Si hay alguna pega esta viene por parte del veterano Leinsford, que dirige con mucho fuego pero con demasiadas prisas, cierta linealidad y más de una contundencia, y por todo ello sin terminar de cantar todas las melodías como es debido. Por eso mismo será preferible escuchar a Perlman unos años después con Eugene Ormandy, aunque en este registro del sello RCA el tercer movimiento sea ya en su conjunto fenomenal. Y no debemos dejar de señalar que la Boston Symphony, espléndida, suena bajo la batuta del maestro vienés más rústica, y por ende más claramente tchaikovskiana, que como lo hará con Ozawa en la citada grabación con Mullova.
El vinilo original se completa con un registro, realizado en la misma fecha que el de Tchaikovsky, de la hermosa Romanza de Antonín Dvorák. En principio la interpretación parece ofrecer una gran intensidad, pero los 11’55 frente a los 13’09 de la grabación siete años posterior del propio Perlman con Barenboim se dejan notar de manera considerable si se realiza la pertinente comparación: aquí las melodías no vuelan tan lejos ni ofrecen la misma capacidad de evocación poética, culpa sin duda de un Leinsdorf que dice la obra un tanto de pasada, sin comprometerse. Lástima.
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