Sigo buscando, sin éxito, un disco realmente grande de Jesús López Cobos en su etapa de la Sinfónica de Cincinnati. Esta vez ha tocado El sombrero de tres picos que grabó en 1987. Me ha parecido irregular, aunque siempre partiendo de un buen nivel: tras unos “oles” equivocadamente marciales, el maestro zamorano ofrece virtudes tan importantes como la finura con que trata a la orquesta –que no es nada del otro jueves–, la manera de combinar sonoridades mórbidas e incisivas y un excelente pulso rítmico.
Ahora bien, se aprecian irregularidades, de tal modo que frente a una Tarde soleada y sensual, pero por momentos algo sosa, encontramos unas seguidillas dichas con apresuramiento –sin atmósfera, aunque reveladora en su incisividad de texturas–, una magnífica sección nocturna, un enfrentamiento con el Corregidor lleno de mordacidad y una jota final escandalosa, incluso hortera, que busca el aplauso del público norteamericano. Bien a secas Florence Quivar.
La suite Homenajes me ha parecido francamente espléndida. En cuanto al interludio y danza de La vida breve, aplíquense las mismas virtudes relacionadas para El sombrero salvo para la sección marcada Allegro pesante, en la que tanto él como otros maestros –en directo se la he sufrido intensamente a Dudamel y a Pedro Halffter– hace el ridículo. Que no, señores, que eso no es el flamenco.
Al final voy a tener que quedarme con la soberbia recreación de la Sinfonía de Arriaga como legado discográfico más memorable del de Toro.
2 comentarios:
Aunque suene a coña, en varias páginas americanas he leído que valoraban muy bien el Bruckner que grabó Lopez-Cobos con Cincinatti para Telarc. En concreto, la séptima y la cuarta. A saber...
Le escuché hace años una Novena de Bruckner con la London Symphony, en Granada, que me gustó bastante. De los Bruckner de Telarc tengo malas referencias. Ya veremos...
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