Tristemente, en las dos Romanzas para violín y orquesta que completan esta grabación queda más claramente en evidencia el giro "a peor" de la Mutter, pues el carácter aparentemente menos filosófico y profundo de estas dos hermosísimas páginas parecen darle más margen para deleitarse en una expresividad que seguramente ella cree más delicada e íntima que a algunos melómanos –al menos, a quien esto suscribe– resulta más bien narcisista, blandengue y hasta cursi. Por descontado que la artista despliega una cantabilidad admirable y que en algunos momentos –el pasaje central más encrespado de la nº 2– ofrece la adecuada convicción, pero el resultado no solo no convence sino que llega a irritar. Los horrores de su grabación del Concierto con Ozawa quedan a la vuelta de la esquina.
La dirección de Masur me ha parecido muy idiomática y de elevado nivel, pero en modo alguno la encuentro tan lograda como la de Karajan en la op. 61. En el primer movimiento los tutti suenan menos musculados y más contundentes; el segundo no está paladeado con la misma lentitud y elevación espiritual, mientras que en el tercero el relativo distanciamiento del de Salzburgo es ahora sustituido por una apreciable vitalidad, por un carácter más sanguíneo, si bien es cierto que el fraseo resulta un punto cuadriculado. En las Romanzas, Masur se limita a hacer sonar con mucho músculo a la orquesta neoyorquina sin aportar nada en especial.
También defrauda en este disco la toma: escuchada en Blu-ray Pure Audio los graves ofrecen un relieve tremendo, pero el sonido resulta un tanto turbio, no sé si a consecuencia de la acústica del Avery Fisher Hall o de una ingeniería –en vivo– no del todo lograda. La grabación con Karajan suena mejor que esta en su reciente trasvase a HD. En definitiva, un disco que solo interesa como testimonio de lo insatisfactoriamente que fue evolucionando una de las más talentosas instrumentistas que se hayan conocido.
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