Hace pocos días, una exministra del Partido Popular –la derecha española “de
toda la vida”, para los que me leen desde fuera– montaba un monumental revuelo
al afirmar que los niños andaluces están mucho peor formados que los del resto
de las comunidades autónomas, es decir, las gobernadas por su formación. No seré
yo precisamente, que me dedico desde hace dieciocho años a la docencia, quien
niegue los gravísimos problemas que afectan a la educación en Andalucía, algo
con lo que ciertamente tiene que ver la política educativa socialista. Pero lo
que sí dudo mucho es que los chavales de mi tierra tengan menos talento que los
de otras. Al menos en música. Baste simplemente recordar una serie de nombres
vinculados a la West Eastern-Divan, esa misma formación que algunos calificaban despreciativamente como “orquesta de niños” y que ha resultado ser una cantera
de artistas de primera: Ramón Ortega es de Granada y ha pasado de la
Radio Bávara a la Filarmónica de Los Ángeles, la también oboísta Cristina
Gómez Godoy procede de Linares y es primer atril en la Staatskapelle de
Berlín, Pedro Manuel Torrejón González nació en Isla Cristina y asimismo
anda muy vinculado a Barenboim y su orquesta berlinesa.
En la misma lista debemos incluir a Pablo Barragán, nacido en Marchena
en 1987 y clarinete excepcional, cosa que demostró sobradamente el pasado
viernes en el Teatro Villamarta interpretando, en arreglo para pequeña orquesta
de cámara, el precioso Quinteto para clarinete de Carl Maria von
Weber. Esa misma tarde había escuchado en casa la magnífica grabación de
Sabine Meyer. Pues bien, la justamente mítica clarinetista alemana resulta
inalcanzable en técnica, depuración y belleza sonora, pero a mí me parece que
Barragán no le va a la zaga –antes al contrario– en intensidad y
compromiso. Una experta melómana me comentaba al terminar que el solista había
evidenciado algunas vacilaciones. Vale, pero a mí me importa muy poco eso, porque las
mismas no eran sino fruto de arriesgar muchísimo, de moverse todo el tiempo en
la cuerda floja (¡qué pianísimos!) para explorar las posibilidades expresivas de
la música. Tensión y comunicación por encima de la mera belleza sonora: eso es
lo que distingue a los artistas de verdad de los meros vendedores de sonido.
A Barragán le acompañaban la Orquesta de Cámara Eslovaca y su
director-solista Ewald Danel, que funcionaron de manera notable en la
página de Weber y ofrecieron lo que parecían muy dignas recreaciones de la
simpática Serenata para orquesta de cuerda de Eugen Suchoň
(1908-1993) y de la Música eslovaca de un tal Ilia Zelenza
(1932-2007), para terminar brillando en las deliciosas Danzas rumanas de
Bartók. El escaso público del Villamarta (¡qué lejos quedan
aquellos tiempos en que se llenaban sus 1200 butacas en cualquier espectáculo de
música clásica!) aplaudió con merecido agradecimiento y salió verdaderamente
satisfecho. Y yo quedo más atento que nunca a la trayectoria de Barragán, a
quien estoy deseando volver a escuchar.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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