Resulta totalmente injusto que la por otra parte merecidísima fama de su Sinfonía del Nuevo Mundo, compuesta en su periplo estadounidense allá por 1893, haya oscurecido sensiblemente la presencia de muchas otras obras portentosas de Antonin Dvorák (1841-1904), no sólo en el terreno de la sinfonía y en el sinfónico en general, sino también en el repertorio sacro o en la música de cámara, terrenos en los que muestra no sólo una inequívoca personalidad en la que lo checo es -entre otros- un factor determinante, sino también una inagotable creatividad y una excelsa inspiración.
Prueba de ello es la Obertura Carnaval, op. 92. Compuesta en el verano de 1881, esto es, en uno de los mejores momentos de su prolongada y exitosa carrera (precisamente acababa de recibir honores en Cambridge), fue escrita conjuntamente con otras dos bellísimas oberturas, En la naturaleza y Otelo, como integrantes de un tríptico denominado Naturaleza, Vida y Amor que se estrenaría en Praga bajo la batuta del propio autor en abril del año siguiente, poco antes de embarcar a Nueva York para convertirse en director de su Nuevo Conservatorio. La obra a la que nos referimos, con diferencia la más ejecutada y grabada de las tres, correspondería por tanto al segundo de estos términos, “Vida”, y el que su autor la concibiera originalmente como “Carnaval de Bohemia” ya nos deja entrever que el folclore eslavo, no desde luego como cita directa sino más bien como fragancia que impregna los pentagramas, va a desempeñar un papel determinante en la breve página.
Obra brillante y poderosa como demandan los cánones de una buena obertura de concierto, se estructura de manera tripartita con dos arrebatadores secciones rápidas de ambiente apropiadamente festivo alrededor de un Andante con moto en el que un sensible, contemplativo e increíblemente bello diálogo entre violín, flauta, clarinete y corno inglés deja entrever por momentos, en estos dos últimos instrumentos de manera sucesiva, el no menos hermoso tema principal de En la naturaleza; éste volverá a su vez a reaparecer en Otelo, para enlazar así el material temático de las tres piezas del tríptico sobre lo que su autor denominó “las tres grandes fuerzas creativas del universo”.
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Este texto procede de las notas escritas para el concierto que la Orquesta Janácek de Ostravia ofreció bajo la dirección de Jakub Hrůša en la edición del año 2006 del Festival de Úbeda.
4 comentarios:
Interesante artículo. En cuanto a la maltratada Sinfonía del Nuevo Mundo, estaba pensando en añadir a mi discoteca alguna nueva grabación y quisiera conocer tu opinión. Considero que el elemento folclórico es esencial en esta obra maestra y, pese a la abundante discografía, creo que pocos maestros han alcanzado un admirable equilibrio en su interpretación (la dificultad de lo directo, de lo aparentemente simple, como decía Furtwängler, en referencia a Beethoven).
La versión de Kubelík junto a la Orquesta de la Radio de Baviera (Orfeo, 1977), de buen sonido, me parece magnífica, con las virtudes y deficiencias del concierto en vivo. Hace tiempo que no escucho su registro oficial de DG con la Filarmónica de Berlín. El primer movimiento de Kertesz con Filarmónica de Viena está en Youtube y me ha parecido algo decepcionante. La de Giulini con la Chicago Symphony (DG) es una imponente recreación, y, en mi opinión, la mejor de estilo germánico, aunque ahora me guste menos. La ortodoxa de Kondrashin, (excelentemente registrada por Decca), también con la espléndida formación vienesa y la norteamericana (y algo excéntrica) de Bernstein, en Sony, con su Filarmónica de New York están sobrevaloradas por la crítica angloparlante, a pesar de su alto nivel.
Saludos.
Ante todo, perdón por el retraso en contestar.
Estoy de acuerdo en lo de la dificultad de interpretar la "Nuevo Mundo", aunque confieso que mi visión de la obra es demasiado personal: me gusta ante todo dramática, incluso desgarrada, y -en este caso- me va poco el asunto digamos "paisajístico" e incluso el sabor folclórico, aunque bajo una óptica ortodoxa éste sea determinante.
Dicho esto, mi versión favorita es la de Karl Bóhm, que comenté en este blog:
http://flvargasmachuca.blogspot.com/2009/04/karl-bohm-un-gran-beethoven-y-la-mejor.html
La de Kubelik del 77, que también comenté, no me gusta tanto como a ti:
http://flvargasmachuca.blogspot.com/2010/02/la-nuevo-mundo-por-kubelik-en-dvd.html
Tampoco me termina de convencer, siendo muy buena, la antigua del propio Kubelik para DG. Coincidimos en que la de Guilini/Chicago es fabulosa.
La de Kondrashin no me entusiasmó la primera vez que la escuché y, como a ti, me pareció sobrevalorada. Más adelante sí que me ha terminado gustando mucho.
Las dos de Kertész me parecen maravillosas. Las de Bernstein no las conozco; tengo entendido que última es muy lenta y aburrida.
Dos versiones que no citas que me parecen admirables son las de Ancerl, Klemperer y Celibidache.
De Karajan conozco las dos últimas, EMI y DG: suntuosas pero superficiales. Reiner fue otro que resbaló un tanto, aunque por motivos diferentes. La de Maazel/Viena, muy decepcionante. La de Solti tendría que volver a escucharla.
¡Ah! Me encanta la de Peter Maag que circula por ahí en un DVD baratísimo de estos cutres. Un saludo.
Gracias por las respuestas. Buscaré las dos de Kertesz y la de Ancerl con la Filarmónica Checa. Una versión que es muy famosa pero que no conozco es la de Fricsay - Filarmónica de Berlín (DG).
Por otro lado, no me parece que el idiomatismo checo no sea compatible con una visión áspera y desgarrada de la obra. Me gustan menos los directores germanófilos en estas obras, aunque echaré un vistazo por si encuentro la de Böhm. No obstante, es evidente la decisiva influencia del sinfonismo alemán en Dvorák.
Saludos.
Es curioso, la de Fricsay la tengo en mi discoteca pero no recoerdo si me gustó. Volveré a escucharla.
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