Siendo obra de un devotísimo luterano, la Misa en si menor es por naturaleza una obra católica. Karajan, fiel seguidor de la Iglesia Romana, la hace más católica que nunca en una recreación digna de la más suntuosa ceremonia en San Pedro: solemne, imponente, brillante a más no poder, sensualísima y no poco voluptuosa, pero sobre todo rotundamente afirmativa. Aquí no hay dudas en la fe ni angustias existenciales. Menos aún desafío a la divinidad (¡Klemperer!). Como tampoco hay rastro de la reflexiva, desnuda y humanística fe del protestantismo. Los pasajes más extrovertidos se imponen por su fuerza retórica, los más íntimos se escoran hacia cierto sentimentalismo no exento de seductora belleza.
Luego se podrá discutir sobre la sonoridad en exceso musculada de la formidable orquesta; o sobre el tamaño excesivo e inconveniente de los Wiener Singverein; o de la espléndida labor de Gundula Janowitz y Christa Ludwig frente a la solidez de Karl Ridderbusch o a la mera discreción de Robert Kerns. Pero lo cierto es que Karajan tiene las ideas muy claras y materializa su concepto con la mano maestra que en él es de esperar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario