viernes, 9 de junio de 2023

Rafa Villalobos, merecido abucheo

Esta entrada la publiqué el 6 de enero. La traigo aquí porque anoche se estrenó esta Tosca en el Teatro de la Maestranza y, por lo que me han contado, hubo intensísimos abucheos. Lo que me ha llegado es que más o menos la mitad del público se posicionó activamente en contra de la producción escénica de Rafa Villalobos. Me hubiera gustado mucho que el regista sevillano hubiera tomado nota de lo ocurrido en Barcelona y se hubiese prestado a hacer cambios en su producción. Eso se llama recibir feedback y actuar en función del mismo. Lo hacemos todos en nuestro trabajo. También los profesores: cuando vemos que algo no funciona, se cambia y punto. Hay que escuchar a aquellos a quienes nos dirigimos. Villalobos no lo hace: su ego se impone sobre cualquier otra consideración. Pues vale. Seguramente ha acertado, porque le están llegando contratos de otros teatros que quieren apuntarse al meneo: no hay nada mejor que una buena polémica para salir en la tele.

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Rafael Villalobos ha sido intensamente abucheado por el público del Liceo en el estreno de la Tosca de Puccini que, si el Teatro de la Maestranza no lo remedia, se presentará –yo no pienso ir a verla– en Sevilla el próximo mes de junio.

Desde aquí me uno a los abucheos, que por mi parte –sospecho que por la de muchas más personas– no van hacia esta Tosca en particular –de la que solo he visto sus minutos finales, bochornosos–, sino hacia una corriente generalizada: la de los directores de escena que escupen sobre la partitura, sobre el libreto y sobre los espectadores ofreciendo una dramaturgia paralela que nada tiene que ver con las intenciones del compositor y del libretista, ni con la música, ni con aquel producto que ha comprado el espectador –si adquieres una entrada para Tosca tienes todo el derecho del mundo a ver Tosca–, y que encima tienen la poca vergüenza de pensar que ellos, como se supone que son artistas, poseen todo el derecho del mundo a cambiar las cosas porque sí, porque tienen mayor sensibilidad que el resto del planeta, porque ven lo que los demás no podemos ver, porque nos pueden revelar aquello que no nosotros somos capaces de descubrir por nosotros mismos. No solo eso: encima tenemos que garantizarles que lo puedan hacer con dinero público.

Conste que este tipo de experimentos puede salir bien. Recuerdo ahora mismo un interesantísimo Caso Makropulos por Warlikowski en el Teatro Real, o un fascinante Ángel de fuego que vi en Múnich a cargo de Barry Kosky. Pero para eso hay que tener mucho, muchísimo talento, y eso es algo que solo unos pocos poseen. Rafa Villalobos cuenta con amplísimos conocimientos y sabe lo que se trae entre manos, pero a tenor de los mamarrachos que le hemos venido sufriendo en Sevilla y en Jerez, carece de arte suficiente para hacer bien las cosas. No solo eso: le sobra mucho, muchísimo divismo. Se cree tan por encima de todo y de todos, se considera tan sensible e inteligente, tiene tantísima ansiedad porque se hable de él y por ser el protagonista de la función, que su prepotencia termina convirtiendo lo que podría ser una puesta en escena digamos que “aceptable” en un conjunto de petardadas que serían estupendas en otro contexto, hora y lugar, pero no cuando uno lo que quiere es dejarse llevar por el torbellino de belleza, de emociones contradictorias y de reflexión (¡sí, de reflexión, a ver si estos registas se enteran!) que las grandes obras de la lírica siguen ofreciéndonos, con su música y dramaturgia originales, por mucho tiempo que haya pasado.

Porque esa es otra: lo que en esta entrevista –no se la pierdan, observen el divismo extremo con que habla el director de escena sevillano– Villalobos dice, llega con muchísimo retraso. Porque ese debate que él dice querer abrir sobre qué es el arte, sobre la libertad de los artistas (¡cómo si no la tuvieran, menudo cretino!) y sobre los límites de la interpretación está abierto hace siglos, por gente con mucho más talento que él y con propuestas infinitamente más interesantes. Él no está rompiendo nada ni aportando cosa alguna: hace peor lo que otros hicieron hace décadas.

Todo aquello del público burgués, acomodaticio y tal se podía aplicar a otras épocas y contextos, cuando Boulez hablaba de quemar los teatros de ópera. Hoy ya la mayoría de la gente no viene a lucirse, a hacer negocios burgueses –eso era en la Ópera de París en el siglo XIX– ni a pasar el rato con algo más o menos agradable. Viene a conocer, a emocionarse, a inquietarse y a pensar con las grandes creaciones del pasado, que –insisto– siguen vigentes sin necesidad de renovación alguna. Por poner un ejemplo, no es necesario cambiar una sola pincelada para sentir con enorme intensidad –hasta el dolor, si hace falta– los cuadros de un Caravaggio, por mucho que estos estuvieran pintados para un público y una sensibilidad –la de determinada parcela del clero italiano del momento, pero también la de los devotos que visitaban las iglesias en tiempos contrarreformistas– que nada tienen que ver con la de nuestros días. Aunque claro, siempre habrá algún Derek Jarman –autor de  una pedantísima película sobre el pintor milanés– que pretenda hacer todavía más explícito lo que resulta evidente para cualquier persona con un poquito de sensibilidad.

Lo dicho, mi más intenso abucheo no para esta o aquella otra producción escénica, sino para una actitud extremadamente nociva por parte de muchos directores de escena y de los no pocos teatros que los contratan, una que no tiene el menor sentido en nuestros días más que para aquellos que se siguen creyendo no solo más inteligentes, sino también más de izquierdas que los que llevamos mucho más tiempo que ellos luchando por que el arte, lejos de ser algo acomodaticio, tenga una participación activa en el progreso de la humanidad. 

Ah, una cosilla más. Villalobos habla de respetar las opiniones. Pues bien, a ver si él tiene algún respeto a la música, a la dramaturgia, a los cantantes y al público.  Yo diría que ninguno.

5 comentarios:

Mireia P.B. dijo...

El 19 tengo entrada dentro de mi modesto abono.
La Tosca! Nada menos! Donde Puccini hasta señaló en la partitura movimientos escénicos!

Ya cuando dicen la Tosca de fulano o la Carmen de mengano...retortijones.
Suerte tienen de que los autores no puedan levantarse de su tumba.

Avisada estoy y como soy alérgica a pegar gritos...contemplo la idea de ir con silbato o un mata suegras.
Gracias.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Mireia, solo por pasear por el maravilloso centro de Barcelona ya merece la pena ir al Liceu.

Por lo demás, me parece claro que el director del Liceu debería presentar su dimisión. Si el público de manera unánime rechaza una producción que TÚ has contratado, sabiendo de antemano cómo era y mediando la renuncia de las dos estrellas vocales previstas debido a las características de la regie, has comedito un grave error de gestión, y con dinero en buena medida público. Pero no, no se espera que dimita, como tampoco que Villalobos pida perdón al público y se preste a reflexionar.

El que sí dimite es Daniel Barenboim. La vida es injusta: los genios tienen que renunciar y los mediocres consiguen que todo el mundo hable de ellos.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

He borrado sin querer (¡lo siento muchísimo, ha sido culpa, literamente, de mi gato!) un mensaje de Mireia, que decía así:

Mireia P.B. ha dejado un nuevo comentario en la entrada "Rafa Villalobos, merecido abucheo":

Yo no quiero que dimita.

Ha propiciado el milagro de que a Jaume Plensa se le empiece a hacer caso en su ciudad natal, que no es poco tras décadas de no ya simple ninguneo, sino de desprecio flagrante.

Y un borrón lo tiene hasta el mejor escribano.

El Tríptico fue magnífico y no es fácil de programar y en la temporada pasada el Pelleas también fue de categoria.

Si viene por aquí avise que le hago una visita guiada envidia de toda la plantilla de "Civitatis".

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Mireia, no tengo ningún plan para volver a Barcelona a corto ni medio plazo, pero si voy le aseguro que la aviso. Gracias por el ofrecimiento.

En cuando a Villalobos, he topado con este artículo por él escrito y me han dado arcadas:

https://www.plateamagazine.com/articulos/14441-roma-o-morte-tosca-y-pier-paolo-pasolini

Un amigo, tan de izquierdas como dice ser Villalobos y no menos LGTB que él, me lo ha descrito mejor de como yo puedo hacerlo: "Todo ese lenguaje alambicado, lleno de referencias cruzadas, puede epatar a mucha gente. Pero es una mezcla de referencias sin un hilo lógico. El único discurso es hacese el intelectual. Es una postura, no quiere transmitir un mensaje".

Mireia P.B. dijo...

Por A o B...aun no he ido a la òpera de Valencia. En otoño programan el "Retablo de Maese Pedro" iba a comprar cuando he visto el "díptico" "Goyescas" y "Maese" en el Campoamor y ya tengo mi tiquet.
Carcomida por la culpabilidad vuelvo a mirar la programación de les Arts...en Mayo un "Un ballo..." me van bien las fechas y al inspeccionar el elenco leo: Rafael Villalobos! Otro año será.

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