Posiblemente fue el primero en España que escribió una crítica (enlace) poniendo a parir a Gustavo Dudamel. Fue a raíz del concierto ofrecido con su Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar (sic) en aquel ya fenecido festival Sevilla entre Culturas con que Juan Carlos Marset sangró durante un par de navidades las sufridas finanzas del ayuntamiento sevillano. Desde entonces le he escuchado varias tomas radiofónicas y conciertos retransmitidos por televisión, y además estuve presente en su actuación al frente nuestra ONE ofreciendo Beethoven y Prokofiev. La conclusión cada vez la tengo más clara. O menos, según se mire: este chico tiene mucho talento y en ocasiones es capaz de hacer cosas buenas, incluso buenísimas, pero tiene una notoria tendencia a quedarse en el mero espectáculo sonoro y -lo que es peor- a hacer gala de una vena francamente hortera.
Y no lo digo sólo por el espectáculo de dudoso gusto que monta con sus muchachos al final de cada concierto, con esos bailecitos para lucir las camisetas de Venezuela a mayor gloria de ese Hugo Chávez que tan sospechosamente simpático cae a algunos españoles (pero que en el fondo, dicho sea de paso, es un personaje casi tan siniestro y peligroso como su archiemigo George Bush). No. Lo digo también, y sobre todo, por la manera que Dudamel tiene de abordar determinadas partituras. Las propinas de sus conciertos populares por ejemplo, donde lo festivo del momento no justifica la brocha gorda, el escándalo gratuito ni los excesos de metales y percusión. Claro que peor aún es lo que hizo en el Vaticano con una obra maestra como la Sinfonía del Nuevo Mundo: fue la suya una lectura juvenil, extrovertida y hecha con ganas, como era de esperar, pero también muy superficial en lo expresivo y lastrada por una clara tendencia a la brutalidad y el amaneramiento que llegó a extremos ridículos en un primer movimiento pretencioso a más no poder y del peor gusto.
Alguien muy, muy sabio me ha dicho que la Heroica que acaba de editar en DVD Deutsche Grammophon es estupenda. Bien, puede ser, pero yo tuve la oportunidad de escuchar ayer mismo una grabación de hace tan sólo un mes que da una muy preocupante imagen del director venezolano. Se trata de la Segunda de Mahler que ofreció con la Simón Bolívar el pasado once de septiembre -significativa fecha- nada menos que en el Festival de Lucerna, junto con una Jane Henschel centrada en lo expresivo pero con problemas técnicos y unos coros fabulosos (Musikhochschule Mannheim y Landesjugendchor Rheinland-Pfalz), grabación que he podido obtener a través del interesantísimo foro español sobre Gustav Mahler (enlace).
La audición realmente merece la pena. Merece la pena ver cómo un director que en todo momento se muestra entusiasta, que hace gala de un buen sentido del color y que intenta ofrecer una lectura personal y arriesgada cae en los peores tópicos interpretativos que se adjudican al compositor: los tirones de tempo injustificados, los detalles caprichosos, la blandura y -sobre todo- un amaneramiento insoportable recorren de manera intermitente una interpretación superficial y deslavazada que parece una mala fotocopia del Bernstein menos genial y más narcisista. Y si Dudamel consigue, justo es reconocérselo, un tercer movimiento jovial y acertadamente humorístico, y triunfa por completo en un final cálido, vibrante, lleno de emoción y sin efectismos gratuitos, ofrece también un Andante moderato que intenta ser dulce y ensoñado pero se queda en pegajoso, blandengue y flácido.
Insisto en que a Dudamel le he escuchado cosas admirables (unas Danzas de Galanta, por ejemplo) y otras muy interesantes a las que aún les falta madurez y les sobran decibelios (Quinta de Prokofiev); el talento no le es ajeno, desde luego. Pero también me resulta evidente que posee una vena hortera y pretenciosa que en ocasiones se pone en primerísimo plano. Y por eso mismo no me parece que de momento sea ese genial "director revelación" que nos están intentando vender, por mucho que le hayan aclamado Sir Simon Rattle, San Daniel Barenboim y el Papa Benedicto.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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7 comentarios:
El concierto de Sevilla fue muy divertido.Espero q dentro de poco lo inviten para hacer los valses en Viena, que ya toca savia nueva en el casposeo de fin de año.Maaambo!
Creo que hay algo de populismo involucrado en esta mercadotecnia que maneja el equipo del señor Dudamel (que no voy a decir que no es talentoso porquer sería falso). Las razones por las cuales mucha gente enloquece por sus presentaciones son sorprendentes; entre ellas, las chicas que enloquecen por su simpática cabellera...!...(los motivos se confunden)y todo se traduce en un fenómeno mediàtico mas.....
Desde que escribí esta entrada hast hoy he tenido la oportunidad de escuchar bastantes registros radiofónicos recientes de Dudamel. Cada vez tengo más claro que, efectivamente, alberga mucho talento en su interior, pero también que sigue ahí una tendencia al exceso que no está dispuesto en modo alguno a controlar. Este chicho tiene mucho, sí, de fenómeno mediático. El tiempo dirá.
Hola Fernando, no se si conoces una carta abierta de Manuel Hernández Silva (director de la orquesta de Córdoba) a José Antonio Abreu y su sistema de orquestas del cual salió Dudamel. Si es así, ¿qué te parece? y qué opinión tienes de Hernández Silva.
Gracias, un saludo.
La carta esa no la conozco. ¿De qué va? A Hernández Silva le he escuchado dos cosas: Don Giovanni y Doña Francisquita. Me gustaron mucho, muchísimo, pero no son suficientes para valorar a un director. Me encantaría escucharle repertorio sinfónico puro y duro. De su Beethoven me han hablado mal. Un saludo.
http://educacionmusicalvenezuela.blogspot.com/2007/09/misin-msica.html
Saludos, Fernando.
Aquí te dejo el blog donde leí esa carta abierta. Con respecto a lo de Hernández Silva te diré que has tenído el placer de escuchar autenticas especialidades de la casa. Las óperas "italianas" de Mozart y su Zauber... las domina de cabo a rabo. Su Beethoven, hasta donde yo conozco es bastante desigual. Aprendí mucho con una tercera hace años en Cartagena, pero en las 5 y 7 se maneja de lo sublime a lo excesivo (cuasi hortera). También es muy interesante su Mahler, Tchaikovsky, Shostakovich (9)...y la música española, como has visto con la obra de Amadeo Vives, no la hace nada mal.
P.D.: Fue mi maestro...al igual que de Dudamel (cosa que medio esconde).
Un saludo
Un saludo.
Bueno, parece un asunto realmenete complicado sobre el que un español como yo, desde la distancia y sin conocer las cosas desde dentro, no puede ni debe hablar mucho. Aun así, quiero dejar claro que...
a) Detesto a Hugo Chávez y a su particular régimen, puro populismo de la peor calaña. Hasta qué púnto la Simón Bolívar está vinculada a dicho régimen es algo que desconozco, como también la existencia o no de tendencias "mafiosas" dentro de la misma, pero en cualquier caso la promoción de la música entre los jóvenes es siempre algo positivo.
b) Dudamel, después de haberle escuchado un montón de cosas, me parece un señor con enorme talento que debe controlar tanto su tendencia al descontrol -demasiado fuego en su interior- como su vena hortera. Lo último que ha hecho, el concierto del 31 de diciembre con la Garança, me gustó muchísimo.
c) Hernández Silva, por lo poquito que le he escuchado, me da la impresión de ser un espléndido director, y desde luego me parece muy triste que estando en Córdoba no haya sido llamado por ningún otro teatro de la comunidad autónoma andaluza (Sevilla, Málaga, Jerez) pese a haber demostrado que dirige Don Giovanni y Doña Francisquita de manera aplastante mejor que quienes se han encargado de esos mismos títulos en Maestranza o Villamarta. Las razones, los respectivos gerentes las sabrán.
Saludos.
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