Daniel Barenboim grabó –con sonido originalmente cuadrafónico– la excelsa Gran partita mozartiana al frente de la English Chamber en diciembre de 1976. En su momento, las notas del vinilo advertían de la enorme cantidad de errores que, al parecer, se habían deslizado en las copias de esta partitura, y realizaba la siguiente afirmación:
"This is the first performance on record that uses an (unpublished) edition prepared solely from the autograph. A few inconsistencies in phrasings and some errors by Mozart in the autograph have been altered, but it is hoped that here at last is this magnificent Serenade in a performance as its composer conceived."
Muy bien. La cuestión es, ¿cómo son los resultados expresivos? La primera vez que la escuché no me enteré muy bien. Ahora creo que sí, y que se pueden resumir con mucha facilidad. Tenemos un conjunto de maderas sensacional, y un director que no solo la trata con apreciable depuración sonora y un admirable cuidado con las dinámicas y los acentos, sino también altamente interesado por no quedarse en los aspectos más amables y galantes de esta música genial. Hasta ahí, lo previsible. Luego está lo que no lo era tanto: lejísimos de resultar grave o pesado, el de Buenos Aires inyecta muchísima animación, sentido de los contrastes y hasta picardía un punto socarrona. O sea, para nada una lectura "de diplodocus", que es lo que pueden pensar algunos despistados que siguen metiendo a Barenboim en el cajón de las viejas y presuntamente desfasadas glorias de la tradición centroeuropea.
¿Otras grabaciones? A mí me parecen no menos sensacionales que esta las de Klemperer, Boulez, Brüggen y Hoeprich, muy particularmente la del tercero de los citados. Lo que ocurre es que Barenboim nos dejó un vídeo con la Staatskapelle de Berlín, hoy no disponible, que es aún mejor que la grabación de él mismo y que todas las citadas. Ojalá alguna vez vuelva a aparecer por ahí.
8 comentarios:
La versión por Bruggen de La Gran Partita de Mozart es referencial. Y si por algo era reconocida la Orquesta del Siglo XVIII es precisamente por la calidad de sus secciones de vientos. No olvidando que Bruggen fue además un virtuoso de la flauta (travesera y de pico) que conocía en profundidad las posibilidades expresivas de los instrumentos de viento . Si a ello unimos que La Gran Partita fue una de las pocas grabaciones que Bruggen realizó en estudio como director, se comprende mejor el resultado final. La versión de Barenboim no la conozco, tengo curiosidad!. En cualquier caso, en mi opinión, creo que el mejor Frans Bruggen está en su vertiente de intérprete de flauta y aunque como director hizo cosas maravillosas, el que dejará de tocar para ponerse a dirigir supuso una pequeña tragedia para el instrumento.
Sí, la versión de Barenboim es realmente muy buena. A mí me sigue interesando más la de Klemperer por su estilo tan característico, pero Barenboim se queda muy cerca. Y quienes dicen que el Barenboim de los setenta era un dinosaurio, evidentemente no han escuchado las interpretaciones de las que hablan. (De hecho, Barenboim ha tendido a tomar tempi algo más lentos conforme pasaba el tiempo…).
Respecto a lo de Brüggen, no sé si tengo tan claro que hayamos perdido tanto por el hecho de que decidiera dedicarse a la dirección a tiempo completo. Brüggen era un muy buen instrumentista y tenía un sonido muy característico, un cierto vibrato que le daba mucha personalidad. Pero creo que como director su aportación fue asimismo muy importante, porque ha servido de relativo contrapeso a otras tendencias renovadoras dentro del historicismo, (pienso ahora por ejemplo en la llegada de músicos como Fabio Biondi, Rinaldo Alessandrini, etc.). Renovar las interpretaciones de la música de Vivaldi o los madrigales de Monteverdi era muy necesario, pero Brüggen siempre supo mantener un lazo con la tradición e hizo interpretaciones maravillosas, (sus Pasiones según San Juan, sus sinfonías de Haydn, etc.).
La vertiente de Bruggen intérprete de flauta ha de ser valorada con cierta perspectiva. Teniendo muy presente que el holandés reinventó la técnica de la flauta barroca sin prácticamente ningún tipo de mimetismo ni escuela.
Comenzaría a principios de los sesenta a grabar con afinaciones e instrumentos modernos. Ya en las grabaciones de finales de los años 60, principios de los setenta, se aprecia como las técnicas de época van cobrando solidez y como aparecen afinaciones e instrumentos históricos. Solo como flautista Bruggen llegó a grabar más de 300 obras de autores, muchos de ellos, ignotos y absolutamente huérfanos de discografía. Además de poder apreciar en su discografía maravillosos instrumentos históricos de su propia colección privada: los modelos Rottenburgh, Steenbergen, Denner, Haka y sobre todo los Stanesby y Bressan, considerados los Stradivarius de las flautas barrocas. Bruggen prácticamente dejó de tocar la flauta a principios de los 80 iniciando su carrera de director. La "pequeña tragedia" a la que me refería anteriormente es que Bruggen no dejo prácticamente grabaciones de repertorio renacentista, música manierista, los Castello, Fontana, etc. Músicos y músicas que él descubrió y tocó como nadie.
¡Interesantísimos comentarios! ¡Gracias a los dos!
Por cierto, tengo entendido que Brüggen tenía "problemas personales" que está feo explicar aquí, pero que supongo pudieron ser una de las razones por las que dejó de tocar la flauta.
Yo tuve la suerte de verle dirigir varias veces, en Jerez y en Córdoba. La última de ellas le encontré en mal estado físico. Cuando me tocaba verle en Úbeda, canceló. Ya su cuerpo había dicho "hasta aquí hemos llegado".
Solo añadir que, por algún extraño motivo, parecía un tanto ajeno a la música de J. S. Bach.
Bruggen fue un fumador impenitente y algo tuvo que ver el tabaquismo en el abandono de su instrumento. Pero la principal razón fue que el repertorio barroco para flauta se le quedó un poco pequeño. Aparte de Bach, Haendel, Telemann y Vivaldi su discografía como flautista incluye muchos autores de "segunda fila" que rehabilitó e interpretó de maravilla. Cualquier sonata de Loeillet, suite de Diepaurt, o concierto de Giuseppe Sammartini que interpretaba se colaba en el repertorio y en las salas de concierto. Aparte Bruggen tuvo la perspectiva de implicar a compositores de vanguardia del siglo XX para que compusieran obras para flauta de pico y en general para aquellos instrumentos históricos sin homólogos modernos. Respecto a Bach, Bruggen lo adoraba sin reservas. En su funeral los miembros de la Orquesta del Siglo XVIII tocaron una pieza del Kantor que Bruggen utilizaba a menudo en las propinas y le gustaba mucho. Lo que sí que sufrió en su última etapa fueron serios problemas de salud que le llevaron a dirigir ciertamente en un estado lastimoso. Por lo demás me queda claro que si Bruggen, Leonhardt y Harnoncourt no se hubiesen cruzado con sus respectivos instrumentos y repertorio Barroco en general la interpretación con criterios históricos no sería lo que es.
Eso por descontado, y me da pena que haya últimamente tantos “desmemoriados” musicales que tienden a olvidar a todos estos músicos. Y voy más allá: esto mismo también vale para los Karl Richter, Helmuth Rilling, etc. Creo que hay una falta de perspectiva histórica realmente importante a la hora de comprender / entender todo este fenómeno en muchos oyentes, incluso supuestamente ilustrados.
Por otra parte, el hecho de que Brüggen apreciara tanto la música de Bach no hace de él automáticamente un gran intérprete de su obra. Yo tampoco he escuchado mucho Bach dirigido por Brüggen, pero creo que en la Pasión según San Juan, (que siempre me ha parecido la más severa de las dos), daba lo mejor de sí. Claro, que quienes prefieran un Bach más teatral, más atento a los madrigalismos de la partitura, tienen que buscar dentro de la vertiente historicista en otro lugar, (John Butt, por ejemplo…).
Perdónenme ustedes que no haya contestado nada a sus interesantísimas aportaciones. Estoy como loco con el final de curso (aunque no tango por mis grupos como por un tribunal de pruebas libres en el que me ha tocado participar, dicho sea como curiosidad).
Solo puedo comentar que Brüggen me parece un grandísimo intérprete, más que un Harnoncourt, un provocador nato que, eso sí, ha dejado escritos absolutamente sensacionales que han cambiado -o deberían hacerlo- nuestra manera de ver la música.
Obviamente Brüggen adoraba a Bach, pero en sus grabaciones (y en directo: le escuché un Oratorio de Navidad) creo que no mostraba especial sintonía.
Quizá algunas de las interpretaciones de Bach proyectan cierto halo de austera sobriedad. Pero como músico pragmático que revolucionó el lenguaje musical siempre tuvo ideas que transmitir entendiendo la obra en su propio contexto.
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