Del ciclo de sinfonías de Gustav Mahler que se está filmando con Andris Nelsons y la Filarmónica de Viena quedan por hacer Primera, Octava y La canción de la Tierra. No estaría mal que también cayera el Adagio de la Décima o, mejor aún, la versión completada por Deryck Cooke. Las que ya están las he comentado en este blog, salvando la Tercera: Festival de Salzburgo, agosto de 2021. Disponible en la plataforma Stage + con excelente sonido e imagen 4K. Vamos a por ella.
La Tercera es una sinfonía con mucha guasa. El movimiento inicial, aunque más largo de la cuenta, me parece interesantísimo. Luego vienen florecitas, pajaritos, ardillitas... Solo faltan Heidi y su abuelo. Tras un hermosísimo lied aparecen los angelitos, y uno se queda esperando a Julie Andrews haciendo de Maria von Trapp (y que conste que me encanta la Andrews). Tras tantísimo pastel, uno ya no tiene el cuerpo para aguantar la media hora del adagio conclusivo, por muy hermoso que este sea. ¿Caben aquí exorcismos a los Klemperer? En absoluto. La solución la tuvo Jascha Horenstein ofreciendo una visión todo lo expresionista posible que aún permanece referencia.
Pero aún queda otra vía: cero azúcar, máximo sabor. Dicho así suena a publicidad de refresco bajo en calorías, pero justo eso es lo que hace Andris Nelsons. Y lo hace, muchísima atención, con una técnica suprema que le permite mantener el pulso durante tan dilatadísima partitura, construir tensiones con plena naturalidad, diseccionar con increíble limpieza todo el entramado orquestal, descender a los detalles más increíblemente primorosos y ofrecer grandes dosis de belleza sonora sin que aquello caiga en el preciosismo.
Concretemos un poco. El primer movimiento es soberbio: avanza decidido, entusiasta, con excelente pulso, marcando muy bien aristas tímbricas, pero dejando que la música respire y se destile el necesario misterio. Segundo y tercero, lo ya dicho: Nelsons se los cree al cien por cien sin que ello le conduzca a bajar la guardia. La contemplación paisajística, la delectación melódica y el espíritu panteísta no ceden espacio a la blandura o a las sonoridades en exceso aéreas o difuminadas, por no decir al narcisismo. Difícil hacerlo mejor. ¡Y qué increíbles los solos del postillón!
El lied está dirigido de manera irreprochable. La solista es Violeta Urmana, que ya no está para muchos trotes; el asunto le cuesta, particularmente en el grave, pero el centro sigue siendo una maravilla y su arte severo, siempre algo distanciado, le sienta bien a esta página. Nelsons resuelve sin problemas el número de los ángeles, que le queda de maravilla, fresco y nada monjil, aunque personalmente echo de menos el carácter siniestro que sabía imprimir Abbado con esta misma orquesta -gran recreación en su conjunto, que se beneficiaba de una inmensa Jessye Norman-. Excelentes los coros.
¿Y el Finale? Para él hay enormes referencias discográficas: Nelsons no las supera, pero sí las iguala con una recreación que plantea muy bien la dilatada arquitectura hasta una conclusión vibrante y llena de grandeza.
La conclusión la tengo bastante clara: aunque la dirección de Horenstein me sigue gustando más, esta versión me parece globalmente superior por la sensacional prestación de una orquesta que la batuta trabaja con particular maestría. En definitiva, referencia discográfica.
Quizá sea el momento de hacer un repaso de las anteriores entregas del ciclo Mahler de nelsons/Viena, por orden cronológico.
Segunda (julio 2018): muy personal, mayormente apolínea, siempre de alto nivel, pero sin toda la coherencia expresiva deseable, sobresaliendo por su movimiento conclusivo (reseña).
Sexta (agosto 2020): de menos a más, sin amaneramientos y directa al grano, echándose de menos un mayor grado de locura para luego triunfar por todo lo alto en el sublime Andante moderato y en el Finale (reseña).
Quinta (agosto 2022): lírica y apolínea, pero más intensa que sus filmaciones anteriores con Berlín y Lucerna, y por ende magnífica, siendo particularmente destacable la claridad del Finale (reseña).
Séptima (enero 2023): interpretación "vienesa" que se aparta de visiones expresionistas para explorar todo el potencial lírico de la obra. No arrebata, pero interesa mucho (reseña).
Cuarta (agosto 2023): sensacionales los movimientos pares, desiguales los impares por cierta falta de unidad interna y alguna tendencia a la frivolidad, aun siempre destilando enorme belleza sonora (reseña).
Novena (agosto 2024): la mejor de toda la historia del disco, así de claro. Una síntesis de todas las visiones posibles expuesta con técnica y belleza superlativas (reseña).
La cosa está clara: si se mantiene el nivel entre el notable alto y el sobresaliente en las tres sinfonías que quedan, estaremos ante el ciclo Mahler de nivel más alto y equilibrado que se haya conocido, muy por encima del sobrevaloradísimo de Kubelik y quizá preferible a los un tanto irregulares, pese a sus genialidades, de Leonard Bernstein.
PS. Un lector me recuerda, con toda la razón del mundo, los ciclos de Chailly y Bertini. Lo que conozco del del director israelí me gusta mucho. El de Chailly en Decca sí que lo he escuchado completo: me parece formidable, la referencia a día de hoy, si bien el de Nelsons cuenta con la baza de la Filarmónica de Viena y, por ende, hace gala de una belleza sonora incomparable. El de Chailly de Leipzig me parece claramente inferior, como ocurre con los de Maazel/Viena y Ozawa/Boston.
1 comentario:
Habrá que ver si dicha grabación aparecerá en CD, tal cual pasó con la Sinfonía de Franck por Barenboim para DG.
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