Actualización – 4 de julio de 2023
Incorporo las dos más antiguas de las grabaciones de Bruno Walter, más dos de Barenboim y la de Jordi Savall. Además, vuelvo a escuchar la que hizo Barenboim con la English Chamber y a renovar el comentario correspondiente.
Actualización – 16 de agosto de 2016
Esta entrada se publicó originalmente el 26 de octubre de 2015. Entonces decidí centrarme en interpretaciones más o menos recientes, lo que dejó fuera una buena cantidad de importantes recreaciones de tiempos pasados. He intentado subsanar ahora la ausencia incluyendo comentarios sobre los registros de Furtwaengler, Britten, Fricsay, Böhm'79, Solti, Tate, Davis'81 y Levine. Además he añadido una filmación manifiestamente corsaria de Barenboim y la WEDO que tuvo lugar hace tan solo unos días; soy consciente de la problemática calidad audiovisual, pero tengo entendido que hubo grabación oficial y confío en que esta se comercialice. En total, he subido de 26 a 36 reseñas, con lo que creo que un amplio espectro de posibilidades interpretativas queda cubierto.
El texto anterior queda casi por completo como estaba, salvo el comentario a la filmación de Böhm realizada en 1969. He vuelto a escucharla, como también el registro del maestro en Berlín, y he decidido subirle la nota un punto, realizando algunas modificaciones en la reseña. Lo cierto es que entre este registro y el de la Berliner Philharmoniker no hay gran distancia: a los dos les pondría en torno al 8'5, pero como encuentro una ligera diferencia a favor del realizado en Viena, he preferido diferenciar la nota.
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La presencia de Barenboim esta semana en Andalucía para interpretar al frente de la WEDO las tres últimas sinfonías de Mozart –tengo entrada para el concierto de Granada de este miércoles– me anima a improvisar esta discografía de la Sinfonía nº 39 aun siendo consciente de que faltan algunas importantes referencias interpretativas. Quede así, en cualquier caso, a la espera de que en un futuro pueda completar la lista.
Una cosa antes de empezar: cada día me gustan más los instrumentos originales en Mozart y cada día me interesan en mayor medida las propuestas interpretativas renovadoras, pero también tengo cada vez más claro que resulta un error dividir las interpretaciones entre las que hacen uso de instrumentos originales y las que no, pues aun siendo cierto que las decisiones organológicas por fuerza influyen en los aspectos expresivos, lo importantes es distinguir qué idea, qué concepto de la música es el que pretende transmitir el director de turno. Por eso mismo, igual que evidencia un profundo despiste meter en el mismo saco el Mozart de un Klemperer, un Karajan y un Kubelik –alguien hablará de densidades germánicas y todo eso–, no resulta menos ridículo colocar juntos a un Pinnock, un Harnoncourt o un Herreweghe, tan diferentes entre sí por mucho que los tres hagan uso de instrumentos originales y una articulación alejada de la tradición.
1. Walter/Sinfónica de la BBC (EMI, 1934). Contaba ya 57 años el maestro Walter cuando realizó este registro en Abbey Road, pero se puede decir que es aún una interpretación “juvenil”, por no decir inmadura. La introducción la plantea solemne y un punto misteriosa, mas no dramática, para en seguida desarrollar un Allegro efervescente y muy bien trazado. En el Andante con moto está atento al pathos de la música, dejando un poco de lado lo que esta tiene de sensualidad y poesía; hay algún detalle amanerado. Correcto el Menuetto, de Trío algo dulzón. En el Finale, claramente, se precipita. (7)
2. Furtwaengler/Filarmónica de Berlín (Membran, 1944). Tal como arranca la obra se nos aparece el Comendador. Toda la introducción resulta agónica, por momentos visionaria, impregnada de una atmósfera ominosa que continúa recordando, más que con ningún otro director, a la penúltima escena de Don Giovanni. Arrollador, lleno de furia –pero furia admirablemente controlada– el Allegro que se abre a continuación. Lacerante, sin dejar de estar cantado de manera admirable, el Andante con moto, acumulando fuerza hasta descargar (¡genial tratamiento de los acordes conclusivos!) toda la tensión en el último compás. Hay fuerza y garra en el Menuetto, pero por desgracia las líneas de las maderas del trío no están bien delineadas. La vehemencia cargada de sentido trágico vuelve en el Finale. Nada de esto debe extrañar: estamos en 1944 y Furt, el Furt “de guerra”, dirige desde el dolor y para el dolor. Otro mundo. (9)
3. Erich Kleiber/Sinfónica de la Radio de Colonia (Decca, 1956). Tras una introducción teatral y con mucha fuerza se desarrolla una lectura ágil, con garra, en absoluto pesada pero por completo alejada de la trivialidad, a la que por desgracia le faltan encanto, sensualidad y aliento lírico. Por eso mismo funcionan magníficamente los movimientos extremos, un poco menos el muy rústico tercero y nada el segundo, cuyo dramatismo, que sí está atendido, no adquiere el carácter punzante y profundo que debe. La toma sonora evidencia su edad. (7)
4. Walter/Filarmónica de Nueva York (CBS, 1956): El maestro berlinés repite la interpretación veintidós años anterior añadiendo un punto de flexibilidad e inspiración, y quizá también de claridad. La toma, aunque monofónica, es muy superior. (8)
5. Klemperer/Philharmonia Orchestra (EMI, 1956). Una introducción particularmente lenta y solemne parece anunciar que el anciano maestro de Breslau va a optar por una extrema severidad granítica en la que la dilatación de los tempi y la densidad sonora van a convertirse en protagonistas. Pero no: en seguida el Allegro ofrece, siguiendo un tempo bastante rápido para tratarse de quien se trata, una buena dosis de agilidad, de dinamismo y de tensión sonora, aunque por descontado el rigor se imponga y no hay lugar para la flexibilidad ni para salirse de la más estudiada arquitectura. El Andante con moto sí que es lento, pero la tensión está perfectamente sostenida al tiempo que se despliega el mayor pathos posible; eso sí, aquí el humanismo mozartiano es sustituido por la más sesuda reflexión filosófica y, por ende, las sombras se impongan frente a las luces. No menos severo el Menuetto, aunque en el trío se asoma el peculiar humor socarrón klemperiano. En Finale, para terminar, sobresale por ofrecer –en realidad, como en toda la interpretación- una claridad absoluta en la polifonía, algo en lo que ningún otro director se acerca a Klemperer, lo que no deja de asombrar dado lo nutrido de las fuerzas –la fabulosa Philharmonia de sus mejores tiempos- que tiene a su disposición. Aunque solo fuera por poder escuchar con claridad todas y cada una de las notas escritas por Mozart en esta partitura, ya esta grabación resulta imprescindible. Mucho ojo, el triple SACD editado por EMI hace algunos años afirmaba incluir esta interpretación, pero en realidad llevaba la de 1962. Esta de 1956 es la primera vez que sale en compacto, en la caja enorme e imprescindible dedicada a Klemperer con todas sus grabaciones sinfónicas maravillosamente bien reprocesadas: esta es estereofónica y parece que fuera una década posterior. (9)
6. Walter/Sinfónica de Columbia (Sony, 1960). Una introducción poderosa que muestra un extraordinario dominio de la agógica ya evidencia que nos encontramos ante una interpretación comprometida que sabe aunar equilibrio, elegancia cálida –no distante y marmórea, como le pasará a Böhm– y un fuerte sentido dramático, audible sobre todo en el primer movimiento. El segundo está impregnado de patetismo, pero más desmayado que rebelde. Admirable el tercero, rústico y poderoso al mismo tiempo, con un trío lleno de delicia. Irreprochable el final, igual de bien desmenuzado que el resto de la sinfonía. (9)
7. Szell/Orquesta de Cleveland (Sony, 1960). A sus sesenta y dos años y sacando excelente partido de su espléndida orquesta norteamericana, el maestro húngaro ofrece un Mozart objetivo, musical, denso en lo sonoro mas no pesante, sereno antes que dramático sin estar exento de tensión interna ni de claroscuros, convenciendo sobre todo en un primer movimiento de gran fuerza expresiva y pinchando en un Andante con moto un tanto falto de carácter. El trío del Menuetto resulta delicioso, aunque en líneas generales, como es habitual en George Szell, se echa de menos un punto de sal y pimienta en esta interpretación. Buena mas no excepcional toma sonora en SACD. (8)
9. Klemperer/Philharmonia Orchestra (EMI, 1962). Repetición de la jugada, sin grandes diferencias con respecto a la interpretación seis años anterior. En todo caso, aún mayor depuración sonora y un poquito más de inspiración. Otro prodigio, en cualquier caso. La toma, realizada también en el Kingsway Hall, ha perdido distorsión y ganado cuerpo. Una vez más, formidable trabajo en el reprocesado de 2023. (9)
10. Britten/English Chamber Orchestra (Decca, 1962). Apartándose de manera considerable de la sonoridad de los Böhm, Szell, Kleperer o Fricsay, el autor de Peter Grimes consigue la cuadratura del círculo al ofrecer una versión de agilidad máxima, rápida en los tempi y efervescente –pero en absoluto nerviosa– en el fraseo, que al mismo tiempo está sostenida por una tremenda tensión interna y atiende en no pequeña medida a los aspectos dramáticos de la página, sin descuidar aspectos como la elegancia, la frescura e incluso el sentido del humor. Se anticipa en buena medida a lo que más tarde hará Barenboim con la misma orquesta, que aquí está espléndida y se encuentra tratada con esa mezcla de músculo y transparencia que tan bien le sienta a este repertorio. Lástima que la toma, procedente de los archivos de la BBC, sea monofónica y de calidad muy desigual. (9)
11. Böhm/Filarmónica de Berlín (DG, 1966). Interpretación robusta, poderosa, muy musculada pero también de apreciable claridad, trazo decidido y energía bien controlada, que apuesta por subrayar los aspectos más severos, hondos y dramáticos –muy atmosférica la introducción– de la página mozartiana, lo que también significa que resulta un tanto unilateral en su concepto y algo más pesante de la cuenta. Aun así, el trío del Menuetto es una verdadera delicia, logrando el maestro de Graz que las maderas de la orquesta de Karajan –tremenda su cuerda grave, bien puesta de relieve en la edición de HD Audio– fraseen con una cantabilidad y un encanto irresistibles. (8)
12. Barenboim/English Chamber (EMI, 1968). Tras una introducción especialmente dramática –en el sentido de operística–, hiriente y hasta desgarrada, se diría que rozando la genialidad si no fuera porque él mismo irá aún más lejos en futuras ocasiones, el maestro porteño ofrece una lectura viril, severa y de enorme tensión interna, que como es siempre es de esperar en sus recreaciones con la English Chamber –de tamaño muy reducido para lo que se acostumbraba en aquella época–, se encuentra dicha con enorme depuración y alcanza el punto justo de equilibrio entre densidad sonora, agilidad y claridad de planos. Solo de echa de menos un poco más de chispa y de sensualidad en algún momento para enriquecer el concepto. (9)
14. Krips/Concertgebouw (Philips, 1972-73). Naturalidad, elegancia, exquisito gusto y una extraordinaria fluidez en el fraseo son las grandes bazas, junto con la soberbia calidad de la orquesta holandesa, de esta interpretación que, pese a su alto nivel, no termina de ser del todo convincente. Probablemente el maestro acierta al restarle al Andante con moto la excesiva lentitud y densidad sonoras con que a veces se aborda, pero también es cierto que por el camino pierde algo de hondura y, sobre todo, de garra dramática. El Menuetto resulta un punto soso, mientras que en los movimientos extremos, siendo francamente buenos, cosas mejores se han escuchado. (8)
15. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1975). Aunque quede bien patente su obsesión por la suntuosidad, por la belleza sonora y por los contrastes dinámicos –opulenta a más no poder la sonoridad de la formación alemana, siempre con la cuerda grave bien presente–, lo cierto es que Karajan nos da aquí una gratísima sorpresa al no buscar esos objetivos en sí mismos, para por el contrario ponerlos al servicio de una idea interpretativa rica, coherente y dicha con tanta convicción como entusiasmo en la que la gravedad y la potencia expresiva de la lectura de Karl Böhm con la misma orquesta se enriquece con una buena dosis de animación, de sensualidad, de frescura y, en general, de variedad expresiva, todo ello sin relegar el carácter lacerante y dramático de no pocas frases de la partitura y aportando además acentos operísticos por completo adecuados. El Menuetto, eso sí, y como ocurre en la mayoría de las interpretaciones tradicionales, resulta un punto pesante y carece del impulso rítmico y de la rusticidad del ländler. (9)
16. Maier/Collegium Aureum (Deutsche Harmonia Mundi, 1978). En teoría esta es una aportación pionera dentro del historicismo, porque se utilizan instrumentos originales y la formación, reducida en número de integrantes, está dirigida desde el primer violín, pero lo cierto es que el fraseo y la articulación resultan por completo tradicionales, lo mismo que el equilibrio de planos sonoros y los tempi utilizados. En cualquier caso, conviene no perderse en digresiones filológicas: a despecho de una relativa falta de matices en general y de un Menuetto no del todo interesante, los resultados son espléndidos gracias a la frescura, a la intensidad bien controlada, al buen equilibrio entre luminosidad y drama, a la agilidad no confundida con ingravidez y al espíritu genuinamente mozartiano que los integrantes de este Collegium Aureum, con su primer violín Franz Josef Maier a la cabeza, son capaces de desplegar. (9)
17. Böhm/Filarmónica de Viena (DG, 1979). Ahora sí, Karl Böhm en el cenit de su inspiración ofreciéndonos un Mozart tan marmóreo como siempre, tan distanciado y tan ajeno a lo temperamental, pero esta vez con el mayor grado posible de depuración sonora, de elegancia en el trazo y de vuelo poético, también de sentido dramático y de hondura reflexiva, corrigiendo además toda la pesadez de sus recreaciones anteriores y aportando una sonoridad al mismo tiempo poderosa y ligera –auténtica cuadratura del círculo– a la que no son ajenas las conocidas cualidades de una Filarmónica de Viena, bellísima y de musicalidad excelsa, que se encontraba también en su mejor momento. El Menuetto, eso sí, puede resultar en exceso solemne, si bien el Trío resulta tan prodigioso o más que el de sus anteriores registros. La toma sonora es extraordinaria para la época. Solo una pega: este disco resulta dificilísimo de localizar. (10)
18. Kubelik/Sinfónica de la Radio Bávara (Sony, 1980). Kubelik fue en Mozart –y no solo en Mozart– el maestro de la fluidez en el fraseo, de la agilidad sin nerviosismos y de la elegancia no amanerada, alcanzando siempre un admirable punto de equilibrio entre belleza formal y hondura dramática que le permitía ofrecer frescura, animación y luminosidad –nada hay aquí de “brumas germánicas”– sin renunciar al sentido del pathos. Por desgracia, en esta nº 39 de incuestionable altura las cosas no terminaron de funcionar: excesivamente apolíneo en el enfoque, o quizá no del todo comprometido, lo cierto es que se echan de menos tanto la electricidad como el vuelo poético de otros grandes recreadores de la página, por no hablar de los acentos dolientes que deben hacer acto de presencia aquí y allá para que la interpretación de esta sinfonía sea redonda. La orquesta está formidable, por descontado, aunque para un oído actual los vientos –muy bien delineados, por lo demás– no tienen la suficiente presencia. (8)
19. Bernstein/Filarmónica de Viena (CD DG y DVD Euroarts, 1981). Recreándose de manera indisimulada en la belleza sonora de la Filarmónica de Viena –sin caer en el narcicismo– y haciendo gala de un fraseo amplio y opulento, pero absoluto pesante, el ya anciano Bernstein ofrece una interpretación entusiasta y de enorme fuerza expresiva al tiempo que atentísima a al trazo global y al entramado polifónico –las maderas siempre están presentes– en la que logra combinar combina un abierto dramatismo –no solo en el Andante, sino también en una introducción particularmente desgarradora en la que se escuchan los ecos de Don Giovanni– con el más fogoso goce sensual, siempre servidos con la elegancia y el equilibrios que demanda el Clasicismo. En cualquier caso, y frente a un Menuetto muy bello pero quizá en exceso tradicional, hay que destacar el sobresaliente nivel de los movimientos extremos, de una comunicatividad y una perfección técnica como pocas veces se ha escuchado. (10)
20. Colin Davis/Staatskapelle de Dresde (Philips, 1981?). Orquesta de la más pura tradición germánica y batuta en plena madurez para una recreación clásica en el mejor de los sentidos, extremadamente cálida y comunicativa, fraseada con una naturalidad, una cantabilidad y una efusividad supremas, que deja al margen el pathos y los claroscuros dramáticos, como también el sentido de la rusticidad o de lo incisivo que encontramos en otras interpretaciones, para decantarse por el lado más luminoso, más noble y más humanístico de estos pentagramas. Y haciéndolo, claro está, con una belleza formal suprema y sin caer en modo alguno en la pesadez ni, menos aún, en lo trivial ni lo descafeinado. Podrán preferirse otros enfoques, pero en el sendero de lo apolíneo esta interpretación es un modelo. Toma sonora gloriosa. (10)
21. Solti/Sinfónica de Chicago (Decca, 1983). El Mozart de Sir Georg fue por lo general magnífico. Sonado en el punto exacto de equilibrio entre músculo y agilidad, magníficamente desmenuzado, lleno de sentido teatral, rico en claroscuros, con un punto de insicividad muy adecuado y recorrido por esa electricidad bien controlada que es rasgo distintivo del maestro. Sin embargo, en esta ocasión las cosas funcionaron de manera desigual, al menos en un primer movimiento sin toda la garra que se pudiera esperar y, sobre todo, en un Andante con moto algo frío, escaso de sensualidad y de humanismo. El Menuetto es espléndido, y al mayor nivel posible imaginable el arrebatador Allegro conclusivo: los finales siempre fueron especialidad del maestro. Soberbia la orquesta, por descontado. (8)
22. Tate/English Chamber Orchestra (EMI, 1984). Ya desde una introducción especialmente solemne empieza a apreciar que esta interpretación recuerda en no poca medida a la registrada dieciséis años antes por Daniel Barenboim al frente de la misma orquesta. Es decir, sobria y poderosa, severa mucho antes que sensual, lenta y de marcado contenido dramático, por ello mismo no muy seductora para quienes deseen entrar en esta obra de la manera más directa, pero no por ello precisamente escasa de fuelle y electricidad en unos movimientos extremos de excelente trazo. Lo que más destaca, en cualquier caso, es el increíble virtuosismo de la English Chamber, particularmente en lo que a las maderas se refiere, y la manera en que el maestro británico se sirve del mismo para desmenuzar de manera increíble todo el entramado polifónico de la partitura. Posiblemente no exista una sola versión mejor tocada y desmenuzada que esta. Solo por eso ya se merece la máxima nota. Eso sí, técnicamente la edición es problemática: aunque la toma sonora parece muy buena, el Andante con moto se encuentra recogido con una toma sonora bastante más lejana que el resto, o al menos suena a muy inferior volumen. (10)
23. Levine/Filarmónica de Viena (DG, 1986). Dicen que la Wiener Philharmoniker toca sola, al menos en este repertorio. Mentira: escúchese la nº 39 que pocos años antes hicieron Böhm y Bernstein junto a la emblemática formación y compárese con lo que hace Jimmy. Ni siquiera ella parece la misma. Ha perdido buena parte de su belleza sonora, las texturas suenan amazacotadas –no hay un trabajo de análisis orquestal, tal vez ni siquiera hubiera ensayos– y los solistas intervienen sin la inspiración poética de antaño. Tampoco Mozart es el de antes. El fraseo resulta pedestre, rutinario, vulgar incluso. No se aprecian apenas matices ni diferenciación de ambientes expresivos, particularmente en un deplorable Andante con moto frívolo y dicho por completo de pasada. En el movimiento inicial hay energía, pero todo suena muy primario. Mejor funciona la segunda mitad de la obra, pues en el Menuetto Levine apuesta por evitar la pesadez –ni rastro de elegancia en el trío, por descontado– y en el Finale, además de entusiasmo, inyecta unas gotas de ese sentido del humor que es uno de los puntos fuertes de su batuta. La toma sonora tampoco es la mejor posible. (6)
24. Wand/Sinfónica de la NDR (RCA, 1990). El director alemán no podía menos que ofrecer una lectura rigurosamente tradicional, amplia, densa y con músculo, también algo pesadota –no muy rústico aunque encantador el Menuetto– y sin mucha personalidad. Tampoco resulta particularmente poética o emotiva, ni tiene especial chispa o elegancia, pero sí se halla atenta a los aspectos dramáticos de la página. La realización es buena pero no especialmente clara ni depurada. Toma sonora algo difusa. (7)
26. Giulini/Filarmónica de Berlín (Sony, 1992). Ya desde la poderosa y densa introducción, que como ocurría con Bernstein trae a la mente a la escena del Comendador en Don Giovanni, se deja claro que no solo nos vamos a encontrar ante una recreación de corte tradicional, sino además especialmente amplia y robusta, con claro predominio de la cuerda –muy nutrida– sobre viento y metal, basada en un marcado legato y en la dilatada cantabilidad de las frases largas, en la que el maestro ofrece una visión todo lo serena, humanística, cálida y efusiva en él esperable, pero también de profunda hondura reflexiva y poderosa fuerza visionaria, amén de dicha con una lógica y una naturalidad pasmosas. El Finale se hubiera preferido algo más animado, pero es coherente con el resto. A destacar la maravillosa manera en la que hace cantar a las maderas en el trío del tercer movimiento. Talibanes del historicismo, abstenerse. (10)
27. Koopman/Orquesta Barroca de Ámsterdam (Erato, 1994). Adoptando una posición por completo historicista pero sin caer en un fraseo excesivamente liviano, en excesos teatrales o en frivolidades expresivas, Koopman triunfa al transmitir todo el dramatismo y hasta la congoja que anidan en los pentagramas, si bien se queda algo corto en el Andante con moto a la hora de desplegar vuelo lírico y sensualidad. Muy rústico el Menuetto, con interesantísimas ornamentaciones en el trío. Decididos, vibrantes e irreprochables los movimientos extremos. (9)
28. Pinnock/The English Concert (Archiv-DG, 1994). La integral de Pinnock vino a dejar claro que las novedades –en acentuación, en sentido del ritmo, en equilibrio de planos, en colorido– aportadas por el uso de instrumentos originales y la adopción de un fraseo historicista no son incompatibles con la naturalidad en el fraseo, ni con la sensatez en los tempi, ni con el equilibrio entre luminosidad y fuerza expresiva –incisivos y dolientes acentos en el Andante, lleno de fuerza el Finale–, y que por ende es posible ofrecer un Mozart de concepto tradicional –ligereza sonora no significa trivialidad ni expresión descafeinada– mediante un ropaje sonoro no ya distinto del habitual, sino a todas luces más ajustado con la realidad de la música de su tiempo. Otra cosa muy distinta es que a los movimientos impares se les pueda sacar más partido, o que las maderas queden un tanto desdibujadas, aunque esto último se puede deber en parte a una toma sonora perjudicadas por la excesiva reverberación del Henry Wood Hall y no del todo clara. Por eso mismo, quizá, la interesantísima aportación de un clave al continuo resulte difícilmente perceptible. (9)
29. Norrington/Sinfónica de la Radio de Stuttgart (DVD Arthaus, 1996). Este documental con ensayo e ejecución completa de la obra nos permite comprobar que, al frente de una orquesta grande de instrumentos modernos –que tampoco es gran cosa, dicho sea de paso–, Sir Roger no se muestra en absoluto más radical que un Harnoncourt e incluso un Rattle cuanto intentan aplicar criterios historicistas a una interpretación sin instrumentos originales, sino más bien lo contrario. Por esto mismo, e independientemente de que a algunos aficionados les chirríe la articulación históricamente informada en cualquier interpretación que haga uso de ella, no hay que responsabilizar a la filología interpretativa de la mediocre interpretación que aquí reciben los dos primeros movimientos de esta sinfonía, sino la incapacidad de Norrington para extraer verdadera poesía de los pentagramas debido a su deseo de trivializarlo todo, a su pretenciosidad y a sus arranques de mal gusto, aunque tampoco le podemos negar –eso hay que reconocérselo– ganas de hacer música y un buen impulso en los momentos más chispeantes de la obra: el Finale, aunque no dicho precisamente con pinceles finos, funciona bastante bien. (6)
30. Jaap Ter Linden/Mozart Akademie Amsterdam (Brilliant, 2002). Lógicamente influido por las interpretaciones del repertorio clásico bajo la dirección de Tom Koopman de la Orquesta Barroca de Ámsterdam a la que él mismo perteneció, el maestro holandés ofrece una lectura marcadamente historicista en la sonoridad –circunstancia que a algunas sensibilidades irritará de manera considerable, sobre todo en lo que a los sonidos fijos de la cuerda se refiere– pero bastante sensata en lo expresivo, sin precipitaciones, frivolidades ni excesos, fraseada con suficiente holgura y atenta al equilibrio polifónico. Si no funciona es porque Ter Linden no logra inyectar tensión interna, nervio y sentido de los contrastes a esta partitura, que con frecuencia suena alicaída, canija incluso, y casi siempre bastante ajena tanto al vuelo poético, a la frescura mozartiana y a la elegancia clasicista. Se agradecen, en cualquier caso, las ornamentaciones en el Trio del Menuetto, que también hacía Koopman y volverá a hacer Gardiner. (6)
31. Gardiner/The English Baroque Soloist (SDG, 2006). Muy buena toma sonora en vivo –realizada en una sola noche y sin correcciones, y por ello acusando algún fallo de ejecución– que recoge de modo fidedigno el Mozart de Gardiner, seco y adusto como pocos, recortado en el fraseo, por completo alejado de la emotividad lírica, de la sensualidad y de la hondura humanística, pero al mismo tiempo lleno de electricidad controlada, vibrante y de implacable sentido dramático, entendiendo por esto tanto la presencia de elementos lacerantes como la referencia al mundo de lo operístico tan presente en el último Mozart sinfónico. Únicamente las ornamentaciones del trío en el Menuetto –incisivo y rústico mucho antes que risueño, eso desde luego– pone una nota de color en esta lectura cincelada en severo granito neoclásico. (8)
32. Mackerras/Scottish Chamber Orchestra (Linn, 2007). Interesante intento de sintetizar no solo las sonoridades tradicionales y las historicistas, sino también el temperamento dramático con la ligereza y hasta la coquetería, siempre haciendo gala de un trazo ágil y una tímbrica incisiva, con colores historicistas en los metales. El problema es que el equilibrio entre los diferentes componentes de la música mozartiana no está conseguido. Por ejemplo, la introducción al primer movimiento resulta brutal, tosca, más que impactante, pero el resto del movimiento está bien. El segundo es trivial, en exceso aéreo y algo pimpante, amén de carente de vuelo lírico y emotividad. El Menuetto está muy bien dentro de su línea rústica. El Allegro conclusivo también funciona sin problemas, aunque es más brioso que elegante. Espléndida la grabación. (7)
33. Jacobs/Orquesta Barroca de Friburgo (Harmonia Mundi, 2008). Lectura muy historicista, tanto por la sonoridad de la orquesta, de cuerda delgada y muy ácida, frente a metales poderosos, como por el fraseo particularmente ágil, incisivo y recortado que le lleva a ofrecer alguna que otra frase en exceso amanerada. Sin embargo, el concepto que maneja Jacobs se encuentra cercano del dramatismo y el sentido trágico de algunos directores tradicionales, pero sobre todo de la teatralidad digamos operística de un Harnoncourt. Muy vibrante el primer movimiento. El segundo sabe ser dramático pero no destila poesía, estando fraseado con excesivo nervio. Rapidísimo y muy original el Menuetto. Finale con garra, aunque alguna acentuación resulta caprichosa. (7)
34. Brüggen/Orquesta del Siglo XVIII (Glossa, 2010). Ya una introducción amplia, grave y con grandeza, al tiempo que dicha con elegancia y sentido cantable, nos deja bien clara la sintonía del veterano Brüggen –setenta y cinco años contaba el maestro cuando se realizó en Róterdam esta toma en vivo– con esta partitura que recibe aquí una lectura historicista tan admirable –un punto más rústica en la sonoridad de la orquesta de instrumentos originales– como la de Pinnock, pero ofreciendo una visión diferente. Si el maestro británico alcanzaba un excelente equilibrio entre luces y sombras, lo risueño y lo amargo, Brüggen decide prestar un poco de más atención, siempre dentro la severidad neoclásica que caracteriza su modus operandi directorial y su total renuncia a cualquier efectismo o amaneramiento, hacia los aspectos más dramáticos de la pieza, por lo demás recreada con intensidad bien controlada, un fraseo de apreciable cantabilidad y una belleza sonora que no conoce preciosismos, así como con enorme vitalidad en el Finale. Eso sí, no se entiende cómo en este movimiento se le escapan algunos decisivos diálogos de la madera, porque la toma sonora es muy buena –sobre todo en HD Audio– y no parece que la culpa sea de ella. Muy curioso el regulador con el que se cierra la interpretación. (9)
35. Herreweghe/Orchestre des Chams-Elysées (Phi, 2012). Interpretación de sonoridad muy hermosa, polifonía muy bien trabajada e incuestionable comunicatividad que, aun sin ser en modo alguno radical en sus planteamientos historicistas, molesta seriamente por el fraseo en exceso grácil y aéreo, por momentos pimpante e incluso amanerado, de los dos primeros movimientos, que además están dichos con excesiva precipitación y sin dejar a la música respirar con holgura, y por ende pasando por encima de muchas de las posibilidades expresivas que encierran. Funciona muchísimo mejor el Menuetto, de atractivos timbres rústicos; en el muy correcto Finale nada hay que reprochar. La toma sonora es excelente. Un seis –o menos– para la primera mitad de la obra, un ocho para la segunda. (7)
36. Adam Fischer/Orquesta de Cámara Nacional Danesa (Dacapo, 2012-2013). La introducción resulta francamente atractiva, operística en el tono, con unos metales atrevidos y una cuerda muy lacerante, pero a partir de ahí se evidencia que el intento por parte de Fischer de aunar historicismo e instrumentos modernos en una línea bastante similar a la de Harnoncourt, esto es, con sonoridades rústicas, marcado sentido del ritmo y una apreciable incisividad, tiene algo de impostura por faltar tanto la poderosa personalidad del maestro berlinés como, sobre todo, una idea expresiva clara detrás, dando la impresión de que la forma interesa a la postre más que el contenido. Hay, en cualquier caso, muchas cosas interesantes aquí, y si el Andante puede llegar a irritar por sus sonoridades lánguidas y amaneradas –cuerda sin vibrato alguno y fraseando de modo aéreo–, el Menuetto resulta atractivo por su manera de acentuar marcando el carácter de länder, mientras que en el Finale, que parece empezar de manera en exceso apresurada y lineal, hay multitud de detalles en las dinámicas y en el fraseo, así como interesantes cambios de atmósfera después de cada uno de los silencios, que terminan haciendo la audición cuanto menos novedosa y atractiva; se compartan o no sus ideas, Fischer materializa éstas de manera irreprochable y lo hace inyectando muy evidente entusiasmo. Espléndida la toma sonora. (8)
37. Rattle/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2013). Otro intento de fusión tradicional e historicista, con timbales de baquetas dudas, tempi apremiantes y fraseo muy aligerado, pero con resultados irregulares al no tener muy claro Rattle el trasfondo expresivo que hay que comunicar por encima de todas estas cuestiones filológicas. Así las cosas, resultan magníficos los movimientos extremos, ágiles, electrizantes y teatrales. Decepciona el Andante, de fraseo en exceso coqueto y pimpante, además de ajeno a la sensualidad y al lirismo. Mejor el Menuetto, de adecuado sabor rústico pese a algunas acentuaciones innecesariamente coquetas y un regulador final innecesariamente suave. Decididamente, Sir Simon no se aclara. (8)
38. Harnoncourt/Concentus Musicus Wien (Sony, 2013). Muchos años después de sus registros con la Orquesta del Concertgebouw y la Orquesta de Cámara de Europa, el maestro berlinés graba por fin las últimas sinfonías de Mozart con su formación de instrumentos originales de toda la vida. Da igual el instrumento: Harnoncourt siempre hace de Harnoncourt, para bien o para mal, y aquí lo que hace es radicalizar sus planteamientos anteriores haciendo gala de no se sabe muy bien si enorme riesgo e imaginación, o más bien de ganas de ser diferente a toda costa; en cualquier caso, lo hace demostrando un gran conocimiento de lo que tiene entre manos y haciendo uso de una orquesta más adecuada para los fines perseguidos. Así las cosas, y tras una introducción tan teatral como espasmódica, nos entrega un Allegro vibrante en la que son protagonistas su particular sentido de la incisividad en el fraseo, su tendencia a dar protagonismo a metales y percusión, sus conocidas asperezas, sus acentuaciones inesperadas y su preferencia por los contrastes dramáticos antes que por la elegancia o la sensualidad. El Andante con moto dista de convencer por sus extremos contrastes entre pasajes lánguidos y ataques innecesariamente feroces; los claroscuros son aquí protagonistas por encima de la profundidad expresiva. El Menuetto, muy distinto a la mayoría de las interpretaciones, más rústico que nunca, recoge como ninguna otra grabación el espíritu de länder, pero a costa de resultar precipitado para muchos paladares. En el Finale también nos depara sorpresas con el relieve que otorga a los silencios. A la postre Harnoncourt dice tantas cosas nuevas sobre esta obra que el conocimiento de su propuesta, preferiblemente en esta más heterodoxa y atrevida grabación de Sony, me parece obligatorio. (8)
39. Barenboim/WEDO (Medici TV, 2015, filmación en la sede de la ONU en Ginebra). No hay cambio considerable de concepto en la praxis interpretativa con respecto a su registro con la ECO nada menos que cuarenta y siete años anterior, pero sí un considerable enriquecimiento en la expresión. La introducción ha perdido algo del extremo carácter lacerante de entonces y ha ganado en atmósfera. El Allegro sigue siendo vibrante, pero ha adquirido luz y sensualidad, justo como ocurre con un Andante que, aunque parezca paradójico, es ahora más hondo y amargo. El nuevo Menuetto es muy preferible al anterior: ahí están el sentido cantable, la chispa y la alegría de vivir que esta música necesita. Y espléndido el Allegro conclusivo, lleno de vida y estupendamente diseccionado. (9)
40. Barenboim/WEDO (YouTube, Teatro Colón 2016, actualmente no disponible). Cuarenta y ocho
años, quién lo diría, separan esta interpretación de la que grabó el artista de
Buenos Aires al principio de su carrera. El tiempo no pasa en balde: el enfoque
sigue manteniendo esa mezcla de dramatismo y reflexión que caracterizan al
maestro, pero ahora no solo materializa con mayor inspiración aún sus ideas
sobre lo trágico y lo ominoso –tremenda la introducción, por momentos
aterradora–, sino que además añade una buena dosis de frescura, de sencillez bien
entendida –encantador el Menuetto–, de calidez y hasta de esa sensualidad y esa
delectación en la belleza sonora que rehuía antaño. El resultado, una
interpretación riquísima en concepto, diríase que modélica en este sentido, que
además se encuentra expuesta con meridiana claridad en lo sonoro –la West Eastern Divan suena mozartiana a más no poder, con carne pero sin pesadez
alguna– y con enorme comunicatividad en lo expresivo. Eso sí, que nadie espere
el sentido de la ligereza, de lo rústico y de lo incisivo que caracteriza a
muchas de las lecturas recientes: Barenboim sigue manteniendo incólume la gran
tradición interpretativa centroeuropea, esa misma que se encuentra tristemente en peligro de extinción en lo que a este repertorio se refiere. (9)
41. Savall/Le Concert des Nations (Alia Vox, 2018). Ya desde el primer minuto de la obra quedan en evidencia algunos de los problemas de esta interpretación: fraseo raquítico en la cuerda, claro desequilibrio de esta frente a los vientos y, sobre todo, unos molestísimos timbales en primer plano enturbiando el discurso y que, además, se ven realzados por una acústica reverberante –Colegiata de Cardona– inconveniente para esta música. A partir de ahí, Savall despliega energía, teatralidad y entusiasmo en todo el Allegro, pero haciendo gala de una planificación tosca, alentando toda clase de excesos e incluso subrayando algunas líneas que no son sino relleno armónico mientras que algunas de las más importantes quedan injustamente relegadas. Claro que peor aún es el Andante con moto, dicho con ese fraseo pimpante, saltarín y frívolo de las malas interpretaciones historicistas –o influidas por el historicismo, como las de Abbado en sus últimos años–, y que no se debe confundir con la articulación necesariamente ágil e incisiva que debe tener toda interpretación históricamente informada”. Estaría bien el Menuetto –dicho con rapidez, marcando el compás de tres negras en un solo movimiento de bajar la mano, tal y como dejó claro Harnoncourt– si no fuera una vez más por la omnipresencia de los timbales; se escuchan muy gratamente las ornamentaciones del clarinete, que hacen que la pieza suene más ländler que nunca. El último movimiento, en la línea del primero. La orquesta deja en evidencia sus limitaciones. (6)
42. Barenboim/Orquesta de la Scala de Milán (vídeo actualmente no disponible). La introducción de la Sinfonía n.º 39 es de una lentitud extrema, nada menos que 3’33’’. Comparemos: Furtwängler/Berlín (1953) 2’53’’, Klemperer/Philharmonia 2’25’’, Böhm/Berlín 2’48’’, Karajan/Berlín 3’01’’, Giulini/Berlín 3’02’’, Ozawa/Saito Kinen 2’15’’. Y atención a los históricamente informados: Hogwood 1’44’’, Brüggen 2’34’’, Harnoncourt/Concertgebouw 2’06’’, Gardiner (en su propio sello) 2’13’’, Manacorda 1’44'', Minasi 1’29''. ¿Y comparando con él mismo? 3’02’’ con la English Chamber, 3’10’’ con la WEDO. Estos 3’33’’ de La Scala baten todos los récords habidos y por haber. Ni que decir tiene que el planteamiento expresivo resulta gótico en grado extremo, y que no es otro que Furt, tanto en su grabación antes referida como en la introducción de su filmación de Don Giovanni, el que viene a la mente: se abren las puertas del mismísimo infierno y entramos en el terreno del dolor más punzante. El Allegro se desarrolla con holgura y naturalidad, gozando de la música al tiempo que se relevan, aquí y allá, acentos que otorgan relieve y riqueza de significaciones expresivas. ¡Y qué magistral dominio de la agógica, de los matices y de la plasticidad orquestal evidencia el argentino! El Andante con moto lo lleva con tanta o mayor lentitud que ya le escuchamos en Granada y Sevilla: nada menos que 11’54’’, una pasada si volvemos a entrar en comparaciones: Furt 8’38’’, Klemperer 9’35’’, Böhm/Viena 7’55’’, 9’31 el propio Barenboim con la WEDO. En sus manos, este movimiento es la demostración perfecta de cómo la música de Mozart alberga un intenso amargor, pero Barenboim ya no necesita mantenerse en la adustez de aquella antigua grabación con la English Chamber: ahora hay mucho más espacio para la morbidez en el fraseo, la sensualidad contemplativa y, sobre todo, para el sentido del canto, ingrediente este último que va a ser denominador común de estas interpretaciones de las tres sinfonías. Que se note que estamos en La Scala. Amplio el Menuetto, pero en absoluto pesado ni solemne. Que aquí me parezcan más acertados los planteamientos interpretativos historicistas no me impide considerar esta lectura como una de las más bellas que haya escuchado. ¡Qué canto el del clarinete en el ländler, qué delicia! Gozoso y muy bien hilado el movimiento conclusivo, lleno de fuerza pese a la lentitud (4’37’’, frente a los 4’05'' de su filmación en la ONU) y por mucho que físicamente el maestro no se encuentre en su esplendor: una cosa es lo que se ve y otra muy distinta lo que se escucha. (10)
17 comentarios:
Hay muchísimas pero si se encuentra la de Furtwaengler le impactará lo personal que es.
Echo en falta la versión de Tate, que tiene la integral de todas las sinfonías de Mozart (incluso las que no están numeradas)...
Un abrazo,
Jon
Pues yo echo en falta la de Karl Bohm con la Filarmónica de Viena.Por lo demás extraordinario como siempre. Gracias.AMCSánchez.
Espléndido trabajo, al igual el resto de discografías comparadas del blog. Gracias. A las señaladas en los comentarios anteriores también se podría añadir la de Josef Krips con la Royal Concertgebouw.
Gracias a todos.
Me hubiera gustado mucho comentar esas versiones, que desde luego tenía en mente, pero en esta ocasión no ha sido posible. De hecho, ni siquiera sé muy bien de dónde he sacado tiempo para preparar esta entrada.
Por otra parte, la creo que ausencia de esas interpretaciones clásicas se ve parcialmente compensada con la presencia de una serie de grabaciones muy recientes que dan buena cuenta de cómo ha evolucionado la interpretación de esta partitura a lo largo de estos últimos años. Saludos cordiales.
Quizás para una revisión de la entrada en un futuro, me gustaría dejar apuntadas algunas versiones interesantes.
Primero, la ya mencionada y clásica grabación de Josef Krips con la Royal Concertgebouw.
Segundo, la de Pablo Casals con la Marlboro Festival Orchestra.
No sé si Sándor Végh la grabó, pero me encanta todo el clacisismo grabado por él.
Son tantas las versiones que es imposible comentarlas todas. Yo me acuerdo ahora de las últimas de Solti y Menuhin (Virgin).
Don Fernando, esperamos (yo al menos) con impaciencia sus impresiones del concierto de Barenboim.
Alberto Ayas
Vuelvo a agradeder las recomendaciones, pero recuerdo que desde el principio avisé de la carencia.
Aprovecho para corregir la fecha de la grabación de Klemperer comentada: es la de 1956. Saludos a todos.
Me corrijo de nuevo: la interpretación de Klemperer, como puse desde el principio, es la de 1962. El sello EMI se equivocó al datarla en la carpetilla del SACD, que es la edición que yo tengo. Al menos, así lo afirma la completísima discografía del genio de Breslau disponible en el siguiente enlace:
http://www.archiphon.de/arde/discologica/OK-Disco-composer-WU.pdf
La grabación tardía de Böhm puede encontrarse en la caja llamada "Late Recording"s dedicada al maestro austríaco porr DG (23 Cds).
Dejo aquí un enlace al cofre. Es caro, pero seguro que puede encontrarse en otro sitio más barato. Incluye las magníficas grabaciones de la Octava de Schubert, la Vida de Héroe de Strauss, las últimas sinfonías de Mozart, las magníficas de Haydn, Tchaikovsky, la prodigiosa Novena de Beethoven, etc. grabadas muy al final de su carrera por Böhm. Algunas de estas grabaciones son, o eran, como apuntaba Fernando, difíciles de encontrar en CD.
https://www.amazon.es/Böhm-En-Viena-Grabaciones-Tard%C3%ADas/dp/B00UW6AFXO/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1471863242&sr=8-1&keywords=late+recordings+böhm
Impresionante trabajo, muy agradecido por este exhaustivo repaso. Hay tantas versiones posibles para hincarle el diente... En mi caso, me apasionan las de Bruno Walter y Giulini, que me parece que se salen. Estaré atento al último Bohm que decís, tenía de él una grabación tomada de radio clásica que también me encantaba pero no conozco el año. Quizás yo le pondría más nota a Mackerras, me encanta su versión con la orquesta de cámara escocesa, por cómo la hace sonar... Un saludo
Me uno a Nemo en su entusiasmo con las últimas grabaciones de Karl Böhm. No tengo ese cofre porque ya poseo casi todos esos discos sueltos. A mi entender, todo el conjunto forma uno de los pilares de la interpretación orquestal en el siglo XX.
Carlos Alberto, muchas gracias por compartir sus impresiones. Reciba un cordial saludo.
Muchas gracias por esta página. No es la primera vez que leo sus comentarios y, como es lógico, no siempre los comparto. Ahora bien, al empezar a leer este me temí lo que luego comprobé: inexorablemente, la relación acaba con Daniel Barenboim, cuya interpretación, inexorablemente, en su opinión, merece un 10. ¡Qué devoción!
Pues nada, Carlos Alberto, si usted piensa que es devoción, o sea, un sentimiento cuasi religioso que poco tiene que ver con la interpretación musical propiamente dicha, nada puedo hacer para convencerle de lo contrario. Gracias por el interés por la página, en cualquier caso.
"Lo que mas destaca, en cualquier caso ..." Son las gafas!
Núm 22- Maestro Tate.
Aprovecho para pedirme el 1 de Brahms El sábado lo toca Lejonkaya ( que me perdonen si la he bautizado ) en Berlín...pero tengo deberes familiares en Tenerife. Que se le va a hacer. Sin Arteta, eso sí.
Fernando,
Perdón, pero te faltó poner la calificación de "39. Barenboim/WEDO (Medivi TV, 2015, filmación en la sede de la ONU en Ginebra)."
Y como siempre, muchas gracias por tus comparadas.
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