Sí, ya sé que prometí no volver a escribir hasta la Quinta de Mahler del próximo viernes en Madrid a cargo de Andris Nelsons. Pero es que he vuelto a escuchar, por enésima vez, otra Quinta de Mahler: Bernstein, claro. No la ya notabilísima de 1963 con la Filarmónica de Nueva York para CBS, ni la magnífica filmación de 1972 con la Filarmónica de Viena para Unitel, sino la grabada en directo frente a esta misma orquesta en octubre de 1987 en la Alte Oper de Frankfurt y recogida por los micrófonos de Deutsche Grammophon. Para muchos, la mejor de la historia del disco.
No es para menos. En el extremo opuesto de la sobriedad dramática y concentrada de un Barbirolli, Bernstein decide extremar el mundo de constrastes sonoros y anímicos propuestos por el compositor sin tener miedo del exceso y jugando sin complejos con lo decadente, lo narcisista e incluso lo amanerado, pero sin llegar a caer nunca en estos extremos: tal es la sinceridad expresiva con que lleva a cabo su propuesta.
Resultan portentosos los dos primeros movimientos, lentos y paladeadísmos, mostrando desbordante imaginación para aportar mil y un acentos y descubrir detalles que suelen pasar desapercibidos, haciéndolo con un pulso tan flexible como bien sostenido que alcanza unos clímax visionarios y arrolladores; todo ello lo hace, como no podía ser menos, exhibiendo un pasmoso sentido del color, una insuperable claridad y un alucinante manejo del rubato, además de una perfecta fusión entre hedonismo y garra dramática.
El Scherzo ha perdido algo de fuerza, rusticidad y velocidad con respecto a la filmación antes referida, pero ha ganado en elegancia, refinamiento, variedad tímbrica y claridad, ofreciendo además pasajes líricos de enorme belleza; la trompa de Friedrich Pfeiffer, memorable. El Adagietto, antes un tanto extrovertido e inflamado, resulta ahora lento, sobrio y recogido, un punto distanciado incluso, pero sigue siendo bellísimo y su decadentismo no llega a caer en lo empalagoso: la desolación se encuentra aquí despojada de adherencias. El Finale también ha perdido frenesí –sigue siendo arrebatador, por descontado– y gana en refinamiento y claridad, permitiendo el lucimiento, bajo un control absoluto desde el podio, de una orquesta en estado de gracia que no solo exhibe su inigualable belleza tímbrica, sino que también se implica al máximo en cada una de las intervenciones solistas.
La grabación es técnicamente extraordinaria para tratarse de un CD, aunque en este sentido poca competencia le puede hacer a la increíble toma de sonido del Blu-ray con Chailly en Leipzig editado hace poco por Accentus. En cualquier caso, lo dicho antes: la de Bernstein es probablemente la mejor interpretación llevada al disco. Si alguien que pasa por aquí no la ha escuchado aún, le recomiendo que lo haga cuanto antes. Toda una experiencia, se lo aseguro.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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4 comentarios:
Coincido plenamente con tus coentarios querido amigo. Una interpretación mágica.
Muchas gracias.
Tengo alguna sinfonía de este ciclo que comentas para DG y me gustan bastante aunque no la Quinta. Una pregunta ¿cuántos ciclos completos de las sinfonías de Mahler tiene Bernstein? Tres? Más?
Pues Bernstein, si no estoy mal informado, tiene tres ciclos sinfónicos, pero dos de ellos incompletos.
En los sesenta lo grabó para CBS con la Filarmónica de Nueva York, quedándose fuera La Canción de la Tierra, que registra para Decca con la Filarmónica de Viena en la versión con barítono. A su vez, vuelve a grabar la Octava para CBS con la London Symphony.
En los setenta realiza una filmación para Unitel de todas las obras. Paralelamente, CBS-Sony extrae el audio de dos de ellas y las edita por su cuenta: la Segunda (London Symphony) sustituiría a la de Nueva York en posteriores ediciones de la integral, y La canción de la Tierra (en Israel) completaría finalmente ese ciclo inacabado neoyorquino.
En los ochenta emprendió una nueva grabación de las sinfonías, pero no le dio tiempo de registrar la Octava ni La canción de la Tierra porque le llegó el momento de despedirse de este mundo. El sello amarillo decide entonces coger una grabación de la Octava un día anterior a su filmación de esta obra para Unitel con la Filarmónica de Viena, que es casi la misma pero no del todo, pues cambian algunos nombres en el elenco (el audio es del 30 de agosto de 1975). De este modo Das Lied queda fuera del ciclo editado por su momento en compacto por DG, pero en una posterior edición se incorpora la grabación de 1966 para Decca ya mencionada.
Qué lio, ¿no? Espero no haberme equivocado en nada. Ah, perdón por la tardanza en contestar. He estado en Madrid. Un cordial saludo.
Se agradece la respuesta, no es molestia la espera. Por cierto, ya me he hecho con esa 5ª de Bernstein. Un saludo.
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