y para lo que haga falta. Piense en sus películas favoritas. ¿A que viéndolas hace usted mucho más que "limitarse a disfrutar"? Pues eso.
Bruckner 13: efectivamente, el gran defecto de nuestros programadores es no programar lo que no les gusta. Le pasa a Mortier y les pasa a casi todos. La diferencia es que el belga tiene un gusto diferente al de la mayoría y por ello está trayendo viento fresco. Yo lo agradezco muchísimo y le aplaudo hasta cierto punto su manera de programar, aunque no deje de reconocer que su gestión tiene un toque pedantorro.
Bueno, pues gracias mil por tener la paciencia de leerme. Está bien discutir sin insultos de por medio. Saludos.
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