viernes, 17 de septiembre de 2010

La polémica más vieja

Andan a la gresca Ángel Carrascosa y Arturo Reverter por culpa del Boccanegra de Plácido Domingo. No voy a terciar en una discusión que parece estar ya zanjada (enlace), pero sí que me voy a permitir realizar una pequeña reflexión: lo que en el fondo separa a mi amigo Ángel y a ese gran sabio (sin segundas) del que tanto aprendo y con el que tan pocas veces estoy de acuerdo que es Don Arturo no es ninguna cuestión personal, que me consta que no la hay, sino una de las más viejas polémicas del mundo de la lírica. ¿Qué va antes, la música o la palabra?

Dicho de otra manera: ¿hasta qué punto la pura belleza del canto es capaz de seducir nuestros sentidos al margen de su adecuación a los contenidos semánticos del texto y del contenido dramático -quiero decir escénico- del mismo? ¿Y hasta qué límites podemos obviar la falta de ortodoxia, belleza canora y adecuación a las demandas vocales de la partitura en una recreación que sí atiende a los contenidos expresivos? Obviamente no hay un solo melómano que se encuentre en un extremo de estas dos posiciones antagónicas, pues a todos nos importa tanto "la música" como "la palabra", pero sí que es cierto que la mayoría tenemos más o menos claro si nos movemos más a gusto en un terreno que en el otro. En mi caso no albergo dudas (¡le parole!), pero bienvenidos sean todos lo que encuentren en el lado opuesto siempre y cuando no tengan el atrevimiento de autoerigirse como los verdaderos amantes de la lírica y de acusarnos a los que pensamos lo contrario de no adorar la ópera como lo hacen ellos. Y lo mismo va por nosotros, claro, que ya la Condesa decidirá si prefiere a Flamand o a Olivier.


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