lunes, 24 de enero de 2011

Gala de cumpleaños de Plácido Domingo en el Real

La gala de homenaje a Plácido Domingo por su setenta (…o setenta y pico) cumpleaños que se celebró el pasado viernes 21 de enero en el Teatro Real de su Madrid natal tuvo momentos de gran emoción, pero estuvo lejos de satisfacer las expectativas despertadas ante la anunciada participación de "cantantes de todo el mundo”. Cierto es que resulta imposible congregar si quiera a la mitad de los grandes nombres junto a los que ha colaborado nuestro artista, pero se echaron de menos demasiadas figuras clave en su dilatada trayectoria; no necesariamente subiéndose al escenario, porque algunos ya no están para muchos trotes, pero sí al menos con su presencia en la sala, como hicieron Angela Gheorghiu (esta podía haber cantado: caprichos de diva), Elena Obratzsova o Jaume Aragall. Habría quienes por problemas de agenda o por enfermedad no pudieron asistir, y de hecho a última hora se dieron de baja gente como Matti Salminen, Samuel Ramey o Anja Harteros, pero es muy probable que a más de uno le corroyera la envidia o sencillamente se plantease que por qué a Plácido sí se le había hecho una gala y a otros -o a ellos mismos- no. Tampoco es difícil imaginar que hubo quienes no lograron dejar de lado sus diferencias con el organizador artístico del evento, Gerard Mortier. Y hay quien ha afirmado que a este no le ha dado la gana de llamar a determinados nombres que bien hubieran querido acudir. De confirmarse esto último, habría que poner seriamente en duda la profesionalidad del gestor belga, quien de momento está acumulando en su experiencia madrileña tantos aciertos como desaciertos.

Aunque la gala se retransmitió en semi-directo por Televisión Española y ha podido verse en diferentes cadenas europeas, me voy a molestar en especificar las intervenciones que se sucedieron, toda vez que el programa -que era una sorpresa y no logramos saber hasta que tuvimos acceso a la sala- no se encuentra recogido por ningún lado. Tras una correcta presentación de un Iñaki Gabilondo algo frío pero muy en su sitio, sin intentar acaparar protagonismo, la Orquesta Sinfónica de Madrid y el Coro Intermezzo dejaron bien claras sus insuficiencias técnicas a la hora de interpretar a Wagner: muy flojo el “Freudig begrüssen” de Tannhäuser. Seguidamente apareció Deborah Polaski para dejarnos helados, con su voz fea, un vibrato descontrolado y escasa sensibilidad para encarnar a la Mariscala, con el bellísimo monólogo “Da geht er hin” del Rosenkavalier, aunque al menos hay que reconocer la voluntad para el matiz que mostró quién ha sido una soberbia Elektra o, en el mismo Teatro Real, una gran Sacristana de Jenufa. Ya desde este Strauss Domingo empezó a llevar el compas con la mano o la cabeza, cosa que continuó haciendo durante toda la velada.

Angela Denoke, quien estaría presente más por Mortier que por Plácido, hizo gala de su habitual eficacia -y sólo eso- con un “Ich sah das Kind” de Parsifal bastante soso y con algunos apuros por arriba. ¡Qué diferencia con lo que le escuchamos en Valencia hace unos meses a Waltraud Meier! ¿Por qué no estuvo la inmensa mezzo alemana en la gala, señor Mortier? Menos mal que se ofreció a continuación una estupenda recreación del “Du bist der Lenz” del primer acto de La Walkyria a cargo de una entregadísima Anja Kampe, porque si no Wagner hubiera salido mal parado de esta gala.

Como única representación del repertorio francés, Paul Groves y Bryn Terfel ofrecieron el hermoso “Au fond du temple saint” de Los pescadores de perlas. El público les aplaudió bastante, aunque a mí lo único que me interesó de esta interpretación fue la soberbia labor del director musical de toda la gala, un James Conlon que, habiéndose mostrado muy aseado y bastante lírico en el repertorio alemán, hizo aquí ostentación de una delicadeza y sensualidad admirables. Pero en la obertura de La forza del destino que vino a continuación para abrir la parte consagrada al mundo italiano se mostró más bien funcionarial: los que hemos tenido la fortuna de escuchar en directo esta soberbia página a Muti y a Barenboim nos quedamos con un agridulce sabor de boca.

El nivel subió con el “Credo in un Dio crudel” de Otello: verdad es que Juan Pons ya no tiene la voz en condiciones para recrear a Yago, pero el barítono menorquín sabe muy bien qué es Verdi, cómo hay que frasearlo y cómo ofrecer la inflexión dramática adecuada en cada momento sin caer en truculencias. Tremenda Dolora Zajick en el “O don fatale” de Don Carlo; a mí me hubiera gustado un mayor legato en las secciones extremas, pero la mezzo terminó triunfando con una voz poderosa, esmaltadísima, y una enorme garra dramática. Conlon ofreció aquí interesantes detalles en el tratamiento de las maderas. Cerrando de manera brillante la primera parte, el tantas veces bastorro Bryn Terfel recreó con su portentoso instrumento y una gran veracidad el impresionante “Te Deum” (¡qué música!) de la Tosca pucciniana.

La segunda parte se abrió con un “Va, pensiero” de Nabucco donde, esta vez sí, el desigual Coro Intermezzo, estupendamente dirigido, dio la talla con una sensual recreación de la celebérrima página. El ya no tan joven René Pape, pese a algunas desigualdades en la emisión, recreó con arte inmenso el acongojante “Ella giammai m’amò” de Don Carlo; algunas frases fueron para pasar a la historia. El vídeo que ya se encuentra colgado en Youtube les permite a ustedes comprobarlo por sí mismos.

La guapa Inva Mula le hincó el diente a Leoncavallo recreando con buen gusto y algún desliz el “Qual fiamma avea nel guardo… Stridonò lassù” de I Pagliacci, para que a continuación el prometedor Lado Ataneli hiciera gala de poderío vocal -más que de atención al matiz- en el “Nemico della patria” del Andrea Chénier. Tras este Giordano, la sorpresa de la noche llegó con Ainhoa Arteta. “Bienvenida”, le gritó una señora, en referencia a su prolongada ausencia en el Real. Bien, es verdad que la soprano tolosana nunca fue gran cosa, pero ahora está cantando mucho mejor que antes. En esta gala se enfrentó nada menos que con el “Sola, perduta, abbandonata” de la Manon Lescaut pucciniana y, pese a las insuficiencias en el grave, ofreció una fuerza expresiva que hasta ahora no habíamos encontrado en la mediática artista.

Aun estando enfermo y no en plenitud de facultades, José Bros se atrevió a cantar L'alba separa dalla luce l'ombra, de Paolo Tosti, y lo hizo con excelente gusto belcantista. La joven soprano búlgara Sonya Yoncheva, vencedora de la última edición de Operalia (el concurso de canto fundado por Domingo), le puso mucha picardía a "Meine Lippen sie küssen so heibs" de Giuditta, de Lehár. La zarzuela tuvo una sola representación, lo que resulta inexplicable teniendo en cuenta la personalidad del homenajeado. En cualquier caso Ana María Martínez nos trajo la música de Moreno Torroba recreando muy dignamente "Tres horas antes del día" de La marchenera.

Lo más divertido de la velada llegó con Erwin Schrott. Cantar, lo que se dice cantar, cantó regular, pero le puso muchísima gracia e intención al aria del catálogo de Leporello mientras llevaba en la mano... ¡el programa del concierto! Y no se limitó a eso, sino que fue enseñando las fotos de Domingo con diferentes señoras del canto. Las risas entre el público dejaron bien claro el guiño hacia lo que todos sabemos sobre el tenor madrileño, quien más tarde o más temprano tiene que terminar haciendo el Don Giovanni. El de Mozart, quiero decir, que el personaje ya se lo sabe muy bien.

A continuación se realizó el estreno mundial de PLA-CI-DO, un regalo del compositor Tan Dun a Plácido Domingo "por encargo de Gerard Mortier", según rezaba la hojilla que nos entregaron. ¿Significa esto que lo pagó el belga de su bolsillo? Porque si no es así, debería poner “por encargo del Teatro Real". La obra, una previsible mezcla de música china y sinfonismo más o menos hollywoodiense, se escuchó con simpatía y se olvidó de inmediato, aunque el oscarizado compositor oriental, presente en la sala, se llevó su ración de aplausos.

Para cerrar el apartado musical de la velada se acertó al escoger la fuga final del Falstaff verdiano, "Tutto nel mondo é burla". En ella reaparecieron Pons, Ataneli, Groves, Mula y Zajick, a los que se añadieron Maite Alberola, Xavier Moreno, Natascha Petrinsky, Miguel Ángel Zapater y, de manera testimonial pero significativa, el gran Raúl Giménez. Claro que la sorpresa estaba por llegar: Teresa Berganza. Una de sus grandes compañeras, sí, pero también una de sus más deslenguadas rivales. En su discurso, emocionado y emocionante, estuvo inmensa. Fue sin duda el momento más emotivo de la noche, rematado con un divertido “Happy birthday to you” con que la mezzo madrileña quiso imitar a Marilyn Monroe.

A partir de ahí se sucedieron interminables y merecidísimos aplausos a Plácido por parte de quienes habíamos ido desde todas partes del mundo (había muchísimo extranjero) a acompañar al cantante en tan merecido homenaje. Su discurso, deshilvanado y al borde del llanto, nos mostró la cara más débil y humana de un artista que siempre se ha mostrado un tanto hermético. Y aún tuvo fuerzas para salir al balcón a saludar al público que había aguantado las gélidas temperaturas de la noche madrileña para seguir el espectáculo desde una pantalla gigante colocada a tal efecto. Encima cantó un chotis al aire libre a menos de cero grados. Genio y figura...

La nota gris de la velada lo puso el asunto de los programas de mano. Todo el mundo pudo hacerse con la ridícula hojilla en la que figuraban las obras a interpretar y el nombre de los cantantes (no así el del pobre James Conlon, quien debió de sentirse muy ofendido). Pero muchos nos quedamos sin el otro programa, el “bueno”, con varias páginas de fotos y algún artículo de circunstancias: luego me enteré que un buen número de ellos había sido repartido entre periodistas, así que parece que nos los quitaron a quienes habíamos pagado nuestra entrada (no precisamente baratas: a mí me salió por 68 euros y tuve que estar todo el tiempo de pie) dejándonos con un palmo de narices. Sorprende la falta de previsión, pese a que ya sabíamos de la incompetencia de la Jefa de Publicaciones, Ruth Zauner. Claro que tampoco nos quedamos sin una gran edición, porque por lo que pude hojear el resultado era de una fealdad y pobreza de contenido supinas. Fíjense si sería malo el programa que la circunstancia ha sido reconocida hasta por el hagiógrafo oficial de la era Mortier, el crítico de El Pais Juan Ángel Vela del Campo. Por cierto, que en su crónica (enlace) añadía otra cosa: “Las imágenes retrospectivas que se proyectan al principio y al final del concierto unen la música a la vida y dan otro alcance más profundo y emotivo al acto. El primer reportaje audiovisual, procedente de los viejos fondos de Televisión Española, es impagable.”. Pues bien, ¿saben ustedes qué pudo leerse en los créditos finales de la retransmisión televisiva? "Asesor artístico vídeos: JUAN ÁNGEL VELA DEL CAMPO” (compruébenlo). Sin comentarios.

PD. No dejen de leer la crónica de Papagena (enlace), y no olviden que en Youtube tienen la gala en su integridad gracias a Teresa59 y su Blog Villazonista (enlace).

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue una gala GENIAAAL!empezando por la Orquesta y Coro y con unos cantantes de primerísimo orden y todos bajo las órdenes de un director de orquesta JAMES CONLON de lo mejórcito que se puede encontrar hoy en día.
Evidentemente no escuchamos el mismo Concierto

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Hombre, Colon es un buen director, sobre todo en determinados repertorios (Zemlinsky, por ejemplo), pero eché de menos a alguna batuta de primer orden de entre las muchas que han trabajado con Dommingo. En cuanto a la gala, que hubiera grandes artistas y momentos de buenísima música no significa que fuese lo que a juicio de muchos, entre los que me cuento, tenía que haber sido.

Anónimo dijo...

A mi la gala me pareció una oportunidad perdida, por la torpeza de la organización: resulta que el propio homenajeado lamenta que el Teatro Real estuviera muchos años disfrazado de sala de conciertos ¡y le organizan un homenaje con la misma estética!

Tanto presumir de maquinaria que les permitiría alternar diariamente no se cuantos títulos diferentes y son incapaces de montar cuatro escenarios (sólo los fondos, se entiende), para dar vistosidad a una gala y permitir además a los cantantes que puedan moverse, en lugar de tenerlos constreñidos entre el director y los profesores. El resultado fue monótono y gris.

Y de los intérpretes, hubo de todo como es natural: Pape excepcional; Zajic fabulosa pese a que empiezan a notarse los años; Bros, Pons, Arteta, Martínez, Mula, Terfel, bien aunque con alguna carencia cada uno de ellos; el resto más bien corrientito; las tres primeras damas a cual más insulsa; Schrott, pues eso, mostrando cacho.

Y la obra del chino, pues... curiosa.

Lo más destacado, las ausencias: Carreras, Caballé, Scotto, Freni, Cossotto, L. Price, Levine, Milnes, Raimondi, Cura, Villarroel, C. Álvarez (de baja, supongo que esto le exculpa), Ricciarelli, Bruson, Nucci, Villazón, Netrebko, Barenboim, etc... Aragall y Obratzsova al menos parece ser que estaban, como la siempre estúpida Gheorghiu, que inexplicablemente (¿o por intereses comerciales?) no cantó pese a ser una figura en activo. Por cierto que la intervención del hermano del ministro daría para mucho que hablar, por lo ridícula (¿había traducción para el presumible público internacional reunido?). Y el video del tan denostado '300 millones' con la salida de Javier con Domingo en descapotable, sencillamente kitsch.

Lo mejor, Teresa Berganza emulando con sorna a Marilyn Monroe y el arranque del homenajeado por la Beltrana: genio y figura ambos.

En fin, lo mejor de todo: la constatación de que el ser humano se equivoca, al haber vaticinado hace unos treinta años la brevedad de la carrera de un artista que aún sigue dando batalla. Que cumpla muchos más.

Dulcamara dijo...

FLV-M: Estupenda crónica y muy bien visto lo de Vela del Campo, ehorabuena.

Dos pequeños tirones de orejas: Arteta es guipuzcoana (de Tolosa) y el blog que citas (La Verbena) no es de Ninna la Paza, sino de Papagena.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

¡Mil perdones! Qué bochorno. Ahora mismo lo corrijo.

PAPASCONCHOCOS dijo...

La gala parecia un OT del canto lirico pues los cantantes eran bastante mas jovenes que el homenajeado. Que no estuviera ni la Caballé ni Carreras demuestra que la caverna mediatica catatulfa se debe de quedar en su puto Liceo y berreando Visca el Barça.Son absolutamente prescindibles
BRAVO MAESTRO!

Eugenio Murcia dijo...

Pues a mi el madridismo y el taurinismo de Domingo me resulta tan antipático como a usted el catalanismo de Carreras o Caballé. Más vale defender a tu país que no torturar animales.

papasconchocos dijo...

De la catelfa Catatulfa faltaban ademas de la Caballé y su señor esposo, el señor Jose Carreras, y Jaime Aragall, entre otros.
Es muy bonito ir de Español para hacer caja,pero cuando hay que homenajear a alguien mejor mirar al otro lado no?.
Y dejen ya el tema de los toros, porque al rojerio no le duele prendas de que un ser humano las pase putas en Cuba o en China pero que los toros tengan sus derechos,eso se llama buenismo barato e hipocrita.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues yo en las últimas elecciones voté al PACMA (Partido Andaluz Contra el Maltrato Animal) y me considero más bien rojillo (línea Alfonso Guerra, nada que ver con ZP). Pero eso ya lo sabes tú muy bien, chokero, que bien que te gusta picarme ;-)

Antoñita Mari dijo...

Pensaba que Montse era andorrana. De todos modos, que falte ella me parece normal. ¿Para qué va a levantarse de la cama sin que le paguen por ello? Hace bien. El ministerio de Finanzas andorrano se lo agradecerá, sin duda.

El que tendría que explicar su ausencia es Carreras, el tercero de los Tres Tenores. No poco le debe a Plácido y hubiese sido bonito ver aunque fuese un gesto de reconocimiento.

La gala fue un bodrio lamentable, marcado por caspa, ausencias e inadecuación. ¿Pero qué puede esperarse de Mortier asesorado por Vela del Campo?

Muy caro para lo que fue. Estas cosas sólo saben hacerlas en el Met.

Eugenio Murcia dijo...

Aunque me desagrada su facherío, admiro muchísimo a Domingo como músico, aunque a veces se equivoque, como en el disco con canciones de Karol Wojtila o en el inefable invento de los tres tenores (le disculpa que el gran Pavarotti tb publicó horrorosos discos cross-over con estrellitas del pop-rock y similares). Pero su legado fonográfico es el más importante que ha producido ningún tenor en toda la historia. Quizá sólo podrían comparársele Callas y Fischer-Dieskau. Menudo trío, insuperable. Y pensar que podrían haber grabado una Tosca juntos, aunque no fue posible por el rápido ocaso de la diva griega.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Yo creo que a estas alturas ya somos todos capaces de dejar a un lado la ideología a la hora de juzgar a los músicos. Hace poco me dijeron que Fabio Luisi es del Opus Dei, pero no por ello va a disminuir lo más mínimo la admiración que siento por él. Pues eso mismo pasa con Domingo. Otra cosa es que grabe discos tan horrorosos como el de las canciones del penúltimo Papa, pero ya se sabe que al madrileño le gusta estar en todas partes.

Anónimo dijo...

La gala fue desigual , hubo momentos de gran belleza , pero en conjunto no respondió a ninguno de sus objetivos como no fuese el de hacer caja. Las tres primeras cantantes estuvieron a punto de echarme del teatro, pero como pagué un ojo de la cara me contuve pensando que Domingo saldría a cantar, pero ni por esas. La Berganza estuvo muy bien, pero hubiese sido todo más sincero si no lo hubiese leido...
Estoy contigo en todo lo que dices, y lamento que algunas personas usen estos blogs para mostrar su poco respeto y su intolerancia, aquí se juzga a los cantantes y no a las personas.Esos que hablan de los catalufos deberian recordar que la gala acabó teniendo un tufillo madrileñista que no venía a cuento , puesto que los 40 años de Plácido en Madrid se cumplieron en mayo del año pasado. Y para muestra de lo dicho basta con ver el programa que, afortunadamente no nos cobraron como hacen ahora con los de las óperas, todo eran fotos de Plácido en el Real...y de colofón el soy madrileño y el chotis del balcón... un poquito de sentido común.

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