martes, 3 de noviembre de 2009

El Cascanueces por Gergiev: alegría y frivolidad

La visita de Valery Gergiev al Palau de Les Arts me ha animado a escuchar algunas de las grabaciones protagonizadas por el mediocre director ruso que tenía pendientes de audición. ¿Mediocre? Pues sí, y como ya en otro lugar de la red he explicado porqué opino así (enlace) no voy a molestarme en repetir mis argumentaciones. Repasaré en las próximas entradas algunos de estos registros.

Este Cascanueces, grabado en Baden-Baden en agosto de 1998 por los ingenieros de Philips, es de lo mejorcito que le he escuchado. Valiéndose de unos tempi más bien apresurados -el ballet completo le cabe en un solo compacto-, Gergiev ofrece una interpretación extraordinariamente animada, ágil y risueña, llena de teatralidad, de alegría y de entusiasmo. Hay también una buena dosis de sentido del humor, aunque este sea más bien primario y nada tenga que ver con la mala baba que exhibe Barenboim en su tan discutible como genial interpretación (enlace). En cualquier caso es imposible aburrirse con esta lectura de Gergiev y sus huestes del Kirov, por cierto de espléndido nivel pese a que esa bronquedad de los metales tan presuntamente rusa no satisfará a todas las sensibilidades.

Por desgracia el proverbial mal gusto del director también hace aquí acto de presencia. No son pocas las ocasiones en las que se cae en el tópico de la cursilería y la blandura que tan mal le sientan a esta obra maestra. Así ocurre en la escena de Clara tras la llegada de Drosselmeyer (nº 6), que suena frívola a más no poder e incluso un punto repipi, y más aún en el vals de los copos de nieve que cierra el primer acto, con un coro de niños excesivamente infantil y un tratamiento orquestal (figuraciones de flautas, maderas y cuerda) de una levedad inadmisible.

Como Gergiev es un artista de extremos, también hay caídas en el más vulgar efectismo, como evidencian los clímax dramáticos de la partitura (demasiado ruido en el nº 7, metales prepotentes en el paso a dos) y algunas de las danzas características, como la rusa (precipitada, brutal) y la española (con unas castañuelas que no se les ocurriría ni al más hortera director hispano). Si hubiera moderado un tanto semejantes excesos, Gergiev hubiera ofrecido una importante interpretación del ballet. Pero no parece que el maestro esté precisamente por la labor.

2 comentarios:

monse dijo...

La suite del cascanueces esta muy bien por Kna/Viena y Celibidache.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues la que a mí me parece la releche es la de Rostropoich con la Filarmónica de Berlín. Bueno, y la de Mravinsky, pero esa es una selección de acto I.

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