sábado, 17 de agosto de 2019

Barenboim, Argerich y la WEDO en Salzburgo, 2019: el triunfo llegó con Lutoslawski

Mi suscripción a Medici TV me ha permitido ver, con estupenda calidad de imagen y no tanta de sonido, la filmación del concierto que este miércoles 14 de agosto ofrecieron Daniel Barenboim, Martha Argerich y la West-Eastern Divan Orchestra en el Festival de Salzburgo. Resultados de alto nivel, como era de esperar, pero con importantes desigualdades.

Inacabada o Incompleta –como prefieran– de Franz Schubert para empezar. Treinta y cinco años no pasan en balde, y si en su grabación con la Filarmónica de Berlín para CBS el maestro no lograba destilar esa sensualidad y ese peculiar lirismo que exige el universo schubertiano, y además se escoraba en exceso ante la vertiente dramática de la página, ahora la experiencia con sus sonatas le permite ofrecer una recreación más idiomática. También más equilibrada, menos extrovertida y más atenta a la belleza sonora, alejándose de densidades excesivas y enriqueciendo el fraseo de sutilísimos matices propios del gran maestro que es. Por desgracia, los resultados siguen sin ser ser redondos. El primer movimiento me ha gustado bastante, pese a que haya un cierto exceso de portamenti, se aprecie algún desajuste en los ataques de las cuerdas o la batuta no termine de descubrir la magia poética que alberga su acongojante final. Pero no, no me ha convencido el Andante con moto: aun fraseado con incuestionable belleza formal, está dicho con una prisa excesiva y no ofrece el adecuado contraste entre vuelo melódico y desgarro dramático.

Concierto para piano nº 1 de Tchaikovsky para continuar. A estas alturas de la película, estaba claro que Argerich no iba a cambiar su manera de acercarse a esta página, la que tenía en tiempos de sus grabaciones con Dutoit (1970), Groves (1977) o Kondrashin (1980) o Abbado (1994). Y no lo hace: su aproximación sigue siendo ante todo impetuosa y agitada, extrovertida a más no poder, llena de electricidad y un punto demoníaca. Pero en esta velada salzburguesa –no tanto en Buenos Aires unos días atrás– la solista parece encontrarse menos nerviosa, menos efectista y con mayor voluntad de controlarse para hacer gran música. Quizá también se muestre menos rígida, más flexible en el sonido y menos mecánica cuando se echa a correr. ¿Solo quizá? Esta misma mañana he comparado con el citado registro de Abbado –que parece dirigido desde la banqueta del piano, por cierto– y, efectivamente, aquí nuestra artista está bastante más centrada y musical.

Sea como fuere, el resultado es espléndido dentro de la "línea Argerich", y venturosamente se ve acompañado por una dirección que sabe fusionar brillantez, emoción y vuelo melódico, al tiempo que invita a cantar con enorme musicalidad a los solistas de la orquesta, tratada con singular plasticidad. Tengo un reparo, sin embargo: el Andantino está llevado por Barenboim con bastante menos lentitud que en su soberbia grabación con Lang Lang, en la que alcanzaba ahí lo sublime. Eso sí, intervenciones como las de la flauta o el oboe son memorables. De propina a cuatro manos, el prodigioso Rondo D 951, de Schubert, interpretado con la misma excelsitud que ya alcanzaba la pareja en anteriores ocasiones.

Es tras el descanso del concierto cuando el maestro, ya sin las irregularidades de Schubert y Tchaikovski, alcanza unos resultados redondos ofreciendo una descomunal recreación del Concierto para orquesta de Lutoslawski. Ya lo era en su grabación con la Sinfónica de Chicago de 1992 que comenté aquí mismo. Para no repetirme, me limito a añadir que la Orquesta del West-Eastern Divan no se queda en absoluto corta: más depurada en lo sonoro que en la primera parte de la velada salzburguesa, todas sus familias dan una verdadera lección de virtuosismo y de compromiso expresivo, como lo hace también un Barenboim que maneja planos sonoros con soltura, construye clímax con perfecta lógica y es capaz de tratar las texturas propias del autor –bullicioso, agilísimo segundo movimiento– manteniendo la claridad.

Cuando salga la correspondiente edición comercial, esta filmación merecerá la pena por el Lutoslawski. Y también por la que es probablemente las más redonda aproximación de la Argerich al Tchaikovski.


4 comentarios:

Observador dijo...

Don Fernando:

Ya he leído y analizado todas las discografías comparadas que usted publicó en el presente sitio. ¡EXCELENTES! Ahora bien, sé perfectamente que no tiene demasiado tiempo para dedicarle -como quisiera- a vuestra página. Pero cuando lo pueda hacer, por favor, PRIORICE publicando más de sus brillantes DISCOGRAFÍAS COMPARADAS de las diferentes obras maestras de la composición musical. ¿Por qué debería hacerlo? Muy simple: Bienvenida la controversia. Sin la controversia el ERROR campea a sus anchas.

¡Piénselo!

Saludos cordiales,
Mario de República Argentina

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Qué sensación de déjà vu...

Observador dijo...

Don Fernando:

Sería MARAVILLOSO que pueda hacer, a pesar de contar con escaso tiempo, discografías comparadas de “CUADROS DE UNA EXPOSICIÓN” de Músorgski; “ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA” de Strauss; COCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA nr. 3 de Rajmáninov; SINFONÍAS nrs. 3, 5, 6 y 9 de Beethoven; CONCIERTO PARA VIOLÍN Y ORQUESTA de Beethoven; CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA nr. 1 de Brahms; CONCIERTO PARA VIOLÍN Y ORQUESTA de Brahms; SINFONÍAS nrs. 5 y 6 de Chaikovski; CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA de Schumann; “IDILIO DE SIGFRIDO” de Wagner; CONCIERTO PARA VIOLÍN Y ORQUESTA de Britten; SONATAS PARA PIANO nrs. 2 y 3 de Chopin; SINFONÍA nr. 25 de Mozart; CONCIERTOS PARA PIANO Y ORQUESTA nrs. 17 y 21 de Mozart; SINFONÍA nr. 88 de Haydn; CUARTETO PARA CUERDAS nr. 2 de Borodín; SINFONÍAS nrs. 4, 7, 8 y 9 de Bruckner y las SINFONÍAS nrs. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 9 de Mahler, entre otras obras maestras.

Saludos cordiales,
Mario

Fco.Javier dijo...

¡Ya tienes deberes para lo que queda de verano! Saludos cordiales Fernando
Javier

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