sábado, 7 de septiembre de 2019

El leve y blando Rachmaninov del beato Kirill Petrenko

Dicen que Kirill Petrenko no graba discos porque es tímido. Porque no desea darse a conocer ni hacer carrera. Porque ama la música en lugar del dinero. Porque quiere servir a los compositores en lugar de servirse a sí mismo entrando en el diabólico juego de la autopromoción y la mercadotecnia. Angelito. Habría que ir pensando en pedirle al Vaticano su beatificación para cuando abandone este mundo en el que su alma pura no se siente a gusto. Pero lo cierto es que en algún momento pecó. ¡Incluso grabó algún disco! Y quedó con el culo al aire, claro.


Es lo que ocurrió con este Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov con el que recientemente he tropezado en Tidal, y que ustedes tienen en YouTube. Lo registró poniéndose al frente de la London Philharmonic junto al pianista croata Dejan Lazic para Channel Classics en mayo de 2008, cuando contaba treinta y seis años y aún no había llegado a la titularidad del foso de Baviera que le daría fama cono director de ópera. Seguramente con justicia: repito una vez más que le he escuchado Rosenkavalier y Soldaten excepcionales. Pero en el repertorio sinfónico este señor dejaba y deja mucho que desear, cosa que quedaba ya en evidencia en esta interpretación con tantas virtudes como limitaciones.

Entre las primeras, una gran técnica de batuta y una apreciable capacidad para cantar las melodías, cosas que hace con enorme delectación en un Adagio sostenuto sensual y ensoñado a más no poder; su belleza subyuga desde el primer al último compás siempre y cuando se acepte un enfoque meramente contemplativo de la página, lo que resulta no poco discutible. Entre las segundas, una tendencia a la levedad tanto sonora como expresiva que resulta inconveniente en los movimientos extremos, sobre todo cuando se incurre –a Petrenko le pasa en varios momentos– en una blandura manifiesta. Por si fuera poco, el celebrado retorno “marcial” del gran tema del primer movimiento resulta hinchado y artificioso, dejando bien claro que el maestro no se cree en ningún momento esta música: la insinceridad es otra de sus más evidentes insuficiencias.

Deján Lazic encuentra perfecta sintonía con el enfoque hiperlírico de la batuta, y por ende no se muestra muy variado en lo expresivo, pero aquí hay que descubrirse ante un toque muy sensible –no especialmente nítido nota a nota, quizá tampoco lo suficientemente denso cuando le corresponde– y un fraseo poético, rico en matices, que en general evita el mecanicismo y busca la poesía escondida entre las notas.

Es justo lo mismo que hace en los seis Moment Musicaux op. 16 que completan el registro, que reciben una interpretación marcadamente lírica, sensual y evocadora, íntima mucho antes que extrovertida, pero por eso mismo en exceso unilateral, poco variada en la expresión, ajena a la voluptuosidad, el espíritu anhelante y la atmósfera enrarecida de un Ashkenazy (Decca), y más todavía de la pasión febril, por momentos visionaria, de un Lugansky (Erato); pincha con claridad en el último número, sin la tensión interna ni la grandeza que necesita.

A la postre, este disco sirve ante todo para ir destapando ese enorme fraude que es Kirill Petrenko en su faceta de director sinfónico. Seguiremos informando.

9 comentarios:

bruckner13 dijo...

El beato Petrenko jajajajajajaja xDDDDDDDDDDDDDDDD

Pablo dijo...

Discrepo totalmente. Lo poco que le he escuchado augura una gran etapa al frente de la Filarmónica. Creo que los berlineses han dado una lección al no dejarse llevar por los grandes nombres y contemplar en su elección únicamente la calidad musical.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

¿Podría explicaros, por favor, qué valores encuentra en las interpretaciones sinfónicas que le ha escuchado a Petrenko? Valores interpretativos, me refiero: su técnica excepcional queda fuera de toda duda.

FURTHOVENXXI dijo...

Fantástico retrato Fernando coincido plénamente! estoy convencido de que ha sido un error garrafal el nombramiento de este gnomo angelical al frente de la gran orquesta de Berlin!! creo que lo mas prometedor hubiera sido Barenboim o si se lo ve "muy grande" (senil¿? por favor!) Andris Nelson. ¿habrá operado algún lobby para concretar semejante fiasco? ¿tendrá el personaje artes de seducción milenarias para hacer creer que se trata de un genio en potencia? vaya a saber...

Saludos Cordiales!

Pablo dijo...

A su reciente Novena de Beethoven, por ejemplo, le veo una calidad técnica y una hondura expresiva a la altura de las mejores: https://youtu.be/AL8mbCKCZ-Y

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Mire usted, Pablo, la Novena la comenté hace poco en este blog y la puse a caldo. Repaso las cuarenta y cinco versiones de las que tengo escritas anotaciones en mi blog de notas personal: solo la de Howgood y la de Abbado (2000) me resultan más insípidas y mediocres que esta de Petrenko, cuyos movimientos impares encuentro malos de solemnidad. No puedo comprender cómo es usted capaz de sentir algo de lo que pide la partitura en esta recreación en la que no veo atención ni a la planificación de tensiones, ni al peso expresivo de los silencios, ni a los matices, ni al pathos (¡tan decisivo en el autor!), y en la que tampoco veo una idea detrás que no sea la de "vamos a descafeinarlo todo". Está claro que usted y yo estamos condenados a no entendernos. Supongo que usted será de los que en Beethoven prefieren a Heifetz frente a Perlman o Zukerman, a Backaus antes que a Barenboim. Me parece perfecto: hay muchísima gente que también lo prefiere así. Pero yo, en este pequeño rincón de la red, defiendo lo que a mí me gusta, e intento explicar a quienes se pasen por aquí el porqué de mis gustos.

Furthoven, también creo que debe haber algún tipo de "lobby", léase agencia muy poderosa, detrás de semejante nombramiento. Ciertamente a Petrenko le han elegido los músicos a mano alzada, pero veo claro que alguien les debe de haber vendido de manera excelente la moto de un señor con el que muy poco habían trabajado, y al que apenas esos mismos músicos le podían haber escuchado el repertorio sinfónico básico de una Filarmónica de Berlín: Mozart, Beethoven, Schumann, Brahms, Tchaikovsky, Bruckner, Mahler... Aunque también es cierto que en mucha ocasiones los músicos se fijan mucho antes en la técnica que en la expresión (es decir, en lo que un director quiere expresar al dar unas indicaciones u otras). Es posible que esta técnica excepcional es lo que les deslumbrara. Sea como fuere, creo que la Berliner Philharmoniker ha comedido el mayor error de su trayectoria.

Bruno dijo...

Como aficionado hay cosas que no entiendo. Creo que el director de una banda de pueblo ha de ser técnico. Tiene que enseñar a sus bisoños instrumentistas cómo tocar sus instrumentos.
Con la OFB la demanda es otra. Que sea un buen músico y lo sepa comunicar a la orquesta. Me imagino que cuando dicen que es un buen técnico es que saca de la orquesta sonidos y planos bellos. Claro, el director está para ello. Pero su origen es ser músico y su medio el saberlo comunicar.
Yo sólo tengo escuchado un fragmento de la 9 y el final de la séptima. Musicalmente me suenan terroríficos. El de la séptima, una carrera a ningún sitio.
Tocan bien. Claro que tocan bien Muy pocas orquestas no se disuelven como azucarillos en esas condiciones. Pero yo les veo apurados. Preocupados de sonar al unísono. Nada de entretenerse en hacer música.
En fin, cuestión de gustos. Estamos a versiones "románticas" de la mùsica romántica. Ahora, versiones objetivas. Boulez estaría contento. Haitink, al que siempre se le achaca objetividad y poco desmelenamiento, estará desconcertado.
El cambio generacional. ¿Sólo está Nelsons capacitado para ese puesto?¿No hay 20 aspirantes todos muy capacitados para optar a ese puesto?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Efectivamente, Bruno. Entiendo que la técnica es un medio, no un fin en sí mismo. La técnica es el medio de materializar una idea; en el caso de la música, de convertir la idea en sonido. Se entiende que el titular de una gran orquesta como la Filarmónica de Berlín tiene que posser una gran técnica, no para hacerla sonar mejor de lo que suele hacerlo, ni para "mantenerla en forma", porque ya se mantiene ella solita y con los invitados de primera magnitud, sino para aprovechar a fondo las posibilidades que esta ofrece y así materializar con la mayor plenitud posible esa idea expresiva original.

Ahora bien, si hay mucha técnica pero no hay "idea", una idea expresiva que sea interesante, que comunique con intensidad cosas acertadas sobre la partitura, o que descubra cosas nuevas y coherentes sobre la misma, el resultado será de manifiesta mediocridad por muy capaz que sea la batura de obtener una precisión absoluta, de clarificar planos sonoros o incluso de planificar tensiones. Es lo que ocurre con la dichosa Novena de Beethoven de Petrenko: no hay "idea" detrás, y si la hay, esta no consiste sino en restar pathos y hacer la música más digerible para quienes solo desean cerrar los ojos para siestear.

Mahlerite-Shosta dijo...

Saludos y excelente Blog.

De Petrenko sólo puedo juzgar a través del unico disco que le he podido escuchar, su
reciente Patética tchaikovskiana, y tras muchos altibajos puedo decir que no cumplió
las expectativas, para tratarse de la primera grabación oficial de éste director con
su nueva orquesta, la Filarmónica de Berlín. Habrá que seguir observando qué más es
capaz de dar.

M-S.

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