El propio intérprete nos define maravillosamente en el libretillo –hay traducción al castellano, también para las excelentes notas de Adolf Pla– las singularidades de este universo creador: “En todas sus obras, parece que Mompou buscaba la máxima depuración y simplificación de los recursos musicales. Sus piezas breves son instantes congelados en los que la sensación de tiempo se confunde con la sensación de espacio. Aquí no hay ni contrastes ni oposiciones, pero por medio de modestos recursos musicales se alcanzan tales estados de elevación que nos da la impresión de vivir por un momento fuera del tiempo. (…) El sonido es la prolongación del silencio, y el silencio es la fuente misma de la música. Gracias a esta dualidad, a esta transfiguración del silencio por medio de la música, el auditorio puede sentir la soledad de forma aguda, es decir, no como un vacío sino como una plenitud de tensión espiritual”.
Interpretativamente es un prodigio, porque Volodos pone todo el enorme virtuosismo que le ha dado prestigio al servicio no del lucimiento propio, sino de la música. ¿Y qué significa virtuosismo en una música se caracteriza precisamente por carecer de las exhibiciones de agilidad y fuerza digital tan caras al artista? Pues en cosas tan fundamentales como la concentración, es decir, la capacidad para sostener el pulso en tempi de apreciable lentitud sin que la tensión se le venga abajo, y también para otorgarle un peso muy especial a los silencios. En la habilidad para modelar el sonido haciendo gala de una riqueza de colores y texturas asombrosa. Y en la destreza para ofrecer una gama dinámica extrema, y muy especialmente de crear unos pianísimos imposibles que no creo capaz de igualar por casi ningún otro pianista del mundo, y que desde luego resultan ideales para el mundo sonoro de Mompou.
Pero es que además el ruso, y dejando al margen su asombroso dominio del instrumento, se muestra aquí –no tanto en otros repertorios– como un artista de sensibilidad extrema, capaz de destilar auténtica magia poética desde el teclado y de enriquecer la partitura con multitud de acentos expresivos. He comparado, una a una, las piezas de la Música callada con la magnífica integral que grabó Javier Perianes para Harmonia Mundi en 2006, y lo cierto es que en absoluto le va a la zaga. Muy diferentes en la elección del tempo en alguna de las piezas, bastante similares en otras, tengo la sensación de que el onubense resulta más adusto, tenso y dramático, incluso más escarpado, mientras que Volodos mira más hacia el impresionismo, resulta más variado en lo expresivo, también más comunicativo, y es más rico en misterio, en atmósfera y en sugerencias. Los dos me parecen imprescindibles.
Ah, quienes no puedan hacerse con el chollo –en el momento de publicar estas líneas aún quedan ejemplares– deberían saber que en ciertas páginas se puede conseguir la descarga en HD de la grabación de Volodos, aunque el precioso libro lo echarán de menos. Yo que ustedes, corría a la página de Amazón.
5 comentarios:
Es curioso el caso de Volodos. Casi todo el mundo elogia su virtuosismo para transcripciones, paráfrasis y demás vehículos de lucimiento, pero precisamente a mí donde más me llega y donde creo que están sus mejores resultados es en las obras íntimas y de máxima concertración. Así, creo que sus mejores discos son éste, dedicado a Mompou y el que grabó con las sonatas de Schubert (D. 157 y D. 894).
Saludos
Muchas gracias por la recomendación del Schubert. Tomo nota. Saludos.
Añadiria que especialmente en la Sonata-Fantasia de Schubert (D. 894) es donde se hace mas presente ese grado de concentración y economía de medios, manteniendo el pulso, sin caidas de tensión. El primer movimiento se alarga hasta los 19 minutos, y resulta maravilloso. Me recuerda al genial Richter en su visión de Schubert.
Saludos
Volodos sigue explorando el repertorio más poético e intimista, donde los silencios tienen un valor esencial. Acaba de publicar un disco con los Op. 76, 117, 118 de Brahms. Totalmente recomendable. Además ya está disponible en Spotify.
Saludos
Gracias mil por la noticia. Intentaré escucharlo.
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