sábado, 5 de febrero de 2011

Más morbo: Totenfeier con cuerdas de tripa

¿Quién me iba a decir que tan solo unos días después de la pequeña discusión en este blog a raíz de la Cuarta de Mahler de Herreweghe (enlace) iba a tener la oportunidad de escuchar algo mucho más morboso aún? Nada menos que los Totenfeier del compositor austríaco -es decir, la primera redacción de lo que luego se convertiría en el primer movimiento de su Sinfonía Resurrección- interpretados por la Orquesta del Siglo de las Luces, con sus flautas de madera, cuerdas de tripa y todo eso. Obviamente esta página (finalizada 1888) es anterior a la citada Cuarta (1900), pero si en esta última obra hay un espíritu “clasicista” que parece permitir enfoques “arcaizantes”, el carácter visionario de Totenfeier no parece invitar precisamente a la utilización de instrumentos originales. Y esto es solo parte de un concierto que incluye asimismo Les Préludes de Liszt, el preludio de Parsifal y las Canciones del camarada errante (o como las quieran ustedes llamar) del propio Mahler. Dirige a la orquesta británica el titular de la London Philharmonic, Vladimir Jurowski, en un concierto celebrado en el Royal Festival Hall hace nada: viernes 21 de enero de 2011. ¿Resultados? ¡Formidables!

Centrándonos en el Totenfeier, debo decir de inmediato que hacía mucho que no escuchaba a un director de nuestros días un Mahler así: rápido, directo, rebelde, incisivo, violento, tensísimo y por completo ajeno a cualquier tipo de blandura o narcisismo sonoro. Si de un tiempo a esta parte (¿culpa quizá de Visconti?) parece haberse impuesto que los pasajes digamos “reflexivos” de la escritura mahleriana deben resultar lánguidos y decadentes, el maestro ruso rechaza de plano el ensimismamiento y el fraseo hiperrefinado de muchas batutas para concebir dichas frases como meros momentos de inquietante distensión dentro de una pieza de marcado carácter apocalíptico. El resultado me gusta muchísimo más que el de los cacareados Jonathan Nott o Paavo Järvi en sus lecturas de la Segunda aquí comentadas (enlace), como también que el de la reciente de Rattle de la que aún no he podido escribir, y me ha recordado no poco a la visión electrizante de Solti con la Sinfónica de Chicago, aunque para llegar a su altura le falta aún paladear algunos pasajes con mayor concentración. ¿Y los instrumentos "antiguos"? Pues con alguna que otra inseguridad pero muy bien, y aportando una tímbrica áspera -si saben inglés no se pierdan la entrevista que hemos incluido arriba- que hace sonar a esta música aún más visionaria. ¿Mahler con instrumentos originales? Sí, gracias, pero con un director como Jurowski al frente, y no con cursis del calibre de un Herreweghe.

En los Lieder eines fahrenden Gesellen no me ha convencido la mezzo Sarah Connolly, que tiene una voz poco atractiva y canta sin la sensualidad deseable, si bien logra poner de relieve los aspectos alucinados de la partitura. Jurowski, por su parte, acierta de nuevo a eliminar todo el azúcar y a apartarse de lo meramente contemplativo para aportar un fresco vigor juvenil y, cuando debe, incisivos tintes dramáticos. ¿Un enorme director mahleriano en ciernes? Su interpretación de Das Klagende Lied en DVD (Ideale, 2007) ya era espléndida, y la Primera Sinfonía junto a la Filarmónica de Londres del pasado diciembre (otra toma radiofónica que circula por la red) posee, dentro de ciertas irregularidades, una de las mejores lecturas del problemático último movimiento que jamás he escuchado, así que todo parece dar una respuesta afirmativa.

Digamos algo sobre el resto del programa junto a la Orchestra of the Age of Enlightenment. El preludio de Parsifal (con el final “de concierto” sacado de la conclusión de la genial obra wagneriana) recibe una sensata recreación que opta por lo dramático antes que por el misticismo o la sensualidad, pero que presenta discontinuidades en la tensión, siendo mejor la segunda mitad que la primera. De todas maneras los tintes inquietantes que ofrece hacen esta lectura algo más interesante de la que el propio Jurowski tenía en DVD, y no digamos que la aséptica de Sir Roger Norrington y sus London Classical Players registrada para EMI en 1994.

Les préludes, finalmente, vuelven a mostrar cómo al joven maestro ruso le interesan más los aspectos dramáticos y rocosos de la música que los líricos -falta un poco de sensualidad-, y que es capaz de ofrecer brillantez sin caer en la retórica vacua o el efectismo. Y resulta interesante la sonoridad de los instrumentos originales, aunque haya algún desbarajuste. Nada que ver, en cualquier caso, con el bodrio de Van Immerseel y sus chicos (enlace). En fin, ¿hace falta repetir una vez más que lo importante no son los instrumentos, sino el concepto que posee la batuta de la obra a interpretar y la capacidad técnica de la misma para materializarlo adecuadamente?

Se me olvidaba decir que tanto el concierto aquí comentado como el que incluye la Primera de Mahler (versión con Blumine, por cierto) se encuentran disponibles el grupo de Yahoo Concertarchive (enlace), desde donde ustedes los pueden descargar de manera gratuita y absolutamente legal, puesto que en el mismo solo se intercambian tomas radiofónicas que han estado o están a disposición de todo el mundo. No duden a la hora de suscribirse: basta con tener una cuenta de correo de Yahoo! y solicitarlo al administrador.

2 comentarios:

pastoso dijo...

¡Pero qué pesaditos con Mahler!

vicentet dijo...

Pues yo lo que quiero es que graben la consagracion de la primavera con instrumentos originales!!! estoy seguro q la haran mejor que esa gentecilla como Stravinsky, Craft o Boulez.
Faltaria mas---

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