En la página de Mendelssohn, no menos magistral que la que ocupa la primera mitad del disco, Mintz despliega de nuevo un sonido maravilloso y una poesía infinita, además de un virtuosismo aplastante, mostrándose capaz de ofrecer mil matices sin menoscabo de la línea global y sin caer en el menor amaneramiento. Aporta además un apreciable regusto dramático en el segundo movimiento, pero lo hace sin que se resientan la delicadeza y la elegancia propia del autor. En este sentido, Abbado sabe hacerlo sonar al mismo tiempo ágil y con cuerpo, sin esas sonoridades ingrávidas y relamidas que caracterizarán a sus acercamientos posteriores a este compositor; memorable su manera de hacer cantar a la cuerda en el tercer movimiento, delicioso y sin el menor atisbo de frivolidad.
El registro se realizó con una toma analógica y de formato cuadrafónico, lo que resultaba ya un tanto pasado de moda cuando todas las compañías olvidaban la cuadrafonía para apuntarse al digital. En cualquier caso, sonaba estupendamente. Lo que ahora nos interesa es que el sello Pentatone ha recuperado en SACD la toma en cuatro canales con excelentes resultados: la orquesta suena al fondo y los canales traseros se usan para otorgar sentido espacial, no para deslumbrar con efectismos. Disco imprescindible.
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