Estoy en Colonia. He acudido con unos amigos en peregrinación para escuchar el ciclo completo de las sinfonías de Beethoven a la West-Eastern Divan Orchestra. Total, si hay miles de personas dispuestas a peregrinar para ver a Papa, no sé por qué unos cuantos locos no vamos a hacer lo propio para escuchar al sumo pontífice de la causa beethoveniana. Además, seguramente Barenboim (mejor dicho: Beethoven a través de Barenboim) tiene cosas más interesantes que decir sobre la dimensión trascendente del ser humano que Joseph Ratzinger, por muy buen teólogo que este sea.
Cuando ayer lunes llegamos a la Philharmonie nos esperaba una desagradable sorpresa: no había cámaras por ningún lado, así que adiós a la filmación inicialmente prevista. Eso sí, unos tarjetones publicitarios anunciaban que los conciertos aparecerán en mayo de 2012 en una caja de cinco compactos del sello Decca, y de hecho antes de comenzar la velada se solicitó al público que guardara el mayor silencio posible para que la grabación se realizara en condiciones. Se nos advertía también que la Leonora III anunciada se reservaba para el domingo, así que el programa quedaba integrado únicamente por las dos primeras sinfonías del de Bonn.
La Primera es una obra complicada de interpretar, al menos para mi gusto, y de hecho conozco poquísimas grabaciones que me satisfagan plenamente, Furtwängler a la cabeza de ellas. A Barenboim creo que le falta aún una última vuelta de tuerca para alcanzar la excelsitud, pero tengo claro que actualmente no hay un solo director capaz de alcanzar el nivel del de Buenos Aires, es decir, de ofrecer un sonido tan inequívocamente beethoveniano, un fraseo de semejante calidez, una tan portentosa capacidad para aunar firmeza en el pulso con flexibilidad de trazo, una "respiración" tan cantable en el tratamiento de las maderas y una fantasía tan asombrosa: como le ocurre en sus interpretaciones pianísticas del mismo autor, el maestro no deja de "inventar" continuamente, de hacernos escuchar "cosas nuevas", con el riesgo que eso supone. Sea como fuere, esta Primera se pareció bastante a la de Sevilla (enlace) de hace unas semanas y, por ende, se separó un tanto de la de la grabación para Teldec: ahora hay menos fogosidad, menos rebeldía, pero se ha ganado en sensualidad, en vuelo lírico y en cantabilidad, lo que significa que Barenboim rozó el cielo en un segundo movimiento realmente sublime. Los dos extremos, estupendos, pero eché de menos incisividad, y el tercero sonó mucho antes como lo que realmente es, un scherzo, que como lo que está escrito en la partitura, "menuetto".
Sensacional, inmensa, de auténtica referencia la Segunda Sinfonía. En este mismo blog (enlace) escribí lo siguiente sobre la grabación discográfica que Barenboim realizó frente a la Staatskapelle de Berlín:
"Al frente de una orquesta que ofrece una sonoridad oscura, densa y empastada muy distinta de la de la emblemática Filarmónica de Viena, pero en cualquier caso inmejorable para realizar una lectura de estas sinfonías desde la óptica de la gran tradición centroeuropea, el de Buenos Aires ofrece una Segunda enérgica, sanguínea, muy épica, llena de pasión, pero sin nunca perder el control, que mira sin complejos hacia el Beethoven maduro. Increíble en este sentido el primer movimiento, todo fuerza y robustez. El segundo no alcanza la hondura contemplativa de Böhm, pero su clímax es aún más hiriente. En los otros dos el empuje dionisíaco termina de imponerse frente a los aspectos más dieciochescos de la escritura."
Bueno, pues repito lo dicho con una enorme y sorprendente excepción: yo esperaba ahora un "larghetto" hondo, sereno, de profunda impronta humanística, siguiendo en este sentido la evolución que Barenboim ha parecido emprender en estos últimos tiempos, pero el maestro decidió ofrecernos esta vez una interpretación ágil, risueña, galante, llena de encanto y coquetería, incluso un punto "rococó", pero sin confundir todo esto con lo liviano, lo trivial, lo cursi o lo repipi, que es lo que le pasa a muchos directores tanto de la línea historicista como de "la otra" cuando intentan lo mismo. En cualquier caso Barenboim no reniega de su personalidad y, amén de frasear con una cantabilidad prodigiosa, cargó las tintas en los clímax dramáticos de la página, como advirtiéndonos de que la felicidad no puede durar gran cosa.
La orquesta, de plantilla sensiblemente reducida para estas dos sinfonías, estuvo al mismo nivel que en el Teatro de la Maestranza, es decir, estupenda, y volvió a sonar a Staatskapelle de Berlín de manera bastante descarada. El público alemán reaccionó de la misma manera que el sevillano: todos inmediatamente en pie aplaudiendo a rabiar. Y no creo que en Colonia carezcan precisamente de tradición sinfónica.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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2 comentarios:
Después del ciclo de Thielemann era muy improbable que Unitel produciera uno nuevo. Total, ¿para qué filmar al mejor beethoveniano vivo si se puede filmar al nuevo "Karajan" (xD) con la orquesta con más glamour?
me uno en la distancia a vuestro peregrinaje beethoveniano una vez he disfrutado de esas maravillosas interpretaciones en Ronda y Sevilla.
Un abrazo a todos los que estais alli.
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