El Concierto para violín de Mendelssohn comienza de manera algo blanda y amanerada, por culpa tanto de Jansons como de una Janine Jansen cuya trayectoria recuerda cada día más a la de Anne-Sophie Mutter: un sonido asombroso por su solidez, belleza, variedad y agilidad, al servicio de una artista proclive al narcisismo. Por fortuna la cosa se va arreglando y los dos artistas se limitan a ofrecer una lectura tan correcta como sosa del primer movimiento. Interesa más el Andante, fraseado con concentración y sobria poesía. En el tercero, que no supone problema alguno para el portentoso virtuosismo de la solista, Jansons dirige con escasa chispa y nulo encanto. ¡Qué manera de desaprovechar una partitura tan llena de belleza teniendo a una orquesta incomparable a su frente!La Cuarta de Brahms me ha resultado bastante más satisfactoria que la que le escuché a los mismos artistas el año pasado en Murcia (enlace). Es decir, que esta no me ha parecido blanda, narcisista y deslavazada, sino sencillamente correcta y aseada, con todo en su sitio, admirablemente sonada -es necesario insistir: qué maravilla de orquesta-, mas poco matizada y sin garra, particularmente en un segundo movimiento muy superficial, si bien hay que reconocer que el scherzo resulta vistoso -e incluso vibrante- y que el cuarto ha estado en esta oportunidad trazado con mucho mejor pulso y sin caidas en el efectismo. Una interpretación funcionarial, pues. No es suficiente para la ocasión.
2 comentarios:
No me gustó ni Jansons ni la orquesta. Esperaba algo más.
Te llevo viendo por el teatro años y años, creo que nunca hemos hablado. Soy de los que oía la ROSS desde la Sala Apolo y regidor de ópera desde hace 17 años.
Un placer.
Carlos.
¡Anda, uno de mis tiempos! Yo también soy de los de la Sala Apolo. Cuántos años ya...
El placer es mío :-)
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