La nueva producción preparada por Luis Olmos (ya lo he dicho alguna otra vez: qué lamentable tendencia la de ciertos gestores a este lado y al otro de los Pirineos la de autocontratarse en su faceta de director escénico) me pareció correcta y funcional, realizada con sensatez, sin caer en el tópico, pero lastrada por una escenografía basada exclusivamente en proyecciones de escaso valor plástico. La dirección de actores, por desgracia, fue un tanto descuidada. En los diálogos, bastante menos recortados que en la producción de Sagi para el Real -donde se redujeron a la mínima expresión-, se optó por eliminar el verso en buena medida, lo que resta acartonamiento al libreto pero resulta muy discutible desde una óptica ortodoxa. El vestuario le ha quedado a Pedro Moreno menos inspirado que en otras ocasiones. Vamos, una producción no mala pero sí bastante por debajo de lo deseable.

Me ha hecho feliz volver a ver en escena, tras la Vida breve valenciana (enlace), a mi admirada Cristina Gallardo-Domâs. De ella se dijo que había estado muy mal vocalmente en las primeras funciones. En la que yo vi desde luego no fue así, aunque debo reconocer que el arte musical de la soprano -y no mezzo- chilena solo emocionó en aquello de "cállate, corazón", y que su gestualidad es mucho más apropiada para el melodrama italiano que para la zarzuela castiza. El que no tuvo salvación posible fue José Manuel Zapata, incómodo, afalsatedo y poco atento al matiz expresivo. ¿Qué le pasa a este chico? Correctísima María Rey-Joly como la Duquesa Carolina, buena cantante que no parece superar su relativa sosería. En cuanto a Juan Jesús Rodríguez (otro andaluz: si el tenor era granadino el barítono venía de tierra onubense), confirmo mi opinión de que se trata de un artista con una voz de primera pero un tanto primario en lo expresivo, aunque ahora debo añadir que en los diálogos estuvo sensacional, muy por encima de sus compañeros de reparto. Él y el adecuadamente histriónico Aníbal de Julián Ortega se encargaron de subir de manera considerable el nivel teatral de esta -insisto- correcta, digna y aceptable representación.
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