Y luego tenemos a Sir Colin Davis, la Sinfónica de Londres y un coro que no es en absoluto inferior al de Gardiner: Tenebrae. En su conjunto, es quizá este Mesías –registrado en diciembre de 2007 y editado en doble SACD por LSO Live– el que más me gusta, como ya expliqué hace años en este mismo blog. ¡Feliz Domingo de Pascua!
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
domingo, 31 de marzo de 2013
¡Aleluya!
Y luego tenemos a Sir Colin Davis, la Sinfónica de Londres y un coro que no es en absoluto inferior al de Gardiner: Tenebrae. En su conjunto, es quizá este Mesías –registrado en diciembre de 2007 y editado en doble SACD por LSO Live– el que más me gusta, como ya expliqué hace años en este mismo blog. ¡Feliz Domingo de Pascua!
domingo, 24 de marzo de 2013
La Pasión según San Otto Klemperer
Dos chascos. Uno, pequeño: tímbricamente este registro sigue sin sonar bien (no he podido hacer la comparación con mi antigua copia), aunque también es cierto que la gama dinámica es amplísima, recogiendo muy bien el contraste entre los recitativos, las arias con sus correspondientes obligati y el despliegue de masas corales, aquí de enorme tamaño. Eso sí, he usado una opción de mi receptor que “estira” los dos canales originales hasta los siete que tengo alrededor de mi asiento, consiguiendo así que las dos orquestas y los dos coros usados por Bach estén colocados de manera perfectamente antifonal, a mi derecha y mi izquierda, mientras que los solistas se distribuyen a mi alrededor.
El otro chasco: esta lectura ha perdido no poco en algunos aspectos. Igual que la interpretación de Rossini o de Puccini no son ahora las mismas que las de hace unas cuantas décadas, la del Barroco ha cambiado una enormidad en tan solo cuarenta años. No digamos en los cincuenta y dos que han transcurrido desde esta grabación. Por descontado que a mí me convencen poco ciertas propuestas minimal que hoy parecen estar de moda, porque las pasiones bachianas exigen claramente densidad tanto sonora como espiritual, pero tampoco me encuentro a gusto con una articulación como la que aquí se despliega. Por no hablar de los tempi: 223 minutos frente a los 154 del último registro de Ton Koopman del que hablé por aquí, o a los 153 de la segunda de Herreweghe que también tengo comentada, para que se hagan una idea. El bajo continuo de la Philharmonia suena pobre y muy perdido, mientras que los solistas de la orquesta, de una musicalidad asombrosa, tampoco están muy en estilo. Ni había manera de que lo estuviesen por aquellas fechas, desde luego.
Claro está que todo esto es relativo, porque Otto Klemperer fue uno de los más geniales directores de todo el siglo XX y eso se nota: su manera de sostener el pulso pese a la tremenda lentitud, su abrumadora fuerza dramática, su tratamiento al mismo tiempo rocoso y perfilado de los timbres, la tensión armónica que se deriva de su tratamiento de la polifonía… Y por encima de todo ello, su profundísima espiritualidad, nada retórica y de una desolación digamos existencialista que, digresiones teológicas aparte, casa muy bien con la temática del libreto. El coro inicial, impresionante. El conclusivo, sublime.
Lo que me parece que sigue estando por completo vigente es el equipo de cantantes, aunque aquí hay que matizar: mi adorada Elisabeth Schwarzkopf, pese a detalles de enorme clase, no está aquí especialmente memorable, y el enorme Nicolai Gedda tampoco encuentra muchos momentos para lucirse. Pero lo del matrimonio Christa Ludwig/Walter Berry no tiene nombre: belleza, sensualidad, emotividad y profunda religiosidad difícilmente habrán alcanzado nunca una armonía así. Las dos arias que les he dejado a través de YouTube –son interpretaciones conocidísimas, desde luego– dan buena cuenta del nivel de absoluta excelsitud del que estamos hablando.
El Evangelista de Peter Pears no tiene la belleza vocal del referencial Peter Schreier, pero canta con valentía, teatralidad e irreprochable gusto. En cuanto al Jesús de Dietrich-Fischer Dieskau, escuchándolo se da uno perfecta cuenta de lo que ha sido el barítono alemán: el más grande cantante clásico de todo el siglo pasado. Un solo recitativo de Bach cantada por él ya contiene mucha más espiritualidad sincera que cualquier “canción con guitarra” de las que se suelen escuchar en misa. A los buenos melómanos no hace falta decirles nada porque ya conocerán este registro. A los que tengan prejuicios ante las interpretaciones mastodónticas del Barroco vaya mi consejo: pese a los reparos expuestos, no se lo pierdan.
viernes, 22 de marzo de 2013
Me dais asco
Señores culpables del escándalo de los ERES de Andalucía: me dais asco. Incluyo a todos los que habéis sacado buena tajada de dinero público de manera fraudulenta. Los empresarios, los intermediarios y los trabajadores, todos vosotros. Pero quienes más os merecéis mi desprecio sois los políticos y sindicalistas de izquierdas que os habéis metido nuestros euros en los bolsillos. Y no principalmente por el robo en sí mismo, no, sino por el enorme daño que habéis hecho a la ideología en la que creo y a un sindicalismo que seguiría siendo útil (y que de hecho es absolutamente necesario en estos tiempos de recortes) si no fuera por gentuza como vosotros.
Porque gracias a semejantes actividades -las vuestras y las de listillos similares-, las fuerzas de la derecha, unas de ellas honradas y otras igual de metidas en el fango hasta las cejas, están consiguiendo tremendas balas de cañón para torpedear ese Estado del Bienestar que no solo no van a conocer las generaciones venideras, sino que ya nosotros mismos estamos viendo cómo se deteriora de manera irremisible. Gracias a vosotros, y a muchos más, quienes realmente nos gobiernan están consiguiendo desarticular la actividad política al servicio del ciudadano para permitir que sus voraces intereses campen a sus anchas sin que nadie se atreva a plantarles cara.
Peor aun: le estáis dando argumentos a las fuerzas más negras y terribles imaginables, las fuerzas de los antisistema que se asoman de la caverna para realizar propuestas de "limpieza generalizada" (la historia se repite: esta misma mañana mis alumnos de Bachillerato se examinaron sobre la dictadura de mi paisano Primo de Rivera) que no esconden sino posturas totalitarias de esas que, precisamente, vosotros deberíais ser los primeros en combatir. Espero que os caiga a todos los culpables el peso de la ley con todas sus consecuencias.
miércoles, 20 de marzo de 2013
Magnífica(s) Séptima(s) de Mahler por Haitink en Berlín
La cosa es que estas realizaciones del objetivo Haitink recuerdan un tanto a la personalísima, extraña, desconcertante, genial e inimitable de Klemperer (salvando las distancias, desde luego, de la extrema lentitud del de Breslau, de su rocosidad y de su inconfundible mala leche). Y es que el holandés acierta de forma parecida al borrar de un plumazo cuanto de impostado, de trivial, de cursi o de verbenero puede tener esta obra –que lo tiene, junto con enormes genialidades– para poner de relieve sus valores tímbricos, armónicos y arquitectónicos mediando una planificación mucho antes analítica que espontánea, pero sin confundir esto, como sí le ocurre a Boulez en su grabación para DG, con la falta de compromiso expresivo.
De este modo, y ayudado de manera inmejorable por una orquesta en estado de gracia, Bernard Haitink explica como pocos lo han hecho cómo están diseñados cada uno de los movimientos, incluso cada una de las frases, pero lo hace coloreando timbres, poniendo acentos y aplicando matices expresivos que subrayan los aspectos más poderosos y dramáticos del primer movimiento, cargando la atmósfera del tercero –que podría ser más alucinado–, desplegando una sensualidad equilibrada, contemplativa y de profundo humanismo en las dos músicas nocturnas y sabiendo construir, finalmente, el último movimiento para que suene dramático y poderoso a más no poder sin soltar las riendas que controlan su arquitectura.
Digamos algo sobre los complementos. En CD se ofrece, como decíamos, el Adagio de la Décima Sinfonía, en una lectura más bien lenta (26’43’’), otoñal, contemplativa y muy concentrada, en la que no hay rebeldía ni expresionismo por ningún lado, pero que tampoco carece precisamente de tensión interna, está muy bien desmenuzada y se encuentra teñida de una sobria pero conmovedora espiritualidad.
La Cuarta del DVD se filmó en diciembre de 1991, y no debe ser confundida con la grabada en audio por los mismos intérpretes al año siguiente, también para Philips. Se trata de una interpretación clásica en el mejor de los sentidos, trazada con perfecto pulso y admirable naturalidad, muy bien desmenuzada sin que evidencie la menor sensación de intelectualismo, elegante sin amaneramientos y, sobre todo, equilibrada tanto en lo sonoro como en lo expresivo, aportando la dosis justa de encanto, truculencia, dulzura, nostalgia e incluso de decadentismo bien entendido; todo ello sin renunciar en ningún momento a una belleza apolínea, serena y transida de hondura que sabe ofrecer –admirables los clímax del tercer movimiento- el adecuado carácter lacerante sin cargar las tintas. Ahora bien, para algunos paladares tanto equilibrio puede resultar excesivo, echándose quizá de menos una dosis mayor de claroscuros, de imaginación y de intensidad emocional, Sylvia McNair, luminosa y comunicativa, puede resultar más pizpireta que sensual. Imponente la orquesta, como en el resto de las grabaciones comentadas. ¡Qué cuerda y madera graves!
Ah, Haitink y la Filarmónica de Berlín tienen otra Séptima de Mahler más juntos: la filmación de enero 2009 que se ofrece en la Digital Concert Hall. De esa hablaremos otro día, como también de la de Rattle.
martes, 19 de marzo de 2013
Bazofia pura
Las reacciones ante mi texto fueron airadas, particularmente por parte del crítico Pablo J. Vayón, quien en los comentarios habló de "hedor inquisitorial" y "bazofia pura". En su derecho estaba de hacerlo, como yo tampoco me callé un par de años más tarde a la hora de opinar sobre sus buenas relaciones con el Festival de Música Antigua de Sevilla, más concretamente con su director Fami Alquai y con uno de los músicos del grupo de este último, Juan Ramón Lara (quien por cierto este año ha seguido escribiendo regularmente críticas de los espectáculos del FEMA sin privarse de actuar en la clausura del próximo viernes en la que se ha autoprogramado, para variar, el citado violagambista al frente de su Accademia del Piacere).
Lo cierto es que esto del acoso desde luego no me he inventado yo: de vez en cuando saltan a la prensa algunas declaraciones. La última, esta misma tarde, y se refiere nada menos que al Ballet del Bolshoi. Lean la noticia en El Mundo. ¿Bazofia pura? Pues sí: por aquí y por allí hay mucha.
lunes, 18 de marzo de 2013
Mediocre Festival de Granada
Guardé silencio cuando Diego Martínez, un señor al que conozco de pasada desde hace años y del que aprecio mucho su labor en el Festival de Úbeda, fue nombrado director del Festival de Granada en medio de la polémica: su designación se anunciaba desde meses antes que se pusiera en marcha el mecanismo del famoso “código de buenas prácticas”, circunstancia que fue duramente denunciada por el tenor granadino José Manuel Zapata. Las buenas relaciones de Martínez con el Partido Popular explicarían su elección según se deduce de lo que, desde antes del nombramiento, publicó el diario Ideal. Si quieren pueden leer la respuesta que dio en un videochat organizado por el mismo medio cuando le preguntaron por el asunto.
He esperado, teniendo en mente su mediocre proyecto de hace pocos años para el Auditorio de El Escorial, a que saliese la programación diseñada por él en persona (la del año anterior era del director saliente) para el evento granadino. Pues bien, ya ha salido en la web oficial. Quitando el nuevo proyecto de Jordi Savall, la presencia de Ute Lemper (con un precioso espectáculo que ya se vio en su momento en Jerez y más tarde en Sevilla), Ton Koompan tocando el órgano y alguna cosa más, me ha parecido más bien gris. Tanto, que por primera vez en muchos años voy a faltar a mi cita anual al Festival. Un Festival, como denunció Zapata, que ahora se encuentra en manos de un partido político muy concreto. Eso sí, apuesto a que hay algunos medios de comunicación que le van a comer a Martínez en la mano. Y si no, al tiempo.
domingo, 17 de marzo de 2013
El nivel del Villamarta (y de su coro)
El 15 de junio de 2012 se ofrecía en Jerez de la Frontera un concierto por el decimoquinto cumpleaños del Coro del Teatro Villamarta. Dos días después aparecía en Diario de Jerez una crítica del evento verdaderamente esperpéntica firmada por Nicolás Montoya, un señor que, con asombrosa desvergüenza dada su categoría intelectual, aun sigue ejerciendo labores de crítica teatral en el referido periódico. Ese mismo día dejé en una entrada de este blog los mejores párrafos de su artículo. Enseguida fui atacado por un miembro de la agrupación canora, formación en la que las evidentes tensiones entre sus miembros suelen siempre dejarse de lado cuando se sienten heridos por quien se atreve (¡menuda osadía!) a hacer reproches. El autor de los comentarios eliminó más tarde todo lo que había escrito, aunque yo he dejado mis réplicas para que ustedes puedan entender algunas cosas.
Pues bien, Onda Jerez ha colocado el concierto en su integridad en su canal de YouTube. Así he tenido la oportunidad de comprobar por mí mismo lo que me dijeron: que fue horrendo tanto por los propios (auto)homenajeados como por la orquesta (“Orquesta Lírica del Sur”, puro bolo). La dirección de Carlos Aragón, repetidor habitual del teatro, me ha parecido, por el contrario, muy bien encaminada en lo expresivo, e incluso creo que alcanza en la segunda parte momentos espléndidos por su gracejo y salero (La Gran Vía), si bien desde el punto de vista técnico la cosa hace aguas sin remedio. Habría que escucharle con una orquesta digna para saber si este señor tiene talento; mi impresión es que para la zarzuela, bastante.
Los solistas vocales salen del propio coro o están muy vinculados a él. Unos están bien, otros regular y otros de vergüenza ajena. Eso sí, los hay con evidentes pretensiones: no hay más que ver ciertas gesticulaciones “de gran cantante” para darse cuenta de qué va la cosa.
Mención aparte merece la presencia de mi en otros tiempos muy admirada Ángeles Blancas. Al final de la primera parte canta Vissi d'arte como botón de muestra de lo que hubiera sido la Tosca que se canceló por motivos presupuestarios (con gran cabreo por parte del Scarpia previsto, Carlos Álvarez, que realizó duras acusaciones a la dirección del teatro ante la prensa). En la segunda parte la hija de Ángeles Gulín, que al parecer vive en Jerez, aborda la romanza de La tempranica y los Couplets babilónicos. En la primera y tercera de las piezas está francamente mal en lo vocal. Yo he quedado muy, muy triste al escucharla. ¿Será capaz de hacer las cosas bien en su próximo debut de uno de mis papeles favoritos de soprano, el de Emilia Marty?
En fin, les dejo que comprueben por ustedes mismos, si se atreven, qué nivel es el que actualmente se ofrece en el Teatro Villamarta, muy particularmente el de su agrupación canora estable, esa misma que en la crítica arriba referida en el diario local era calificada como “un coro digno de los mejores escenarios españoles y mundiales” (sic). ¡Menos mal que están estos vídeos para poner las cosas en su sitio!
viernes, 15 de marzo de 2013
Winterreise para el nuevo Papa
He procurado leer opiniones contrastadas sobre el nuevo Papa. Y he llegado a la conclusión de que hay tantos intereses en juego que resulta imposible saber si colaboró con la dictadura argentina –incluyendo el feo asunto de robo de bebés– o se mantuvo razonablemente prudente frente a ella; si su incuestionable austeridad es sincera vuelta al espíritu más comprometido del cristianismo o pose teatral de corte populista; si su muy justificada beligerancia contra las desigualdades sociales le implica verdaderamente contra quienes las hacen posibles o por el contrario se suaviza ante el poder del dinero. Pero lo que parece completamente cierto es que el entonces Cardenal Jorge Bergoglio escribió en 2010 lo siguiente (los subrayados son míos):
“El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo. Aquí está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones. Recuerdo una frase de Santa Teresita cuando habla de su enfermedad de infancia. Dice que la envidia del Demonio quiso cobrarse en su familia la entrada al Carmelo de su hermana mayor. Aquí también está la envidia del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es solo el instrumento) sino de una ‘movida’ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”.
Pues bien, al nuevo Pontífice le dedico este vídeo donde Peter Pears y Benjamin Britten, unos señores que tuvieron muy claro que el amor verdadero que mueve a dos personas a convivir juntas va mucho más allá de cuestiones reproductivas y que, por ende, no tuvieron problema alguno a la hora de mostrar al mundo su condición, explican e interpretan fragmentos del Viaje de Invierno de Franz Schubert, esa obra maestra absoluta sobre la absoluta soledad humana (acongojante el tenor en Der Leiermann, por cierto). Y aprovecho para desearle al Papa Francisco el más rotundo fracaso en este aspecto concreto de su doctrina.
martes, 12 de marzo de 2013
Savall y la Orquesta de Luis XV
Cierto es que Jordi Savall es un director de orquesta irregular, pero aquí –como en todo el repertorio del país vecino– da la campanada, ofreciendo interpretaciones fulgurantes por su fuerza y brillantez, pero también por su sensualidad, refinamiento y sentido del humor, sabiendo ofrecer todas las características del rococó, entre otras la coquetería, la delicadeza y el carácter grácil, sin caída alguna en lo amanerado. La brillantez y la pompa digamos que versallescas, por su parte, no poseen retórica excesiva ni pesadez: estamos en el mundo rococó de Luis XV, no en la época de su antecesor. Y cuando de electricidad se trata, sabe no ser –defecto de otros intérpretes– excesivamente precipitado o seco; de hecho, los músicos parecen tocar con una libertad, una espontaneidad y una frescura diríamos que camerística. El bajo continuo, tan rico e imaginativo como debe ser. La orquesta se encuentra llena de nombres propios, liderados por el violín de Manfredo Kraemer (salvo en los fragmentos de Las Indias registrados un año antes que el resto, en los que Enrico Onofri hace de concertino).
¿Dónde está, en cualquier caso, ese algo especial que hace que este Rameau de Savall me parezca igual de bueno e incluso mejor aún que el de la referencia en este repertorio, William Christie? Pues aparte de cuestiones como el entusiasmo y la imaginación, creo que hay el de Igualada ofrece mejor que nadie esa cosa tan difícil de definir y al mismo tiempo tan inconfundible que conocemos como “toque francés”: una distinción y una elegancia un punto indolente, algo frívola si se quiere pero llena de encanto, que el de Igualada consigue como nadie. Les recomiendo encarecidamente que vean este vídeo y que, si les gusta, se compren la edición en audio, que además de estar tan bien presentada como acostumbra este sello, suena maravillosamente, sobre todo en un reproductor de SACD.
domingo, 10 de marzo de 2013
Adiós a la “Hoja Parroquial”
Se veía venir: el número de marzo de 2013 es el último de vida del Boletín de Diverdi, más conocido como “Hoja Parroquial” desde que Ángel-Fernando Mayo decidió seguirle un chiste a alguien sobre el presunto sectarismo de sus enseñanzas wagnerianas.
Es mala noticia para todos, no solo para la distribuidora de discos a la que servía de promoción: cuanto menos difusión del hecho musical, cuanto menos formación e información, no solo paladares menos afinados, sino también, a la larga, menos número de espectadores, menos taquilla, menos venta de discos en general, menos conciertos... Es la bola de nieve que va rodando haciéndose cada vez más grande. Los recortes se retroalimentan y nos encaminan hacia un estadio de desarrollo musical como el que teníamos antes del boom de los noventa.
En cuanto al Boletín propiamente dicho, la leía con mucho interés y alcanzaba una calidad incuestionable, pero nunca me acabó de convencer por una razón muy sencilla: no era una revista de crítica musical sino una publicación de publirreportajes. Por muy bien realizados que estos estuvieran, los artículos tenían como fin primordial vender los discos distribuidos por Diverdi, y por ende era muy difícil que alguno saliera mal parado. Era divertido ver cómo algunos de los colaboradores daban dobles y triples saltos mortales, escribiendo entre líneas y ofreciendo argumentos de lo más peregrino, para poner bien discos que se notaba claramente que no les habían gustado.
Cuando el disco en cuestión estaba bien no había problema, aunque aquí luego estaba el interés de la firma en cuestión. A mí unos colaboradores me gustaban mucho, otros regular y otros poco. El que más, ya lo pueden ustedes imaginar: precisamente el malogrado Ángel-Fernando Mayo, uno de los pocos que –con su prestigio y categoría se lo podía permitir– ponían a caldo una grabación cuando hacía falta. Pero también había otros que, independientemente de que se pudiera estar o no de acuerdo con sus criterios, yo podía aprender mucho. Y otros de los que no.
Está feo decir el nombre del que menos me gustaba, pero lo voy a hacer porque este señor no dudó a la hora de denunciar mi presunta ignorancia a la dirección de la revista Filomúsica a raíz de una reseña del disco Aromas de Sefarad, casualmente distribuido por (¿hace falta decirlo?) los señores de Diverdi. Ni a él ni a otros amigos del Trío Sefarad les hizo ninguna gracia que hablara mal de ellos, y de hecho me montaron un acoso por la red en toda regla. Ah, el nombre del crítico en cuestión es Pierre Élie Mamou, también conocido como Pedro Elías. Sí, el mismo que escribió dos de los cuatro volúmenes de la Guía de la Música Clásica grabada editada por la Diputación de Sevilla a principios de los noventa. Esos mismos en los que ninguneaba a Karajan y a Solti al tiempo que ponía por las nubes a Hogwood y Norrington en el repertorio decimonónico. Con el Trío Sefarad les dejo, para que lo disfruten como crean conveniente. Pobre Diverdi.
sábado, 9 de marzo de 2013
Impresionante Novena de Mahler por Eschenbach… ahora mismo, en su ordenador
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A veces salta la liebre donde uno menos se lo imagina. Con vistas a la Novena de Mahler que le espero escuchar a Claudio Abbado en Madrid el próximo domingo (enlace), he decidido ver un vídeo con la misma obra, registrado en febrero de 2009 en la Salle Pleyel de la capital francesa, en el que son protagonistas la Orquesta de París y su director Christoph Eschenbach. Y me he quedado de piedra: para mi gusto, una de las grandes interpretaciones recientes de la partitura, por encima de la de la interesantísima heterodoxia de Barenboim y a la altura de la modélica ortodoxia de Riccardo Chailly. Otra cosa es que se comparta la visión, con poco de "frescura" y mucho de "retranca", que el pianista y director alemán tiene de esta música, algo que en mi caso hago plenamente.
Bueno, ¿y cómo es esta Novena? Por lo pronto es lenta, lentísima, pero de pulso concentrado y muy bien sostenido: la arquitectura nunca se viene abajo, lo que resulta -qué pedazo de técnica debe de tener Eschenbach- poco menos que milagroso en una obra tan extensa. La consecuencia de semejante lentitud es, claro está, que la música está paladeada de modo admirable, escuchándose por admirablemente diseccionado todo el complejo entramado orquestal. Pocas versiones recuerdo tan claras.
Lo importante de esta lectura, en cualquier caso, no es lo hasta ahora señalado, sino el punto de vista que Eschenbach nos ofrece de la partitura: negro, pero que muy negro. Alguien dirá que esto es una perogrullada, que cómo no se va a ser pesimista en una partitura semejante. Cierto, pero es que muchos directores, ese genial mahleriano que fue Leonard Bernstein el primero de ellos (imprescindibles sus recreaciones de la obra con Viena y Berlín), se dejan llevar por el hedonismo que ofrece la increíble combinación de ritmos, melodías y colores desarrollada por Mahler, al tiempo que abordan los movimientos centrales con un sentido del humor, una frescura y unas ganas de vivir realmente contagiosas.
Eschenbach no. Él va al grano: la muerte como único final posible. El humor del segundo movimiento es negro y sarcástico –sin cargar las tintas–, mientras que el tercero –el único que va a velocidad “normal”– es abordado desde una óptica antes dramática que épica. Y hedonismo sonoro no hay por ningún lado, sino más bien un crudo y seco distanciamiento. Esto no quiere decir que el resultado sea frío, ni mucho menos, sino que el maestro va a la esencia del drama inyectando una fuerte dosis de intensidad emocional sin detenerse en aspectos líricos o contemplativos, en pintoresquismos más o menos descriptivos ni en preciosismos sonoros. El resultado de todo ello es una interpretación particularmente amarga y desolada, en buena medida “antirromántica” y un tanto “expresionista”. Lentitud, disección, sarcasmo, distanciamiento, amargura… ¿Les suena a ustedes esto de algo? Pues sí: nunca hubiera imaginado que alguien se pudiera acercar tanto a los geniales resultados que Otto Klemperer consiguió con esta página.
Dos reparos. Uno, la relativamente modesta calidad de la formación francesa, que aunque realiza un más que digno trabajo no es de primera. El segundo, la efectista realización visual de la filmación, que contrasta abiertamente con la sobriedad gestual –y musical– del maestro alemán. Todo ello lo compensa el precio al que se ofrece esta Novena: no hay que pagar ni un céntimo. La pueden ustedes ver entera ahora mismo en su ordenador (y hasta pasarla a un DVD, si cuentan con los programas adecuados) acudiendo a la página de Medici TV o, mejor aún, porque no es necesario registrarse, a la de la Orquesta de París o la del propio Christoph Eschenbach, donde se nos ofrece la posibilidad de disfrutarla -tanto en alta como en baja definición- hasta julio de 2011.
A caballo regalado… Ahora toca comprobar cómo está el resto del ciclo del maestro y su orquesta parisina, aún en fase de publicación. Por lo pronto, no se les ocurra perderse esta entrega. Sólo tienen que hacer click
viernes, 8 de marzo de 2013
Emmanuelle Haïm con la Filarmónica de Berlín
Por lo pronto, la clavecinista y directora francesa consigue que los músicos de la mítica formación se plieguen a tocar –con algún gazapo puntual sin apenas importancia– bajo parámetros de un riguroso historicismo, yo diría que más aún de lo que ya lo hicieron, como expliqué por aquí hace tiempo, un Ton Koopman o un Giovanni Antonini; los sonidos fijos de la cuerda pueden poner de los nervios a más de uno, por lo que no recomiendo el visionado a aquellos que en Barroco no pasaron de Raymond Leppard.
Además, se consigue un contraste muy interesante entre la cantabilidad suprema de los músicos de la Berliner Philharmoniker (¡impresionante, por ejemplo, Emmanuel Pahud!) y el estilo directorial de Haïm, que sin carecer de concentración lírica, es fundamentalmente teatral, vivaz, contrastado y anguloso, incluso algo entrecortado. Como la propia gestualidad de nuestra artista, sin ir más lejos, quien por cierto también tiene ocasión a ratos de sentarse a tocar, magníficamente, uno de los dos claves de continuo; en Haendel se añade una tiorba que se integra con el conjunto sin dejar de aportar, además de color, su dosis de imaginación.
El autor de El Mesías está representado por el Concerto grosso HWV 319 (el primero de la serie de doce) y las suites nº 1 y 3 de la Música acuática, ofreciéndosenos interpretaciones con garra, vida, agilidad –el fraseo puede resultar pimpante para algunos paladares–, energía algo brusca y, desde luego, mucha sal y pimienta.
De Rameau se presentan dos suites realizadas por la propia directora seleccionando fragmentos de obras como Dardanus, Les Fêtes d’Hébé, Platée o Naïs, ordenadas buscando cierta lógica sinfónica, un poco a la manera de la Sinfonía imaginaria organizada por Minkowski de la que hablé hace poco por aquí. Con este director comparte Haïm cierta tendencia a la sequedad sonora y a precipitarse un tanto, aunque a mi modo de ver los resultados de esta señora son superiores a los de su colega. Eso sí, aun siendo parisina, creo que le falta ese toque de sensualidad y galantería propiamente rococó, y propiamente francesa, que sí tiene alguien con quien ella trabajó bastante, William Christie… que es de Buffalo. Digresiones aparte, concierto de lo más recomendable.
jueves, 7 de marzo de 2013
El del himno del Madrid
Les dejo a todos ustedes la canción -y el intérprete- que más veces me han pedido que les ponga en este centro educativo de la sierra segureña alumnos de todo curso y condición; sin mucho éxito por su parte, ciertamente. Pero a ustedes si se la pongo, faltaría más. Que la disfruten.
miércoles, 6 de marzo de 2013
La Ciudad del Flamenco, a punto de terminarse
Aproveché mi reciente estancia en Jerez de la frontera para pasear por el barrio de San Lucas, en pleno casco antiguo, y ver cómo van las obras de la conocida como Ciudad del Flamenco, algo así como nuestro particular Guggenheim bilbaíno o Ciudad de las Artes valenciana. Avanzan maravillosamente. La primera piedra se colocó en noviembre de 2005, si bien el proyecto, como pueden ver en la siguiente foto por mí realizada, no se inició hasta diciembre de 2010.
Desde entonces hasta ahora, el complejo arquitectónico se ha ido realizando a gran velocidad sobre los planos de Jacques Herzog y Pierre de Meuron, ganadores del concurso internacional -de cuantiosa inversión económica- convocado por el ayuntamiento de la ciudad gaditana con el objetivo de ofrecer el mejor marco para la puesta en valor de nuestro gran patrimonio musical. Así que dentro de muy poco tendremos terminado el contenedor que albergará, copio de la web oficial, “Auditorio Nacional del Flamenco, Escuela Superior de Arte Flamenco, Centro de Investigación y Documentación del Arte Flamenco, y Museo Flamenco” (sic). En las fotos que tomé el pasado viernes pueden comprobar lo poquísimo que queda para la inauguración. ¡Viva Jeré!
martes, 5 de marzo de 2013
Les Boréades de Rameau por Christie y Carsen: obligatorio
Claro que una obra así, con libreto simplón y un papel enorme concedido a la danza en detrimento de la continuidad dramática del canto, solo puede funcionar bien sobre la escena con una producción de primera. Aquí tenemos una de primerísima: el canadiense Robert Carsen ofrece lo mejor de sí mismo con una propuesta rabiosamente moderna en el mejor de los sentidos, llena de inteligencia, magníficamente llevada, bellísima en lo visual, acertadísima en el uso dramático de la iluminación y, desde luego, respetuosa con la música. Las coreografías de La La La Human Steps pueden resultar más nerviosas de la cuenta en más de un momento, pero el contraste con la música resulta de un innegable atractivo. Escénicamente, un diez.
Musicalmente, un nueve. El reparo es Barbara Bonney, que tienen problemas por arriba, por abajo y en las agilidades; en cualquier caso su voz es de gran belleza tímbrica en el centro y aquí no se deja llevar por su habitual tendencia a lo dulzón; canta con un gusto exquisito, amén de con absoluto respeto por el estilo. Que una señora tan bella acepte salir fea a escena es, por otra parte, un signo de enorme profesionalidad por parte de la soprano estadounidense.
Quien más canta es el personaje de Abaris, que Paul Agnew (¡qué bien me cae este señor desde que le vi haciendo el payaso, en el buen sentido, en su actuación con The Consort of Musicke en Sevilla allá por 1990!) borda de manera magistral, con absoluta pureza vocal, estilo y sensibilidad. Irreprochables Toby Spence y Stéphane Degout, bien Nicolas Rivenq; no tanto Anna-Maria Panzarella. En el último acto se incorpora al elenco Laurent Nauri, estupendo como Borée.
En el foso están William Christie y Les Arts Florissants, es decir, la perfección absoluta en Rameau. Que haya alguna nota falsa es lo de menos, porque estos señores están llenos de vida, de elegancia y de musicalidad, sabiendo además acertar con la coquetería y la sensualidad que demanda el rococó sin caer en blanduras ni en ligerezas mal entendidas. En cuanto a las partes más extrovertidas, nada hay aquí de esa tendencia a la precipitación y la brusquedad que encontramos en otro de los más reputados intérpretes del autor, el sobrevalorado Minkowski del que ya hablé en una entrada anterior. Con Christie el empuje está perfectamente controlado con una técnica y una musicalidad de primerísimo orden.
La edición se acompaña de un documental de una hora con entrevistas a los principales intérpretes, entre los cuales Carsen se lleva la parte del león explicando su propuesta. Todo el material está subtitulado en castellano. La toma sonora es muy buena, pero personalmente no me gusta que en el surround suenen elementos escénicos por detrás: hubiese preferido que esos canales captasen en exclusiva la reverberación y el ambiente de la Ópera de París, donde se filmó esta producción en 2003. Lo dicho: no recomendable, sino casi obligatorio.
domingo, 3 de marzo de 2013
Lo que fue y no volverá a ser
Miro con pena, decía arriba, porque ahora las cosas han cambiado. Decidí abandonar la publicación -lo dije aquí en su momento- por profundo desacuerdo con la línea editorial de la revista, así como con algunas decisiones puntuales que se habían tomado. Recientemente se me ofreció volver, una oferta que agradecí con total sinceridad pero que decliné por comprobar que las cosas que tenían que arreglarse no solo no se arreglaban, sino que iban a peor. Pero la revista me seguía importando, y mucho. Me hubiera gustado que volviese a ser lo que era. Por eso mismo dije con rotundidad a sus actuales responsables lo que me parecía que estaba haciéndose mal. Me contestaron con el típico “no tienes ni idea”, que es lo que se le replica siempre cuando no hay argumentos serios para contestar los reproches. Luego lo intenté desde este blog. No ha servido absolutamente de nada, salvo para recibir alguna represalia y poner las cosas mucho peor en el terreno personal: el único que ha salido perdiendo he sido yo, que he emprendido un camino sin retorno en mi relación con la revista. Sigo mirando, con pena…
sábado, 2 de marzo de 2013
Bach para la ciudad arruinada
Hoy sabemos (mejor dicho: nos hemos hecho conscientes de ello, porque las cifras ya se conocían) que el presunto desarrollo de la localidad gaditana se ha basado en el endeudamiento. Vamos, como en todo el territorio peninsular, solo que con mucha mayor gravedad. Esto ha sido fruto de la pésima gestión de sus alcaldes, fundamentalmente del andalucista Pedro Pacheco, quien literalmente dilapidó el dinero de los jerezanos en fastos populistas varios e innumerables contratos a dedo de lo más sustanciosos en lo económico. Fue él también, ciertamente, quien impulsó la apertura del teatro y su programación, no solo la arriba señalada sino también la de lírica, de conciertos de otros estilos y géneros, de teatro y de flamenco; pero lo hizo sin que hubiera realmente dinero detrás para sostener semejante nivel de cantidad y calidad, por lo que al llegar la crisis y cerrarse el grifo de la financiación, todo se ha venido abajo como un castillo de naipes. La deuda es tal que parece impensable que en las próximas décadas pueda recuperarse lo que hasta hace poco tuvimos.
Por eso mismo es de aplaudir la organización del I Ciclo de Música Antigua que se está celebrando en el refectorio del recientemente restaurado, léase bochornosamente destrozado, claustro gótico del Convento de Santo Domingo. Lo han preparado un par de promotores privados contando con el apoyo del Ayuntamiento de Jerez, apoyo supongo que mucho antes simbólico -cesión del espacio escénico- que otra cosa. Los intérpretes son lógicamente modestos y los precios ajustados. Ayer viernes -los lectores de este blog ya saben que estoy de puente en mi tierra- quise mostrar mi apoyo a la iniciativa acudiendo al recital de Ana Moreno Aranda, muy joven profesora de clave del Conservatorio Cristóbal de Morales de Sevilla. Programa exquisito dedicado exclusivamente a Bach: Suite francesa BWV 816, Suite Inglesa BWV 808 y la tremenda Fantasía cromática y fuga BWV 903. Las interpretaciones, de perfecto estilo y apreciable musicalidad, tuvieron sus más y sus menos, pero yo procuré poner los pies en el suelo y me lo pasé bien.
Lo que me irritó muchísimo fue el escaso público asistente: no más de cincuenta personas. Hacía frío, sí, y en el Villamarta se celebraba el Festival de Jerez, aunque en principio el público del flamenco no sea el mismo que el de Bach. Pero un servidor, en su ingenuidad, esperaba que el desfile de estrellas arriba referido crease una afición a este repertorio, como sí ha ocurrido en Sevilla con su Festival de Música Antigua a lo largo de las últimas décadas. Pues no. ¿Dónde estaban los numerosos profesores y alumnos de conservatorios y escuelas de música? ¿Y los chicos de La Arcadia que hasta hace poco se pegaban puñaladas por salir en la foto de los más comprometidos melómanos de la ciudad? ¿Y los abonados a la antigua temporada de conciertos del Villamarta? Solo unos pocos estuvimos allí, apoyando una iniciativa que merece continuidad por la buena música pero quizá no por la propia Jerez, una ciudad que -mucho me temo- sigue siendo profundamente cateta, amén de terriblemente pasiva para todo lo que no sean procesiones y casetas de feria. Así nos va.
viernes, 1 de marzo de 2013
El cuarteto, de Dustin Hoffmann: una imprescindible delicia
Por mi parte solo quiero insistir en que el visionado es obligatorio para los amantes de la música clásica, no solo porque esta es la médula espinal de la cinta, incluyendo la banda sonora que Dario Marianelli ha escrito a partir del cuarteto que le da nombre, que no es otro que el de Rigoletto, sino también porque la mayoría de los secundarios son artistas reales que como cantantes e instrumentistas han formado parte de la intensísima vida musical británica de los años sesenta, setenta y ochenta. A la cabeza de ellos, la mismísima Gwyneth Jones, que no solo se muestra tan excelente actriz como siempre sino que además se permite cantar a sus setenta y siete años el Vissì d'arte; impagable guiño el momento en el que ella, enorme Desdémona en su momento, comenta las penalidades de Freni mientras ve en el televisor el Otello de la modenesa con Vickers. Lástima que muchas escenas musicales quedaran fuera, como nos dice la propia soprano en la siguiente entrevista.
Una cosilla más, aunque nada tenga que ver con la música. Si esta película es un homenaje claro a nuestros mayores, en la versión española también lo es a los magníficos actores de doblaje que teníamos hasta no hace mucho en nuestros país. A contracorriente -salvando honradas excepciones- de lo que hoy es habitual, ¡qué bien doblada está Quartet por estos veteranos! A destacar la presencia de la enorme Matilde Conesa (Ángela Channing, Bruja Avería) prestando su voz precisamente a Dame Gwyneth. En inglés o en castellano, no se la pierdan.
El Trío de Tchaikovsky, entre colegas: Capuçon, Soltani y Shani
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