viernes, 10 de abril de 2020

Las Siete palabras de Haydn, por Végh y por Savall

Hoy es Viernes Santo y toca escuchar, obviamente, Las siete palabras. Lo de obvio, en cualquier caso, es para quienes somos de tierras gaditanas: ¡qué suerte que a dos miembros de la nobleza de Cádiz se les ocurriera en 1785 encargarle a Franz Joseph Haydn lo que a la postre terminaría siendo una obra maestra absoluta!


Les propongo dos interpretaciones. La primera de ellas la tienen ustedes de forma absolutamente legal y gratuita en el canal de Euroarts en YouTube. Se trata de la filmación realizada en 2009 con motivo del 200 aniversario de la muerte del compositor por Jordi Savall y su orquesta de instrumentos originales Le Concert des Nations, quienes se fueron al recinto para el que la obra fue encargada, la capilla baja del Oratorio de la Santa Cueva, que se había inaugurado en 1783. Se optó por la versión para orquesta “sinfónica”, con vientos y percusión, que se recreó con maneras por completo historicistas, con cuerdas ácidas, tempi ágiles y articulación incisiva. ¿Resultados? A mi entender el de Igualada alcanza un gran sentido teatral y de los contrastes, lo que en una obra como esta me parece por completo pertinente. Sabe asimismo sabe frasear con elegancia. Pero también es cierto que el maestro acentúa en exceso las conexiones con el mundo rococó: las palabras Quinta y Séptima resultan algo pimpantes. Con seguridad, esta recreación irritará a algunos melómanos. A mí me ha interesado bastante, y por eso la traigo aquí. La toma sonora es muy buena salvo en el terremoto, que suena con compresión dinámica.



La otra interpretación me la ha recomendado Ángel Carrascosa, y la he escuchado esta misma mañana. Se trata de una toma en vivo realizada el 15 de marzo de 1992 en la Konzerthaus de Viena por el sello Capriccio, y en ella ese gran músico que fue Sándor Végh dirige a la Camerata Academica des Mozarteums Salzburg siguiendo la versión para orquesta solo de cuerdas. Me ha gustado mucho, y desde luego me parece imprescindible ponerla al lado de la de Savall para ver cómo se pueden decir cosas distintas de una música maravillosa: he aquí una interpretación clásica en el más común de los sentidos, noble y serena, respirada con calidez y amplio sentido cantable, poco interesada por los claroscuros dramáticos aunque, eso desde luego, en absoluto superficial o excesivamente amable. Por poner una etiqueta tan genérica como fácil de entender, creo que el de “humanística” es un adjetivo que define bien con esta recreación. Y ya sé que puede resultar un tópico, pero lo cierto es que lo salzburgués de la orquesta y lo vienés de la sala de conciertos parece notarse: hay aquí algo, o bastante, de espíritu mozartiano que se cuela por las rendijas. He escuchado el disco gracias a Tidal. No se lo pierdan.

PD. Sobre el encargo de la partitura y la falsa atribución de la iniciativa a un canónigo de la catedral, recomiendo leer este artículo.

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