Acaba de presentarse la temporada 2009/2010 del teatro madrileño (enlace). Como ahora todo el mundo dará su opinión, yo también quiero dejar la mía: he aquí la demostración de cómo se puede ofrecer relativa variedad de contenidos y diversidad de estilos sin necesidad de Mortiers y similares, pero también de cómo elencos vocales de alto nivel pueden verse ensombrecidos por la aplastante mediocridad de la batuta de la casa, un López Cobos cuya calidad artística está muy por debajo de las disparatadas sumas que cobra por sus diferentes ocupaciones en el Real. Dejo aquí unas notas a vuelapluma.
Lulu: una obra maestra absoluta que por fin llega al Real, y lo hace con la baza de contar con la batuta analítica del veterano Inbal. Se ofrece, sensatamente, la versión en tres actos. Encima, el morbo de ver a la Larmore como la condesa. ¡Bravo! Esperemos que las dos protagonistas estén a la altura.
La vera costanza: no conozco la obra, pero a falta de Mozart en esta temporada muy bienvenido sea ese genio maravilloso que fue F. J. Haydn. Gran idea la de reunir un elenco de voces jóvenes. Pero la orquesta estaría muchísimo mejor en manos de Lorenzo Ramos que de su padre, Jesús López Cobos.
Italiana en Argel: estupendos elencos para este título delicoso, y muy prometedora sobre el papel la producción de Joan Font, pero... ahí está el maestro del aburrimiento en el foso. Al menos esta vez al genial Chausson le han dado primer reparto (¡qué feo estuvo lo del Barbero por parte de Sagi!).
Jenufa: la presencia de Anja Silja como la kostelnicka (segundo reparto, en el primero está la Polaski) anima a acudir a todas las funciones del título. Para babear. El resto promete.
Holandés errante: dirige el de Toro, así que mejor corramos un tupido velo. Me alegra, no obstante, que le hayan hecho un hueco a Elisabete Matos.
Andrea Chénier: otro título que se echaba de menos, con las lujosísimas presencias de M. Álvarez/Cedolins y Armiliato/Dessí. Para disfrutar a tope, si es que Víctor Pablo dirige bien y Marco Vratogna (¿por qué han vuelto a contratar a este hombre?) no mete mucho la pata.
L’arbore di Diana: no está mal que recuperen este título, aunque ponerle a Dantone una orquesta como la Sinfónica de Madrid es de juzgado de guardia.
Salomé: ya iba siendo hora de que llegara al Real, pero la presencia del musicalmente “mojigato” López Cobos no hace augurar nada bueno. Estimula más lo de Robert Carsen.
Il viaggio a Reims: no importa nada que se recupere esta producción tratándose de un título tan maravilloso. De nuevo, gran idea la de hacerlo con jóvenes cantantes.
La ciudad muerta: una ópera preciosa -salvo para quienes detestan a Korngold- en una producción muy aplaudida, con un buen elenco y una batuta adecuada, la de Pinchas Steinberg. Si las voces lo hacen bien, cosa que está por ver, será una maravilla.
L’incoronazione di Poppea: había que cerrar la trilogía. En la primera entrega Pizzi y Christie no estuvieron a la altura del genio monteverdiano. Ahora bien, gran atractivo escuchar a Jaroussky como Nerone.
Simon Boccanegra: morbo a tope, posibles cancelaciones aparte, por las dobles parejas de Álvarez/Mula y Domingo/Gheorghiu. ¡Y qué ópera! Ojalá que para esas fechas López Cobos se haya jubilado anticipadamente.
A todo esto hay que sumar varios títulos en versión concierto, sobresaliendo -por su tirón popular- Norma con la Urmana y Puritani con Flórez, aunque Theodora y Agrippina no son moco de pavo. Fleming, Bartoli, Damrau, Gruberova, Ciofi y Nucci para recitales: convencerán unos más y otros menos, pero el taquillazo está asegurado. Un lujo la presencia del Nederlands Dans Theater. Y muchas más cosas. Total, una temporada que podría ser brillante si muchos de los títulos tuvieran una batuta menos gris que la del que aún sigue siendo (costosísimo) director musical del Teatro Real.
4 comentarios:
Ismael.
Bah. Los Glass, Kyburz, Messiaen y Schoenberg vendrán con Mortier, y eso es lo que me interesa. Con todo, no dejo de reconocer lo apetitoso del programa 09/10 para los aficionados a la ópera clásica. Y la 'Lulú' de Loy no es gran cosa al lado de la que Bieito acaba de montar en Basilea, cosa fina.
El antiguo amante de Mortier, que éste enchufa sin vergüenza alguna allá donde va hará que añoremos a Cobos como si hubiésemos perdido a Furtwängler. ¿No hay un código deontológico que impida que un director de teatro público contrate a dedo a sus amantes, más aún teniendo en cuenta que cada vez que levante la batuta drenará unos cuantos milloncejos hablando en pesetas de las arcas del teatro? A mí es que me parece tan antiestético.
O sea, esa calidad artística que usted desprecia es la que le llevó a la titularidad de la Opera de Berlín... Y de cifras astronómicas no hablemos, es un director de orquesta que cobra según sus cachés. Pregúntele al Sr. Muñíz lo que cobra por lo que hace (destruir y entorpecer) y compare. Perdemos de nuevo a uno de los mejores y más universales maestros españoles.
En cuanto a Mortier, seré el primero que aplauda si programa cosas como el Moisés y Aarón, Die Soldaten o El gran macabro, pero me temo que irá más a epatar que a otra cosa; de momento le miro con mucha desconfianza, a la espera de que presente su primera temporada. De Muñiz no tengo una buena opinión. Y de López Cobos tampoco. Qué le voy a hacer.
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