La grabación más antigua es la de la Sexta: se remonta nada menos que a 1955, aunque suena en un estéreo muy notable para la época. Interpretativamente me ha gustado bastante. El movimiento inicial me parece todo un acierto, enfocado siempre desde el sentido del humor risueño y un poco pícaro que caracterizaba a Sir Thomas –se sentirá defraudado quien busque drama–, y en el punto de equilibrio justo entre agilidad y musculatura. El Andante se encuentra paladeado con adecuada delectación pero parece un punto gangoso, lo que no impide que alguna frase sea muy bella. Magnífico el Scherzo, soberbiamente expuesto y diseccionado; convence menos el trío. Y el Allegro moderato conclusivo resulta bienhumorado, pero también más lento de la cuenta, escaso de electricidad e incluso un punto suavón; por fortuna, cuando llega la hora de encresparse Beecham no regatea en potencia sonora y expresivo.
Las otras dos sinfonías se grabaron entre 1958 y 1959 con espléndida toma sonora. Aquí los resultados son muchísimo más desiguales. La irregularidad del Baronet queda bien de manifiesto en esta Tercera sinfonía difícil de valorar globalmente debido a sus desequilibrios. El primer movimiento resulta poderoso y robusto antes que ligero, lo que en principio no es mala idea, pero hay algún parón en exceso dilatado y en las frases del oboe hace acto de presencia un sentido del humor bastante discutible, en exceso frivolón. Lento, gangoso y blando el Allegretto, aunque al menos está bien desmenuzado. Pesadote y fuera de estilo el Menuetto, aunque su trio sí posee calidez y encanto. El Presto vivace, finalmente, resulta un punto más masivo de la cuenta, pero al menos está dicho con energía y convicción.
Algo mejor la Quinta sinfonía. Un arranque no ya más leve de la cuenta, sino bastante alicaído, hace pensar que nos vamos a encontrar ante una mediocre interpretación. No es exactamente así. Cierto es que la sonoridad resulta excesivamente robusta, que los contrastes escasean y que se impone cierta blandura o, cuanto menos, un enfoque expresivo en exceso amable, poco dado al conflicto y a las tensiones, lo que resta riqueza a esta música que esconde mucho más de lo que aparenta. Pero también es verdad que Sir Thomas ordena muy bien los planos sonoros. Que trabaja con plasticidad a su orquesta. Que sabe cantar las melodías, aun manteniéndolas ajenas a ese sabor agridulce que Schubert necesita, con una perfecta mezcla de elegancia y delectación. Y que en el último movimiento se anima un tanto. No está mal.
¿Mis versiones favoritas? Para la Tercera, Colin Davis. Para la Quinta, Karl Böhm con la Filarmónica de Viena. Y para la Sexta, tanto Solti en DVD como Colin Davis.
3 comentarios:
Tengo esta grabación de Beecham, y siempre me gustó mucho. Creo que en general tienen gran nivel y han aguantado bien el paso del tiempo, aunque pueda haber aquí y allí cosas netamente mejores (son grabaciones muy antiguas), aunque no demasiadas.
Creo que Beecham brillaba con la música más sencilla y amable, y especialmente con la más frívola y humorística. A veces ese tipo de música resulta endiabladamente difícil de hacer bien, y a Beecham le salía de forma natural. Quizá habría sido un director ideal para los valses del Concierto de Año Nuevo.
Tengo esta grabación de Beecham, y siempre me gustó mucho. Creo que en general tienen gran nivel y han aguantado bien el paso del tiempo, aunque pueda haber aquí y allí cosas netamente mejores (son grabaciones muy antiguas), aunque no demasiadas.
Creo que Beecham brillaba con la música más sencilla y amable, y especialmente con la más frívola y humorística. A veces ese tipo de música resulta endiabladamente difícil de hacer bien, y a Beecham le salía de forma natural. Quizá habría sido un director ideal para los valses del Concierto de Año Nuevo.
Estamos de acuerdo en un punto esencial: cuanto más amable y bienhumorada es la música, mejor le sale a Beecham. Por eso es tan estupenda su sinfonía de Bizet.... y tan flojo gran parte de lo que hizo en otros repertorios.
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