Permítanme que les recomiende que acudan al eMule y descarguen la Turandot de Giuseppe Sinopoli. La única que se conserva del maestro, que como es bien sabido no llegó a llevar la obra al disco. Se trata de una toma radiofónica (buen sonido a pesar de estar comprimido en MP3) correspondiente a una versión de concierto que tuvo lugar el 31 de marzo de 2001 en el que el malogrado director veneciano se puso al frente de la Orquesta y Coro de la Radio Nacional Danesa para demostrar lo mucho que amaba y dominaba la escritura de Puccini. ¡Y vaya si lo logró!
¿Virtudes? Una enorme frescura, una gran capacidad para la narración y un desarrollado sentido teatral que despegan a su lectura de una mera interpretación de concierto para mantener en vilo al oyente -no hay lugar para el aburrimiento- y hacerle recrear la historia con la sola fuerza de la música. Un fraseo flexible pero alejado de cualquier amaneramiento que sabe inyectar una irresistible electricidad, un contagioso sentido del ritmo y una fuerza dramática por momentos áspera y rebelde, características todas ellas muy adecuadas a esta partitura no poco stravinskiana. Una riquísima paleta de colores y texturas en la que se subrayan los timbres más incisivos y aristados, todo ello sin caer en la tosquedad sonora y consiguiendo al mismo tiempo una claridad asombrosa. Y, finalmente, un irreprochable estilo que sabe ofrecer toda la modernidad de la partitura, alejándose de la retórica digamos "romántica" de por ejemplo un Karajan (enlace) y de cualquier tentación de ampulosidad, sin despegarse en absoluto del vuelo lírico, emotivo y cantable, de la maravillosa inspiración pucciniana.
Imposible pormenorizar sobre cada uno de los hallazgos que trufan esta sensacional recreación, pero no me resisto a citar la primera aparición del tema del "Nessun dorma" al final del segundo acto ("dimmi il mio nome"), que alcanza una sensualidad estremecedora, y el mágico comienzo del acto siguiente, en el que el maestro realiza un revelador análisis de las texturas. La orquesta se porta muy bien y el coro realiza una irreprochable labor.
Las voces alcanzan un estimable nivel. Meritorio trabajo el de Alessandra Marc, que no solo tiene la voz de Turandot y canta solventando los terribles escollos de su parte sino que además ofrece toda la rabia alucinada propia de la princesa; sus aspectos más delicados y vulnerables, que obviamente existen, quedan por desgracia desdibujados. Johan Botha ofrece un Calaf más interesante en el plano vocal que en el expresivo. Hei-Kyung Hong hace una Liú rutinaria, pero al menos evita toda ñoñería. Stphen Milling aporta su profesionalidad a Timur y las máscaras están bien. La presencia del enorme Nicolai Gedda como Altoum es más que testimonial: lo hace mejor que otros cantantes más jóvenes que se enfrentan al pequeño rol.
Por favor, no dejen de escuchar esta grabación que se convirtió en el testamento musical de un enorme director pucciniano: tan solo tres semanas después, Giuseppe Sinopoli fallecía de un infarto en Berlín mientras dirigía Aida.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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1 comentario:
Saludos, Fernando.
Vaya mi deseo que te mejores de salud y éste sea un año 2015 bueno en lo laboral, familiar y personal. (No partió así lamentablemente en Europa)
He disfrutado el fin de semana pasado de este testimonio del último registro de Sinopoli de la última ópera de Puccini, y mi más amada obra musical. La adquirí por la casa de Premiere Opera, después de ver un blog extinto ya de la DG donde se hablaba de su existencia, y después me encantó encontrar tus impresiones en tu excelente blog.
No puedo menos que coincidir alegramente con tu beneplácito general a esta interpretación y los solistas. Como otras ejecuciones de Sinopoli es enormemente excitante. Hay partes como el numero coral "Gira la cote" que el pulso (cardíaco) se me acelera siguiendo la gradación de intensidades colosal que logra el director y sus músicos (¿cómo serían los ensayos?). Y las partes más líricas en su mayoría son exquisitas y nos obligan a atender continuamente el discurso.
No puedo explayarme más, pero fue un inicio de año espectacular.
Muchos saludos.
Jorge Pinilla S.
Santiago Chile.
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