miércoles, 15 de enero de 2025

El mandarín maravilloso de Bartók, ballet completo: discografía comparada

ACTUALIZACIÓN – 15.I.2025

La entrada original es del 16 de junio de 2022. Reviso y comento de nuevo la grabación de Boulez/Chicago y añado los dos vídeos del maestro francés, así como los CD de Rattle y Slatkin. Al final de la lista, un vídeo con Ivan Fischer que termina siendo opción número uno, no por él sino por la coreografía.

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El mandarín maravilloso es una de mis obras sinfónicas favoritas. Para mi desgracia y la de todos los amantes de ese enorme genio que fue Béla Bartók, la mayoría de los directores optan por grabar la suite y no el ballet completo, seguramente por una razón de lo más prosaica: se ahorran el coro, cuya participación en el final es tan breve como decisiva. Vayan aquí algunas versiones de la versión íntegra; en otro momento hablaremos de la suite.

 

1. Boulez/Filarmónica de Nueva York (Sony, 1971). El compositor y director francés no solo ofrece el sentido de la arquitectura, la precisión rítmica y la claridad en él esperables, sino también, ya desde un arranque de enorme virulencia, esa expresividad –incluyendo no solo el sentido de la ironía, sino también el vuelo lírico– que no suele considerarse como su punto fuerte. Escúchese para romper todos los tópicos, por ejemplo, cómo las cuerdas cantan angustiadas durante el crescendo con coro. Lástima que la orquesta no sea mejor, aunque el maestro extraiga de ella un partido admirable. Tampoco la toma, originalmente cuadrafónica, es ninguna maravilla. El reprocesado en alta resolución sigue sonando mate, pero otorga el merecido relieve a los sonidos graves: el bombo, fundamental en esta obra, es de impresión. (9)

 


2. Dohnányi/Filarmónica de Viena (Decca, 1977-79). Aunque un arranque particularmente “ruidoso” –en el buen sentido– haga pensar que nos vamos a encontrar ante una interpretación expresionista ante todo, lo cierto es que el aún joven maestro demuestra utilizar un trazo muy fino y poseer una elevadísima sensibilidad para el refinamiento en las texturas, la variedad en el color y las sutilezas en el fraseo, sacando un enorme provecho de la incomparable belleza sonora de la orquesta sin dejar de hacer que esta, cuando le corresponde, se transforme por completo para ofrecer grandes dosis de aspereza e incisividad. Falta, quizá un punto de magia e inspiración en algunas frases, pero el nivel es extraordinario. La toma sonora ofrece una amplísima gama dinámica. (9)

 

 

3. Abbado/Sinfónica de Londres (DG, 1982-83). El milanés todavía en su mejor momento dándonos una lección no solo de técnica –asombroso el manejo de la paleta tímbrica, de los ritmos y de las tensiones– sino también de convicción expresiva, sabiendo moverse como nadie entre lo sórdido, lo irónico, lo misterioso y lo desgarrado, lo que significa desplegar tanta fuerza bruta como concentración y vuelo lírico, pero también no dejarse llevar por el efectismo ni el descontrol. Todo está aquí increíblemente bien medido, a lo que no es ajeno el talento de los músicos de una orquesta en plena forma. Participación de lujo de los Ambrosians Singers. La grabación, curiosamente, se realizó en dos locales y en dos años distintos. (10)

 

4. Dorati/Sinfónica de Detroit (Decca, 1983). Solo un año después de la interpretación de Abbado nos llega esta, no tan bien grabada como aquella a pesar de las cosas que hacían por entonces los ingenieros de Decca, que se pone casi a la altura interpretativa de la del milanés por idioma y convicción. El “casi” se debe a que Dorati no llega a ofrecer la extrema garra dramática y la trepidante inmediatez expresiva de su colega, si bien ofrece un sentido tímbrico más sensual que pone de relieve el parentesco de esta obra con el impresionismo; alcanza quizá unos clímax más atmosféricos, densos y opresivos. Flojea un poco el final, a partir de la sección coral: la concentración y el misterio podían ser aún mayores. (9)

 

5. Boulez/Filarmónica de Viena (Medici TV y YouTube, 1992). Esta filmación del Festival de Salzburgo nos trae todavía al Boulez eminentemente expresionista de su grabación con Nueva York veintiún años anterior –va incluso más rápido: antes eran 31’ y ahora solo 30’40’’–, solo que con una orquesta aplastantemente superior a aquella, nada menos que una Wiener Philharmoniker a la que hace sonar con una incisividad y una fiereza desacostumbradas en ella. Por lo demás, el maestro francés hace gala un tremebundo sentido del ritmo y sabe hurgar en los aspectos más inquietantes de la música sin perder el control de la forma. Un prodigio, en definitiva, en el que solo hay que lamentar una calidad de imagen y sonido muy inferiores a los estándares de la actualidad. (10)


6. Rattle/Sinfónica de Birmingham (EMI, 1993). No hay genialidad alguna -el maestro británico nunca ha acostumbrado a ofrecerlas-, pero lo cierto es que Rattle derrocha aquí su incuestionable talento al tiempo que demuestra una enorme sintonía –piensen en el Concierto para piano nº 2 junto a Lang Lang– con la música de Bartók. La violencia y la incisividad están ahí sin necesidad de forzarlas, hay misterio sin necesidad de romantizar la música, el fraseo respira como es debido, la narratividad se encuentra a flor de piel y el buen gusto impera en todo momento. Un modelo. (9)


7. Slatkin/Sinfónica de Saint Louis (RCA, 1993?). Hay nervio, garra y vistosidad en esta interpretación. También hay teatralidad y un desarrollado sentido del descaro tímbrico: el maestro norteamericano no se corta precisamente a la hora de poner en primer plano metales y percusión. El problema es que con frecuencia confunde la electricidad con la precipitación –repárese en la célebre danza con que se cierra la versión de suite orquestal–, la violencia con la brutalidad, la personalidad con el rebuscamiento en la agógica y la brillantez con el numerito de cara a la galería. La orquesta le funciona de maravilla, pero no está en modo alguno tratada con la claridad de un Boulez: el francés sí que sabía combinar la violencia con un tratamiento meridiano de los planos sonoros. Sensacional la toman en la que hay que destacar los increíbles los graves y una amplísima gama dinámica. (8)


 

8. Ozawa/Sinfónica de Boston (Philips, 1994). El maestro de origen oriental y los suyos se deciden a grabar la versión completa, pero sin aportar mucho más en lo interpretativo con respecto a su registro anterior de la suite. Quizá ahora haya una mayor dosis de aspereza, particularmente en el tercio final antes no abordado. El chasco viene por parte de la toma, con mayor amplitud dinámica que la realizada para DG, pero bastante plana en lo que a relieve de planos sonoros se refiere. (9)


9. Boulez/Sinfónica de Chicago (DG, 1994). No fue Boulez un director que modificara mucho sus planteamientos desde la era analógica a la digital, pero a partir de su contrato con el sello amarillo a principios de los noventa fue poco a poco suavizando su tendencia expresionista para abrirse más a la atmósfera, el misterio y la abstracción. Precisamente este Mandarín, aun no muy distinto del de dos años atrás en Salzburgo, pierde un poco de electricidad y potencia expresiva para hurgar, con ayuda de tempi algo más lentos (31’54’’ frente a los 30’40’’ con Viena) en aquellos recovecos de la partitura que quedaban por explorar. Como la orquesta es la idónea para sus fines y la toma de sonido un verdadero prodigio, el resultado es una grabación de indispensable conocimiento. (10)


10. Nagano/Sinfónica de Londres (Erato, 1997). Ya desde un comienzo especialmente intenso, rabioso y explosivo, Nagano deja bien claro que la suya va a ser una interpretación de corte expresionista, áspera a más no poder, implacable en su sentido del ritmo, pero poco a poco también hace gala de una buena flexibilidad, de capacidad para recrear atmósferas y de una gran inteligencia a la hora de narrar la historia, e incluso de buscar la onomatopeya, todo ello sin desatender la claridad ni la riqueza en el color. Lástima que la toma, aun de notable calidad, resulte algo seca. (9)

 

 

11. Chailly/ Orquesta del Concertgebouw (Decca, 1997). Un prodigio en todos los sentidos: tensión interna, sentido del ritmo, riqueza de color, tratamiento de las texturas y, sobre todo, expresividad en cada una de las frases y de las intervenciones solistas, las de una Concertgebouw en estado de gracia y admirablemente recogida por los ingenieros de Decca. Puede que algún pasaje se haya escuchado aún con mayor inspiración en los registros de Boulez, Abbado o Dorati, o en las espléndidas suites grabadas por Solti, pero al maestro milanés, visceral en alto grado mas no precisamente desatento a la sensualidad ni el misterio, mantiene casi siempre el listón en lo más alto, particularmente en los tres sucesivos intentos de asesinato del mandarín, recreados de manera magistral. (10)

 

 

12. Alsop/Sinfónica de Bornemouth (Naxos, 2004). Obteniendo aceptable partido de una orquesta discreta, la directora neoyorquina va más allá que Ozawa recreándose en una atmósfera y una sensualidad netamente impresionistas, lo cual estaría muy bien si no fuera porque hay pasajes resueltos con más escándalo de la cuenta y el final con coro dista de ofrecer la magia poética deseable. Muy decepcionante la toma sonora: lejana, difusa y con graves exageradísimos –al menos en SACD–, la que nos hace pegar un respingo –y obliga a bajar el volumen– cada vez que el bombo cobra protagonismo. (7)


13. Boulez/Filarmónica de Berlín (Medici TV, 2010). Boulez termina su recorrido por esta partitura con tempi considerablemente más amplios que en las ocasiones anteriores (33’28’’, tres minutos y medio más que en su antiguo registro para CBS). El no va más en claridad, claro está, lo que en esta obra es importantísimo. Pero también es verdad que también lo son el nervio y la acción dramática, lo que significa que muchos melómanos preferirán el enfoque mucho más inmediato de sus interpretaciones con Nueva York y Viena. Da igual: lección magistral sobre la partitura, en perfecta sintonía con una orquesta excepcional que toca con una depuración sonora extrema. El único reparo serio es que la parte del coro ha sido reemplazada. Toma de sonido e imagen muy superiores a las de la filmación en Salzburgo, aunque sin alcanzar la calidad alucinante del CD de Chicago. (10)


14. Salonen/Orquesta Philharmonia (Signum, 2011). El maestro finlandés ofrece, lidiando con la siempre complicada acústica del Royal Festival Hall, una interpretación particularmente afilada, nerviosa y virulenta, por momentos más aparatosa de la cuenta, circunstancia que se ve subrayada por el deseo de la batuta de contrastar semejante visceralidad con algunos pasajes resueltos de manera particularmente misteriosa. El resultado es muy vistoso y atractivo, aunque también algo superficial. La toma ofrece amplia dinámica y una percusión bien presente. (8)


15. Iván Fischer/Orquesta del Festival de Budapest (YouTube, 2017). Esta interpretación es especial. Orquesta y director se encuentran sobre el escenario, pero se deja un espacio para que unos excelentes bailarines desarrollen una coreografía de Krisztián Gergye sensacional: hermosa, muy expresiva y absolutamente fiel a la dramaturgia original. Quien quiera saber “de qué va esta música” en lo que al argumento se refiere, aquí tiene la solución a sus interrogantes. La interpretación musical es notable: muy bien dicha, irreprochable en el idioma –lógico– y particularmente atenta a os aspectos más curvilíneos, atmosféricos y sensuales de la música, aunque –también era de esperar– más artesanal que otra cosa y a veces algo floja en las tensiones. En cualquier caso, opción número uno para quien se acerque a la obra por primera vez, como también para quienes no la terminan de disfrutar. (8 interpretación musical – 10 coreografía)

5 comentarios:

Juan dijo...

Coincido plenamente con las calificaciones asignadas a cada interpretación que has revisado. De las que tengo agregaría a la liza, las de Ivan Fischer y Janos Sandor, que a mi criterio recibirían un 9. Saludo Cordial!

Juan dijo...

Coincido plenamente con las calificaciones asignadas a cada interpretación que has revisado. De las que tengo agregaría a la liza, las de Ivan Fischer calificada con un 10 y la de Janos Sandor con un 8.
Me queda pendiente la escucha de la que dirigiera Welser-Most, que según David Hurwitz es fabulosa. Veremos...
Saludo Cordial!

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchas gracias por los comentarios, Juan. Perdone que no conteste: estoy verdaderamente cansado y no encuentro un momento para ponerme a pensar. En un futuro me encantaría hacer una comparativa de la versión suite.

Juan dijo...

Estimado Fernando: no tienes nada de qué disculparte. Suficiente esfuerzo haces entregándonos desinteresadamente tus agudas reviews sobre la música y los discos que nos interesan. Cordial Saludo!

Juan dijo...

Me olvidé de incluir en mi segundo comentario que corrije el primero en dos puntuaciones (a Janos Sandor y su orquesta ahora le pondría un 7) la interpretación de Dutoit. Fue la primera completa que tuve en disco, ya que mi primer acercamiento a la obra fue por la Suite de la mano de Ormany y los de Filadelfia, que también incluía mi primer contacto con la Música para cuerdas, percusión y celesta: gran disco de Eugene! Pero volviendo al inicio para asignar un puntaje a Dutoit en esta obra, diría que se merece no menos de un 8.Un Saludo Cordial Fernando!

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