Esta entrada se publicó por primera vez el 6 de enero de 2010. Ahora aparece sustancialmente remozada. Quien quiera saber algo más sobre la prodigiosa Primera Sinfonía de Shostakovich, aquí tiene un enlace que podría ser de utilidad.
Confieso que no estoy contento de cómo ha quedado la comparativa, pero puede ser divertida. Una vez más, insistir en que no se tomen muy en serio esto de las puntuaciones del uno al diez. ¡Como si se pudiera medir realmente algo tan subjetivo como es la interpretación musical!
1. Markevitch/Orquesta de la ORTF (EMI, 1955). El joven Markevitch construye una versión rápida y electrizante. El primer movimiento resulta teatral, animado y humorístico, no especialmente corrosivo aunque tampoco nada naif, sino lleno de intención, a lo que ayuda una tímbrica muy incisiva. El segundo, lleno dinamismo, se precipita y no deja respirar a la música con el sentido atmosférico que debe. El tercero y el cuarto son muy punzantes y poseen una adecuada rebeldía. Impresionantes los timbales antes del final, de un carácter implacable lleno de amenaza. Lástima que la planificación no sea irreprochable y que existan momentos de barullo. (8)
2. Martinon/Sinfónica de Londres (RCA-Decca, 1957). El maestro francés, quizá por lo curvilíneo de su fraseo y su sensibilidad para el color, convence sin problemas en un primer movimiento animado, juguetón y con una dosis muy adecuada de ironía, ya que no de sarcasmo, pero se muestra más bien deslavazado en el segundo, cuyo clímax deja bastante que desear. Los otros dos los plantea con intensidad “romántica”, atención a la atmósfera y plena conciencia del subtexto dramático, pero con frecuencia se precipita y no logra dotar de continuidad al discurso. La orquesta tampoco ayuda: los metales no están en plena forma y las trompetas, concretamente, dejan mucho que desear. La toma, estereofónica, es clara y equilibrada en los planos, pero bastante áspera y carente de relieve, mostrándose lastrada por la compresión dinámica. (7)
3. Kurtz/Philharmonia (EMI, 1957). Al frente de una orquesta maravillosa y beneficiándose de una toma de sonido ya estereofónica, el maestro ruso realiza una interpretación objetiva, maravillosamente construida, directa y sin el menor devaneo, y dotada de un elevado sentido teatral. Eso sí, sin ofrecer toda la ironía que debe destilar el primer movimiento, el sentido de lo inquietante y lo misterioso del segundo, la hondura dramática del tercero ni la emotividad del cuarto. (8)
4. Stokowski/ Symphony of the Air (EMI, 1959). Ya desde un agrio y sarcástico comienzo queda claro que el mítico maestro captura a la perfección el espíritu de la obra y va a optar por una lectura poco festiva, con mucha retranca, que se beneficia de su gusto por la tímbrica descarnada, pero que también se ve lastrada por un pulso muy irregular –deplorable el arranque del Scherzo–, por una ejecución un tanto chapucera y por alguna excentricidad marca de la casa. A destacar, en cualquier caso, el carácter particularmente amargo que Stokowski destila en los dos últimos movimientos, así como su alejamiento de la retórica y el triunfalismo. En la toma sonora, estereofónica, se notan demasiado los empalmes. (7)
5. Ormandy/Orquesta de Philadelphia (Sony, 1959). Sin ser el precisamente el colmo del riesgo y de la personalidad, sino más bien un artesano de la más absoluta honestidad, Ormandy demuestra una perfecta comprensión de la tempranísima partitura, tanto del componente gamberro y circense de su primera parte –sin llegar al extremo de sarcasmo que más adelante ofrecerá un Rozhdestvensky– como del indisimulado romanticismo de la segunda –sin alcanzar el profundo e intenso pathos de un Bernstein–. Todo ello lo pone en sonido mediante una técnica sin fisuras y una orquesta en estado de gracia. (9)
6. Markevitch/Orquesta Nacional de la ORTF (DVD EMI, 1963). Ocho años después de su registro en audio para EMI, la Radiodifusión Francesa realizó esta filmación de mediocre calidad audiovisual que no solo no mejoró el registro oficial realizado para EMI, sino que dejó más aún en evidencia las limitaciones de la orquesta. Los parámetros interpretativos son prácticamente los mismos. En cualquier caso, resulta impagable contemplar el gesto sobrio y marcial de Markevitch. (7)
7. Ancerl/Orquesta Filarmónica Checa (Supraphon, 1964). El director checo acierta con una interpretación fresca y juvenil, desprejuiciada, extrovertida y muy sincera. El primer movimiento le sale especialmente animado y bullicioso, ofreciendo una acertada tímbrica incisiva, aunque quizá sea un poco más risueño de la cuenta y por momentos roce lo pimpante. Muy animado y dinámico el segundo, si bien no rehuye lo inquietante. Abiertamente rebelde –más que nihilista– el Lento, y de gran sentido de la teatralidad pero sin asomo de retórica el final, cuya tímbrica áspera y tratamiento dramático resultan muy acertados. (9)
9. Rozhdestvensky/State Academy Symphony Orchestra of the URSS (Brilliant, 1976). Aunque en su integral obtendrá resultado más convincentes, por ofrecer un trazo más cuidado y una mejor planificación global, el marido de la Postnikova ofrece ya una interpretación ácida, tensa y corrosiva, que no mira al pasado romántico sino al futuro Shostakovich expresionista. El Allegretto es juguetón pero albergando mucha mala leche. El Allegro que le sigue resulta aristado, no del todo gótico. El tercer movimiento es muy negro y doliente, mientras que el cuarto sabe ser antes frenético que triunfalista. Lástima que a veces haya algo de confusión y que la grabación, más bien pobre, desequilibre los planos sonoros. (9)
10. Solti/Sinfónica de Chicago (Blu-Ray Cmajor, 1977). En uno de los primeros acercamientos del maestro al universo del autor de La nariz, Solti nos ofrece una interpretación
rápida, bulliciosa y chispeante, dicha con claridad y virtuosismo extremos por
parte de una orquesta y una batuta de técnica insuperables, trazada con la
adecuada electricidad interna y sin la menor concesión al efectismo, pero un
tanto limitada en lo expresivo al no mirar más que a la etapa gamberra,
extrovertida y humorística del Shostakovich juvenil –a veces parece que estamos
escuchando la banda sonora de una cinta de animación– y, por ende, a
desentenderse de la atmósfera inquitante y el pathos no poco romántico que
subyacen en la partitura. Dicho de otra manera: espléndidos los movimientos
iniciales, desaprovechados los dos últimos. La toma sonora
podría haber sido mucho mejor. (7)
11. Haitink/Filarmónica de Londres (Decca, 1980). Siempre objetivo y un tanto distanciado, el holandés ofrece una gran versión en su conjunto, pero a la que le falta chispa y sentido del humor –carencia habitual de Haitink– en el segundo movimiento. El resto es sólido y ofrece un acertado dramatismo, manteniendo la tensión en todo momento. Excelente prestación orquestal, si bien la toma sonora no es la mejor del globalmente admirable ciclo grabado por Decca. (9)
12. Rozhdestvensky/Sinfónica del Ministerio de Cultura de la URSS (Melodiya, 1983). Resulta francamente difícil superar esta modélica lectura, sarcástica y juguetona pero también altamente dramática, trufada con algún detalle personal algo discutible pero llena de fuerza. Sería aún más disfrutable con una orquesta de primera fila y con una toma sonora a la altura de las circunstancias. Bochornoso que toda esta imprescindible integral se encuentra hoy por hoy descatalogada. (10)
13. Kurt Sanderling/Sinfónica de Berlín (Berlin Classics, 1983). El gran maestro alemán nos ofrece una visión marcadamente gótica y sombría, pero no sólo en los dos últimos movimientos, excepcionales por su dramatismo, su pathos, su sinceridad y su alejamiento de la falsa retórica, sino también en los dos primeros: la jovialidad se sustituye por el carácter ominoso, al tiempo que en el segundo movimiento –que de manera incomprensible arranca sin fuerza alguna– explora como ningún otro lo ha hecho la vertiente turbia e inquietante de su segundo tema. Ideal para quien desee bucear en los aspectos más dolientes de esta música sin hacerlo desde una óptica expresionista. (9)
14. Neeme Järvi/Nacional de Escocia (Chandos, 1984). No sé si será porque en la primera mitad de los ochenta el director estonio aún no había sucumbido a la grabación compulsiva de discos, pero lo cierto es que sorprende escuchar al tantas veces pedestre y rutinario Neeme Järvi una Primera de Shostakovich así, no solo bien trazada y dicha con convicción, sino además muy comprometida en un enfoque que desdeña todo lo que de festivo y juguetón pueda rastrearse en la obra para decantarse por subrayar los aspectos más incisivos, sombríos y amargos de la partitura. Sobran cierta blandenguería en el solo de violonchelo anterior a la coda y la tendencia a acumular decibelios en los clímax. Le ayuda una toma sonora que, además de poseer una admirable transparencia, posee una amplísima gama dinámica. (9)
15. Bernstein/Sinfónica de Chicago (DG, junio 1988). En su único disco con la Sinfónica de Chicago, Lenny nos entrega una lectura sobresaliente que destaca por su enorme pathos, por su tremenda sinceridad expresiva y por su sentido del dolor y de la tragedia, ante todo en los dos últimos movimientos. Los dos primeros no resultan especialmente sarcásticos ni electrizantes, pero están ricamente matizados, desmenuzados hasta el límite y dotados de un sentido del misterio y de lo inquietante muy apropiado. Solo Celibidache será capaz de llegar aún más lejos, si bien Bernstein cuenta con la enorme ventaja de tener a su servicio una orquesta absolutamente insuperable. (10)
16. Bernstein/Orquesta del Festival Schleswig-Holstein (DVD Euroarts, julio 1988). Como en su lectura inmediatamente anterior para DG, los dos primeros movimientos están llenos de intención, misterio y fina ironía, si bien se puede echar de menos la electricidad de otras lecturas, así como una mayor dosis de mala leche. Los dos últimos resultan extraordinariamente conmovedores por su pathos, cantabilidad, fuerza dramática y carga expresiva, extrayendo Bernstein un lirismo de lo más acongojante. Desdichadamente las diferentes familias de la orquesta juvenil y algunos de sus solistas muestran sus relativas insuficiencias, por lo que el nivel se acaba resintiendo. En cualquier caso, los extensos y fascinantes ensayos que incluyen este DVD hacen su conocimiento indispensable. (9)
17. Ashkenazy/Royal Philharmonic (Decca, 1988). Siempre solvente pero rara vez brillante en sus aproximaciones a la obra del compositor, Ashkenazy encuentra un certero punto de equilibrio entre los componentes dramáticos y lúdicos de la pieza. Por desgracia, la versión pierde fuelle por cierta languidez en el tercer movimiento, así como por una tendencia al efectismo en el cuarto que hace que el resultado sea más espectacular que sincero. La realización es muy buena, si bien al final hay algo de barullo. (7)
18. Solti/Orquesta del Concertgebouw (Decca, 1991). Nos encontramos aquí en la antípoda de Sanderling. Hay en esta lectura mucho de sentido del humor, de fuerza, de tensión sonora y de rebeldía, triunfando Solti en un Allegretto inicial animadísimo pero nada mecánico. Lo hace también en un Allegro que sabe conciliar lo juguetón con lo tenso, y aunque su segundo tema no resulte del todo inquietante, hay que destacar como la furia con que este movimiento concluye nada tiene de lúdica. En la segunda mitad de la obra, y aunque por fortuna el maestro ha remansado un poco los excesivos tempi de su interpretación con Chicago, siguen echándose de menos poso dramático, ambigüedad, nihilismo y carácter atmosférico, careciendo el fraseo de la intención y de la concentración deseable. De este modo resulta algo superficial el tercer movimiento y solo bueno el cuarto, que finaliza, eso sí, con una enorme fuerza y sin la menor retórica. La toma sonora, realizada en vivo, se encuentra realizada a un volumen muy bajo y resulta un tanto extraña. (8)
19. Solti/Orquesta del Concertgebouw (RCO, 1991). Mientras que el disco de Decca procede de los conciertos de los días 18, 19 y 21 de septiembre, este otro corresponde solo al del 19. Edición complementaria de la anterior, pues, que suena distinta pero no mejor. (8)
20. Rostropovich/Orquesta Sinfónica Nacional de Washington (Teldec, 1993). La integral de Rostropovich, menos sarcástica pero con mayor vuelo lírico y profundidad humana, es el complemento perfecto a la de Rozhdestvensky. Esta Primera resulta admirable por su perfecto equilibrio entre los ingredientes de la partitura, siendo de un humor muy elegante –más irónico que sarcástico– el primer movimiento, animadísimo pero también inquietante el Allegro, de gran pathos –no especialmente nihilista– el tercero y adecuadamente dramático el cuarto. El final podría ser aún más tenso y rebelde. (9)
21. Barshai/Orquesta Sinfónica de la WDR de Colonia (Brilliant, 1994). En su notable y baratísima integral, el experto Rudolf Barshai mostró un irreprochable conocimiento del idioma, como también ciertas desigualdades interpretativas. Así las cosas, el primer movimiento le quedó fresco y juguetón, pero no muy matizado, dicho un tanto de pasada. Bastante soso el Allegro. Tercero y cuarto, rápidos en sus tempi, ofrecieron un muy adecuado dramatismo, aunque podían estar más paladeados. Muy notable la orquesta, y fantástica la grabación. (7)
22. Celibidache/Orquesta Filarmónica de Múnich (EMI, 1994). Plenamente inmerso en su estilo interpretativo de última época, esencial y abstracto, el maestro rumano ofreció una genial recreación en la que uno no sabe si asombrarse más por cómo está desmenuzado el tejido orquestal; por la manera de sostener el pulso a pesar de la lentitud de los tempi; por la naturalidad y flexibilidad del fraseo; por la enorme cantidad de matices expresivos que se descubren; por la riqueza de la paleta de colores desplegada; por esa ironía al mismo tiempo fina y socarrona puramente celibidachiana; por el marcadísimo sentido de lo atmosférico; o por el trágico y hondo patetismo –que no el nihilismo de un Sanderling– que se logra aquí extraer de la partitura. Lástima que la orquesta no sea de primera y que la grabación, lógicamente en vivo, no esté a la altura de la época. (10)
23. Jansons/Filarmónica de Berlín (EMI, 1994). Al frente de una orquesta maravillosa que lse rindió a él incondicionalmente, el irregular Jansons ofreció una versión rutilante y espectacular, dicha con muchas ganas, bien planificada y soberbiamente tocada, de notable sentido del humor, pero un tanto externa e insincera en los momentos más dramáticos. Como suele pasar con este algo sobrevalorado director, más ruido que nueces. (8)
24. Temirkanov/Filarmónica de San Petersburgo (RCA, 1996). Con la complicidad de una orquesta de espléndida cuerda y metales algo pobres, Temirkanov acierta plenamente en los dos primeros movimientos, cuyo espíritu juguetón y desenfadado, mas no inocente, captura de manera admirable. Otra cosa es que su sentido del humor sea antes irónico que sarcástico o corrosivo. La segunda mitad de la obra está francamente bien resuelta, aunque cosas más intensas y con más garra se hayan oído. La coda final resulta muy extraña y caprichosa, aunque tal vez se encuentre, sencillamente, mal tocada. Toma sonora a muy bajo volumen y en exceso difusa. (8)
25. Vladimir Jurowski/Orquesta Nacional Rusa (Pentatone, 2004). La realización es espléndida y el enfoque dramático muy certero, pero el conjunto desprende cierta sensación de distanciamiento y frialdad que no casa bien con esta música que necesita ante todo ironía y pasión. Un relativo chasco para venir de una de las más interesantes batutas del panorama actual. Fabulosa, eso sí, la toma de sonido. (7)
26. Kitajenko/Gürzenich-Orchester Köln (Capriccio, 2004). Al frente de una notable orquesta y dentro de una más que digna integral que aprovecha el formato SACD, el ya veterano maestro ofrece una lectura de muy buen pulso e irreprochable idioma, equilibrada entre lo burlón y lo dramático, a la que le falta un punto de creatividad y le sobra algo de tosquedad para ser excepcional. (8)
27. Masur/Filarmónica de Londres (LPO, 2004). Sorprende gratamente encontrar al tantas veces aburrido Masur entusiasta y comprometido con la obra, al menos en una primera mitad donde hay animación, ironía –suave antes que sarcástica–, chispa y refinamiento bien entendido, como también sentido del misterio y de lo inquietante. El tercer movimiento funciona mucho menos bien, pues aquí el maestro se detiene poco en explorar atmósferas y no termina de calar en la fuerza trágica de la obra. Tampoco convence el cuarto, bien trazado pero con algunas languideces –blando el solo de violín y, algo menos, el de violonchelo– y cierta tendencia a la aparatosidad –la decisiva intervención del timbal–. Coda mucho antes efectista que sincera. La toma sonora está realizada a volumen muy alto, lo que implica una apreciable compresión de la gama dinámica. (6)
28. Rattle/Filarmónica de Berlín (EMI, 2005). Aunque el maestro británico suele mostrarse más atento al lado lúdico de las obras que dirige que al dramático, en esta página apuesta por una visión abiertamente áspera y sombría. El primer movimiento resulta así seco y dramático, parco en sentido del humor. Lo mismo el segundo, algo soso. El Lento es muy siniestro, algo mortecino por momentos, mientras que el último vuelve a ser más dramático que brillante. La orquesta es fabulosa, pero por momentos la realización resulta algo tosca en lo sonoro. (8)
29. Wigglesworth/Filarmónica de la Radio de Holanda (BIS, 2006). De manera parecida a la de un Sanderling o un Rattle, el maestro británico pasa un tanto de largo ante los aspectos más juveniles, burlones y electrizantes de la partitura para, moderando los tempi y creando atmósferas espectrales, encontrar en esta obra tan temprana el germen del Shostakovich maduro. Ciertamente lo consigue, y además lo hace con apreciable musicalidad y trazo fino, pero el pulso no es regular, hay clímax sin garra –tercer movimiento– y, en general, se echa de menos la tensión interna que debe recorrer la obra. La toma sonora, al estar realizada a un volumen bajísimo, recoge de manera asombrosa toda la gama dinámica que proponen los pentagramas. (7)
30. Gergiev/Orquesta del Mariinski (Mariinski, 2008). Moderando su habitual tendencia a la vulgaridad y el efectismo, el director favorito de Vladimir Putin ofrece una interpretación de notable nivel técnico y buen gusto en lo expresivo, si bien dentro de un enfoque mucho antes romántico que expresionista. En este sentido, la comicidad del primer movimiento está teñida de cierta melancolía, mientras que el Allegro, no muy tenso ni aristado, quizá algo desvaído, alberga un atractivo carácter sombrío. En el tercer movimiento se alcanza un apreciable vuelo lírico, y solo hay que reprochar que por momentos lo trágico se confunda con lo sollozante. El cuarto resulta convincente, a pesar de su coda algo efectista e insincera. (7)
31. Vasily Petrenko/Royal Liverpool Philharmonia (Naxos, 2009). Aunque ha realizado algunos muy buenos acercamientos a la obra del autor, Vasily Petrenko defrauda aquí con una interpretación lenta, flácida y con tendencia a la blandura, en la que sustituye la tensión interna por un juego extremo con las dinámicas. Lo mejor es el primer movimiento, algo descafeinado pero bien bien trazado. El segundo es un disparate: las secciones lentas las hace ralentiza al límite y el resultado, lejos de ser inquietante, es amanerado. En el tercero la batuta mira a la pasacaglia de la Octava, pero en lugar de lentitud y desolación hay flacidez y un aire tristón. En el cuarto los pasajes líricos no tienen garra y los solistas ofrecen intervenciones sollozantes, optándose en la coda final por el estruendo para contrastar. (4)
32. Currentzis/The Mahler Chamber Orchestra (DVD y Blu-ray Euroarts, 2013). Como era de esperar, el controvertido maestro griego deja a un lado todo lo que de desenfadado y gamberro puede tener esta página para decantarse por una visión sombría, cuya primera mitad ofrece una fuerte dosis de humor negro –más siniestro que corrosivo, pero siempre tensando al máximo las cuerdas– y en la segunda decantarse por un lirismo impregnado de congoja, verdaderamente doloroso, hasta llegar a un final lleno de rabia contenida. Todo ello lo hace, además, delineando a la perfección la arquitectura de la obra y haciendo que los solistas de la orquesta –todos muy implicados en lo expresivo, pese a más de un desliz aislado y a un piano algo flojo– intervengan con el más acertado sentido teatral. La imagen es magnífica en Blu-ray, pero no tanto el sonido: la gama dinámica podría ser aún más amplia. Y se echa de menos el surround. (10)
33. Michael Sanderling/Filarmónica de Dresde (Sony). Como Currentzis, pero sin cargar las tintas en semejante extremo, Sanderling hijo evita ver en esta obra una gamberrada juvenil, desatiende la ironía más o menos corrosiva –la sonrisa es no aquí una burla autodefensiva, sino una siniestra mueca de dolor– y recrea la obra desde la perspectiva del Shostakovich maduro, cargando la atmósfera de malos presagios y ofreciendo, lógicamente más en los dos últimos movimientos que en los primeros, un desolador recorrido con los paisajes del alma humana, así hasta llegar a una coda tan lacerante en su congoja como implacable en su resolución. La orquesta se encuentra tratada con enorme acierto, haciendo que los metales suenen descarnados y matizando muy bien a los solistas; discreto el primer violín, por cierto, si bien los timbales son magníficos. Espléndida la toma. (9)
34. Paavo Järvi/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2015). Al igual que su padre, Paavo es un maestro que parece sintonizar con esta partitura bastante más que con otros repertorios. No es solo que todo esté en su sitio –eso por descontado– y que suene plenamente a Shostakovich, sino que además se ofrece fuerza, sinceridad y hasta una serie de interesantes hallazgos desde el podio. El primer movimiento, dicho con incisividad y sarcasmo necesidad de cargar las tintas, no es quizá el que está mejor dirigido de los cuatro, pero aquí los increíbles solistas de la orquesta (¡sensacional Emmanuel Pahud!) colocan en listón en lo más alto no solo en lo técnico, sino también en lo expresivo. El segundo sabe ser juguetón al mismo tiempo que ofrecer misterio –muy paladeados los interludios entre los ataques de las cuerdas– y una buena dosis de ferocidad, con detalles muy interesantes. El tercero resulta adecuadamente patético –aquí difícil alcanzar a Bernstein, claro– y el cuarto, espléndidamente delineado y con momentos muy incandescentes, concluye con la adecuada mezcla de brillantez y amargura. Lástima que en la coda el maestro se precipite un poco. La extraordinaria calidad de la orquesta, en cualquier caso, redondea una interpretación de muchísimo nivel. (9)
6 comentarios:
Fernando, es muy buena la de Efrenz Kurtz con la Philarmonia (emi) grabada en los 50 y siguiendo los consejos interpretativos del compositor.
Siguiendo tu consejo, he escuchado y comentado la interpretación de Kurzt que refieres, aunque también he escrito algo sobre otra que me ha gustado más aún, la de Ancerl. Muchas gracias :-)
Las versiones de Eugene Ormandy con Philadelphia (CBS) pioneras en EEUU no han tenido nunca un gran exito, aunque el director hungaro contase con una formacion tan excelsa.¿A que crees que se debe esto?
Muchísimas gracias, Fernando, por tus excelentes discografías comparadas.
Como curiosidad, Markevitch programó esta obra con la Sinfónica de RTVE. Este fue el programa:
9 diciembre 1967, 19:30, Auditorio Ministerio
10 diciembre 1967, 11:30, Palacio de la Música
Igor Markevitch Director
Manoug Parikian Violín
Dmitri Shostakovich
Sinfonía No. 1
Sergei Prokofiev
Concierto para violín y orquesta No. 1
Modest Mussorgsky (orq: Maurice Ravel)
Cuadros de una exposición
Estupenda reseña y análisis. La portada de la versión de Martinon es completamente disuasoria.
Publicar un comentario