miércoles, 4 de enero de 2023

Jesús López Cobos y la crítica: todo queda en casa

Después de página y media enumerando el largo currículo y el amplio repertorio de Jesús López Cobos (1940-2018), Enrique Pérez Adrián y Rafael Ortega Basagoiti terminan su entrada sobre el maestro zamorano con las siguientes líneas.

“López Cobos protagonizó dos salidas, digamos, problemáticas, sin duda muy a su pesar. La etapa de la ONE, según él mismo reconoció, no fue feliz (…). La otra fue la salida del Teatro Real, en 2010, por la decisión de fichar a Gerard Mortier como director artístico, que terminó con la salida tormentosa del tándem que López Cobos formaba con Antonio Moral, y la más que discutible decisión de dejar a la Sinfónica de Madrid, por primera vez en su historia, sin director titular. Que esto haya redundado en un mejor rendimiento de la orquesta desde su marcha es, desde luego, más que discutible. El maestro zamorano expresó con claridad (y argumentos bastante contundentes) su rechazo a las gestiones del nuevo presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón Beltrán de Lis. Curiosamente, éste ha guardado silencio todo este tiempo hasta la publicación reciente de sus memorias, donde ni López Cobos ni Moral salen bien parados, aunque el zamorano ya no está en el mundo de los vivos para poder defenderse de las acusaciones”.

Creo que tengo derecho, ya que me he gastado los 34,50 euros que cuesta el libro Música, Maestro. De Mahler a Dudamel. La evolución de la dirección de orquesta y sus principales nombres del que sale el texto en cuestión, a hacer algunas puntualizaciones.

1) Frecuenté el Teatro Real durante la etapa de López Cobos y la de Mortier. Con independencia de que algunas de las producciones escénicas que propuso el belga me parecieran un horror, aprecié una considerable mejoría en el nivel de los cuerpos estables tras la marcha de López Cobos y la llegada de batutas categoría hasta entonces apenas conocida en el coliseo madrileño. Aunque Pérez y Ortega afirmen lo contrario (“Que esto haya redundado en un mejor rendimiento de la orquesta desde su marcha es, desde luego, más que discutible”), la sensación positiva fue generalizada –basta leer las críticas y los foros de la época–, y de ello es prueba esta entrevista en la que el de Toro afirma alegrarse mucho de “los progresos que está realizando”.

2) A López Cobos le escuché soberbias interpretaciones de Diálogos de Carmelitas de Poulenc y de Salomé de Strauss. El resto me pareció pura rutina: todo en su sitio y, muy probablemente, una admirable atención a los cantantes venida por su larga experiencia en importantes fosos operísticos, pero a nivel expresivo manteniéndose en una evidente grisura. Muy poco para lo que se debía exigir a una batuta que cobraba una auténtica fortuna.

3) Gerard Mortier afirmó que López Cobos trabajaba poco con la orquesta, y que por eso "tuvieron que echarle", en polémicas declaraciones (leer aquí) que le supusieron una demanda por parte de López Cobos. Pérez y Ortega echan las culpas a su desacuerdo con las gestiones de Marañón. Lo cierto es que en la entrevista antes citada el maestro decía exactamente esto: “yo quise dejar la titularidad porque sabía que había llegado el momento de ceder la responsabilidad a otros para hacer música”.

Mi opinión personal está clara: creo que López Cobos nunca debió ser nombrado titular del Real, que cobró una fortuna por rendir poco y que tanto su marcha como la de Antonio Moral fue una suerte. Y también pienso que el fallecimiento de Mortier, con los muchos reparos que a ese señor se le podían poner, fue una desgracia artística.

Un par de detalles.

a) Enrique Pérez Adrián y Rafael Ortega Basagoiti son veteranísimos colaboradores de Scherzo, el primero de ellos desde el número uno, diciembre de 1985. ¿Fundador de la revista? Antonio Moral.

b) En otra entrada (aquí) ya he comentado las enormes ausencias que se aprecian en Música, Maestro: no cuentan con su corespondiente entrada nombres tan importantes como los de Leppard, Maag, Prêtre, Ozawa, Plasson, Dutoit, Eschenbach, Tate o Luisi, pero sí lo hacen muchas batutas de escaso currículo. Entre ellas, la de François López-Ferrer, un señor sin un solo disco cuyo máximo logro (leer currículo oficial) es haber sido nombrado asistente de la Sinfónica de Cincinatti, la orquesta que fue durante muchos años de Jesús López Cobos, quien fue ni mas ni menos que… ¡su padre! Pero eso no lo especifican en el libro.

Todo queda en casa.

Y ahora, permítanme que comparta un recuerdo. Allá por 2002 le escuché a López Cobos al frente de la Sinfónica de Sevilla un Sueño de verano de Mendelssohn por completo infumable, flácido, blando y suavón hasta decir basta. A la salida, le vi irse –a cenar, supongo– con uno de los más peligrosos, intrigantes y traicioneros críticos musicales al sur de los Pirineos. En la reseña correspondiente le puso por las nubes. ¿Estarían los dos preparando el aterrizaje en el Palau de Les Arts que nunca se produjo? Lo que parece claro es que no hay nada como llevarse bien con los críticos bien posicionados.

2 comentarios:

Nemo dijo...

A López-Cobos le llamaban en el teatro, con bastante gracia, "López-Cobros".

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

"¡Jesús-lo-que-cobro!", así era conocido. No solo su nómina era elevadísima, sino que vivía, me consta, a cuerpo de rey.

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