Interrumpo las entradas programadas con antelación –con bastante antelación,
porque la mayoría las escribí este verano, cuando tenía más tiempo libre– para dejar unas notas sobre un verdadero clásico de la Deutsche Grammophon que me conozco de memoria desde hace tiempo, y al que hoy he podido volver en una edición japonesa en SACD –circula por la red en cierto sitio ruso– con la que la portentosa toma sonora, increíble para el año 1975, alcanza aún mayor esplendor:
Chant du ménestrel de Glazunov y
Concierto para violonchelo nº 2 de Dmitri Shostakovich a cargo de Mstislav Rostropovich, Seiji Ozawa y la soberbia Sinfónica de Boston. La primera de las piezas, tan breve como deliciosa, recibe una interpretación inmejorable a cargo de una batuta elegante y
sensible y de un solista dueño de un hermosísimo de sonido y emotivo a más no poder en su fraseo, pero es en la segunda de ellas, escrita precisamente para el violonchelista de Baku allá por 1966, donde este disco alcanza la categoría de imprescindible.
Y es que los dos artistas, aun con personalidades bien distintas entre sí, coinciden en ofrecer una lectura que, sin
renunciar a los aspectos corrosivos de la obra pero sin hacer tampoco hincapié
en ellos, se consigue una asombrosa fusión entre los dos facetas de la partitura. Por un lado, toda su
componente ambigua, inquietante, sombría y en más de una ocasión ominosa, teñida
de un considerable humor negro. Por otro, la profunda reflexión humanística, trágica y
por momentos rebelde, pero también de resignada aceptación del irremediable
destino final: no hace falta decir que, como tantas obras del autor, esta es una partitura sobre la muerte.
Por destacar algo, podríamos señalar la increíble manera de cantar del
violonchelo, con enorme vuelo poético, un fraseo muy flexible y ofreciendo una
amplia gama de colores y de matices expresivos. Tampoco es que nos sorprenda: hablamos del mejor violonchelista del siglo XX. La batuta aporta su consabido
dominio del color acentuando los ocres de las maderas –siniestras, no incisivas–
y sabe ofrecer su habitual elegancia y refinamiento sin estar fuera de tiesto;
por el contrario, aporta un fraseo tan amplio y pausado como bien sostenido –no
es fácil mantener la tensión interna en una obra tan desmaterializada–
y poniendo su olfato para la atmósfera, que tan bien le viene en las
interpretaciones del impresionismo, al servicio de esta recreación más ambigua
que visceral, más misteriosa que rebelde, un poco en la línea de lo que Rostropovich hará con la batuta, en
la década siguiente, dirigiendo las sinfonías del compositor.
Lo dicho, un clásico verdaderamente imprescindible. Si no lo han hecho ya, escúchenlo cuanto antes, y si es posible disfruten asimismo del registro de 1967 del propio Rostropovich con Svetlanov (Russian Disc), menos misterioso y más virulento que este dirigido por Ozawa. Ah, permítanme presumir: tengo la edición en CD de la serie Galleria dedicada por Rostropovich
himself.
5 comentarios:
Sé que es salirse un poco del tema pero...
Leyendo esta entrada, que me descubre una vez más joyas de la discografía que no conocía, me ha venido a la mente una grabación distinta de Rostropovich.
Cuando dices que es el mejor violoncelista del siglo XX pensé en sus Suites de Bach. Había una enorme expectativa cuando se supo que Rostropovich las grabaría, pero después, cuando EMI sacó la cosa, la crítica se quedó descolocada. ¿Qué opinión te merecen esas grabaciones, y cuáles son tus favoritas?
¡Un abrazo!
Estimado:
¿Podría dar el nombre del sitio ruso en done encontró el disco? Por su descripción, efectivamente parece ser una grabación a escuchar antes de morir.
Saludos!
Amigo Cristian Andrés, este es ruso del todo:http://rutracker.org/forum/index.php
Crstian Andrés, espero que haya encontrado el disco. Sergio, gracias por la ayuda.
Nemo, hace muchos años que no escucho las Suites de Rostropovich (¡esas también las tengo firmadas!). Recuerdo que me gustaron mucho, pero también que la articulación me pareció un tanto discutible, en exceso deudora de tiempos pasados. No es que sea yo precisamente un talibán historicista, pero creo que se pueden hacer las cosas de otra manera más interesante. Por ejemplo, en su momento me entusiasmó la grabación de 1998 (tiene otras dos, que desconozco) de Pieter Wispelwey. Y entre las tradicionales, pues Casals, Gendron... No descubro nada nuevo.
Hace pocas semanas escuché la de Jaap Ter Linden en Brilliant. Me gustaron bastante, pero sin terminarme de convencer. Tomé estas notas:
"Instrumento de 1703, de sonido bellísimo, muy cálido, al servicio de una interpretación de gran nobleza en el fraseo, honda y reposada, historicista en el mejor de los sentidos posibles, sensata y musicalísima, pero no muy variada en lo expresivo. Necesita una mayor diferenciación en el ritmo y el carácter de las diferentes piezas, un subrayado más claro de los ritmos de danza, mayor frescura e impulso en las piezas más extrovertidas. La meditación se impone a la postre frente a otras circustancias. Toma sonora espléndida."
Un saludo, y perdón por la tardanza en contestar.
Muchísimas gracias Fernando por tu detallada respuesta.
Yo conozco a fondo, porque las tengo, las de Casals y las de Bylsma.
Escuché varias veces, en su día, las de Rostropovich, pero había algo que no acababa de convencerme. En efecto, sonaban un tanto antiguas, en más de un sentido. Dado que la crítica se mostraba confusa, las dejé a un lado.
Tomo nota de Gendron y Wispelwey.
Al final, uno acaba gravitando en torno a estos grandes clásicos, una y otra vez.
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