jueves, 3 de julio de 2008

Pedro Halffter: adhesiones incondicionales y odios viscerales

No estoy para nada de acuerdo con las llamadas “adhesiones incondicionales”. Por ejemplo, yo voto al PSOE porque su proyecto político es, en conjunto, el que está más en sintonía con mis propios ideales, pero no por ello puedo estar de acuerdo con todas y cada una de las actuaciones emprendidas por Zapatero y su gobierno, que mete la pata más de lo que me gustaría. Y viceversa, nunca he votado al PP y no creo que lo haga alguna vez, pero no dejo de reconocer la valía de varios de sus políticos ni de estar de acuerdo con ciertas propuestas concretas; es el caso del terreno educativo, sin ir más lejos, campo en el que algunos -y sólo algunos- de los planteamientos de los populares me parecen menos demagógicos y más sensatos que los socialistas.

Pues bien, al hilo de la entrevista que le realicé a Pedro Halffter y que acaba de aparecer publicada en Ritmo, me gustaría realizar una pequeña reflexión y dejar, al mismo tiempo, del todo clara mi postura sobre la actividad del músico madrileño en Sevilla. Aquí va: a mí me parece que ROSS y Maestranza están ahora mejor que antes. La orquesta ha subido claramente de nivel técnico y la programación del teatro sevillano ha alcanzado una variedad y un equilibrio mucho mayor. La etapa de José Luis Castro tuvo cosas muy buenas, pero -e independientemente de los malos modos con los que se le echó de su cargo- se necesitaba un cambio de rumbo que ha llegado con Halffter. La próxima temporada me parece un paso importantísimo en diversidad y en ambiciones. El presupuesto más amplio y la sintonía política con el gobierno central ayudan lo suyo, pero hay algo más: una nueva óptica que aspira no sólo a satisfacer la demanda de lo ya existente, sino también a abrir horizontes creando el interés y la necesidad de conocer autores, repertorios y obras concretas de gran calidad que en principio no cuentan con el respaldo del gran público. Creo, en definitiva, que la llegada de Pedro Halffter ha sido una suerte.

Ahora bien, puedo estar y estoy en desacuerdo con algunas cosas. Por ejemplo, con buena parte de los elencos seleccionados para las funciones operísticas. Con propuestas escénicas concretas. Con la falta de nombres verdaderamente grandes -no hace falta irse a los Barenboim, Muti y compañía- al frente de la Sinfónica, tanto sobre el escenario como en el foso. O con el apoyo a determinados personajillos tan mezquinos y mediocres como peligrosos. Por ejemplo. Y también puedo salir muy descontento de algunos conciertos dirigidos por Halffter, que me parece un director con talento y capaz de hacer verdaderas maravillas, pero también un músico irregular que no calcula bien sus fuerzas en un repertorio que quiere que sea muy amplio.

Por desgracia se siguen leyendo y escuchando opiniones que no son sino fruto de esas adhesiones incondicionales de las que hemos hablado. O de odios viscerales. La actitud de quienes sólo saben echar incienso ha quedado tan en entredicho que una reciente crítica, disparatadísima por sus desmedidos y ridículos elogios fuera de toda objetividad, ya está siendo el hazmerreir de los melómanos a nivel nacional. La gente no es tonta y muchos saben qué es lo que siempre pretende semejante tipo de plumífero: encarguitos, figurar o, sencillamente, el poder en el mundillo musical local. No soy el único en señalar el daño tan grande que semejantes circunstancias le hacen a la figura de Halffter, quien por cierto no parece hacerle ascos a semejante situación.

Claro que tampoco son creíbles los que siguen intentando -me temo que ya en vano- hacernos creer que este señor es un mal director y un pésimo gestor. Se puede estar en pleno desacuerdo con su proyecto, faltaría más, y se pueden ofrecer innumerables razones para estarlo: la ideología política de cada uno ha de apostar, lógicamente, por diferentes maneras de poner en práctica un proyecto cultural determinado. Ahora bien, lo que no se puede es afirmar que todo lo que se hace ahora en el Maestranza se hace mal y, cuando las cosas funcionan de manera indiscutiblemente positiva, perdonar la vida y poner las insuficiencias en primerísimo plano. Tampoco se puede valorar la batuta de Halffter en función del partido que le puso en el poder. Ni su gestión en general a partir de determinados desaciertos parciales ni de dinámicas no del todo transparentes. Ni menos aún culparle del fracaso de los artistas que contrata: ahí está el reciente fracaso del Don Giovanni, en el que Halffter ha cargado con las culpas que única y exclusivamente corresponden, en este caso, a Mario Gas y Antoni Ros Marbá.

En fin, a mí me parece que estas dos actitudes extremas son igual de ridículas y, desde luego, igualmente dañinas. Para quienes las adoptan, para quienes las sufren y, sobre todo, para la Música. Así nos va…. aquí y en todas partes, porque exactamente la misma situación se produce en el mundo musical de Gran Canaria en torno a la misma figura de Pedro Halffter. Sólo cambian los nombres que tiene alrededor y el partido que le puso en el poder. A ver si de una vez dejamos de confundir churras y merinas, aunque no parece probable: demasiados intereses en juego.

11 comentarios:

Pablo J. Vayón dijo...

La ROSS está mejor desde que llegó Halffter, no cabe duda, puede que ahora sea una de las 8 mejores orquestas de España.

El teatro está bastante peor.

Y, querido amigo, se te ha olvidado comentar que cuando llegó Halffter empezó también a llegar el dinero: en la orquesta se cubrieron las vacantes que llevaban años paralizadas (hasta les cambiaron las sillas y los atriles a los músicos) y sobre las obras de reforma y el aumento del presupuesto del teatro ya se ha dicho casi todo. Pero en los años de Halffter, el nivel vocal de las producciones operísticas ha caído muchos muchos puntos (mira el elenco del Julio César, por favor), sigue sin recuperar el ciclo de orquestas del mundo (y eso que ahora tiene más dinero) y la programación está (digamos, demasiado, por ser prudentes) vinculada a una determinada agencia artística, como creo que sabes.

En cuanto a lo del primer párrafo, lo siento de veras, pero algún día te caerás del caballo, tú también, como todos (salvo los de carnet, claro, que esos seguirán incrustados en la teta pública mientras dure).

[Si llegó el anterior comentario, no publiques este, claro. En cualquier caso, borra estos corchetes]

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

A ver, Pablo. Obviamente no estoy de acuerdo en que el teatro esté peor. Pero en lo demás que dices lo estoy en todo.

Orquesta: sí, sin duda una de las buenas de España. Me gustaría decir que está entre las cinco primeras, pero no me atrevo porque quizá no sea así. Durante estos últimos años sólo he podido escuchar con cierta regularidad a las orquestas madrileñas, y desde luego no creo que sean mejores que la ROSS, antes al contrario. Pero a juzgar por los discos y por algún concierto en directo, me parece que las orquestas de Galicia, Tenerife y Gran Canaria son mejores que la sevillana. La de Barcelona hace siglos que no la escucho, pero se dice que tiene ahora -no antes, desde luego- un estupendo nivel. Y de la nueva de la ópera de Valencia todo el mundo cuenta maravillas. Tampoco me gustaría olvidarme de la de Cadaqués, buenísima, de la de Granada y, aunque su naturaleza sea diferente, de la Barroca de Sevilla.

No se me olvida comentar, como dices, que cuando Halffter llegó comenzó a llegar el dinero: “el presupuesto más amplio y la sintonía política con el gobierno central ayudan lo suyo” escribí en la entrada. ¿No? Pero también dije que no es lo único. Creo que en la mejoría técnica de la ROSS influyen dos factores distintos. Uno es indiscutiblemente la renovación de su plantilla, y el otro el mimo que pone Pedro Halffter en cuidar la sonoridad de la formación. Al césar lo que es del césar. ¿Cuál de los dos tiene más peso? No tengo la menor idea.

El nivel vocal, ciertamente, ha caído muchos puntos. Yo mismo lo he escrito con frecuencia. Pero lo hizo ya en la etapa Panzavolta. El nivel vocal era antes altísimo en relación con el presupuesto manejado gracias a Giuseppe Cuccia, como todos sabemos, que por lo demás era un señor de gustos musicales ultraconservadores. La única vez que hablé con él me dijo que mientras él estuviera en Sevilla no se haría Lulu. Precisamente gracias a la Panzavolta pudimos ver dos títulos maravillosos como Simon Boccanegra y La zorrita astuta, que al italiano jamás se le hubiera ocurrido programar. Y con Halffter ya sabemos lo que ha venido. La caída del nivel vocal es un problema grave, desde luego, pero personalmente creo mucho más importante empezar de una vez a programar Janácek, Zemlinsky, Berg y Busoni (¡y Haendel!) después de un par de lustros muy escorados hacia el repertorio más manido, que disfrutar de I puritani con elenco de lujo o recuperar Alahor in Granata con Juan Diego Flórez. Opinión discutibilísima pero que no me avergüenzo de escribir.

La ausencia de las orquestas de primera es una pena, pero cuando vinieron lo hicieron exclusivamente por la iniciativa privada de Alfonso Aijón quien, como él mismo declaró en televisión, salió escaldado de la experiencia. El Maestranza jamás ha tenido presupuesto para traerlas.

Y del tema de las agencias artísticas nunca he pasado de puntillas. Yo mismo escribí hace tiempo (http://www.filomusica.com/filo68/f1.html) que “una importante proporción de artistas por él contratados (cuatro de los once directores y tres de los ocho solistas instrumentales) se encuentran directamente vinculados Musiespaña, la agencia dirigida por Humberto Orán y a la que el propio Halffter pertenece”, en referencia a la temporada 2005/2006 de la ROSS. No recuerdo, puede que me equivoque, que algún otro medio haya citado datos tan concretos. Claro que de agencias bien sabía el Maestranza en tiempos de Cuccia, ¿a que sí? Y saben ahora en Real, el Liceo y hasta el Villamarta. El tema es sustancioso: a ver si saco tiempo para escribir alguna entrada sobre ello.

Ah, en cuanto a la cosa política, es posible que algún día me caiga del burro, pero de momento me siento muy orgulloso de aspirar a ser un presunto rojo años setenta totalmente pasado de moda, con mi ropa de pana y todo, aun sin frecuentar cineclubs para debatir sobre cine político y careciendo de barba poblada: mi escasa testosterona no me la permite, y además debe de picar bastante en la cara.

Pablo J. Vayón dijo...

Con la orquesta hay varios problemas: que suena bien cuando la dirige Halffter. Con la mayoría de los invitados, se desmanda. Y falta un concertino titular, claro.

El teatro tiene hoy más medios económicos y es más moderno, pero artísticamente sigue dando tumbos, pese a los aciertos con Lulú, Schreker y Zemlinsky (¿y por qué ese énfasis con el repertorio alemán de la época? ¿Programa Halffter para la ciudad o para sí mismo?). Es obvio que se ha entrado en una etapa de programación distinta (sin exagerar, ¿eh?) y creo que necesaria. Castro estuvo obligado a crear un repertorio (la tradición se había roto en Sevila en los años 50). Por tanto, la pregunta correcta me parece que debería ser: ¿ese cambio en la programación se habría dado en mejores condiciones con el anterior equipo, experimentado y que para el año 2004 funcionaba como un reloj? Yo pienso que sí y eso no significa menospreciar el trabajo de los actuales gestores, pero la pérdida de atractivo del teatro para los cantantes y el descenso del nivel de los elencos en estos años es evidente para cualquiera que mire la realidad sin anteojeras. No sé cuánto se tardará en recuperarlo.

Y, por último, lo que no termino de entender es cómo sintiéndote un rojo setentero con chaqueta de pana y barba frondosa, votas a estos insufribles posmodernos de visa oro y ultracorrección a la americana.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Efectivamente, mejor que despedir de muy mala manera a José Luis Castro hubiera sido que, además de ofrecerle un mucho más sustancioso presupuesto, él mismo se hubiera decidido a dar un cambio muy serio de orientación a su programación. Un cambio que inició timidamente con la ayuda de la Panzavolta, por cierto una excelente profesional, pero que no fue lo suficientemente claro.

Ahora bien, el bajón de calidad vocal se dio con la marcha de Cuccia, eso creo que lo reconocemos todos. Halffter debía haberlo vuelto a subir, pero hasta ahora no lo ha conseguido en absoluto. Confiemos en que lo empiece a lograr en la próxima temporada.

Pablo J. Vayón dijo...

¿El editorial de Ritmo quién lo ha escrito (si puede saberse)?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues supongo que lo habrá escrito nuestro redactor jefe, Pedro González Mira, que asistió a la tercera función del Zemlinsky. Obviamente estuvo bastante de acuerdo con lo allí escrito, y no porque se trate de Ritmo: si estuviese escrito en "Libertad digital", cosa bastante improbable, también estaría de acuerdo. Habrá gente que lo no esté, y eso será un alivio: mala cosa si todo el mundo pensase igual.

Por lo demás, creo que mi postura en todo este asunto está clarísima con lo que llevo escrito en este blog. Espero seguir disfrutando de la libertad de decir lo que realmente pienso a pesar de que los sectarios de uno y otro bando -en el tema Halffter y en cualquier cosa de la vida- no duden a la hora de censurar a quienes no estén de acuerdo con el cien por cien de sus opiniones.

Ah, mil gracias por tu participación. :-)

Pablo J. Vayón dijo...

¿Y la campaña contra Halffter que dice que hay dónde la ha visto?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Uy, asunto espinoso que puede traer cola. Hasta ahora creo haber sido respetuoso con mis compañeros y sus opiniones, salvo con ese “pelota número uno” que no merece sino el más absoluto de mis desprecios no por su ignorancia (cada uno sabe lo que puede), sino por su afán de protagonismo que le lleva a dar codazos a sus colegas, por apuntarse al carro de la modernidad (y ahora de la zarzuela, y de lo que haga falta) porque le conviene, por la pedantería y egocentrismo con las que redacta sus Notas (sic, con mayúscula) y, sobre todo, por su manera de escribir críticas plagiando cualquier enciclopedia para luego llenar tres líneas con elogios desmedidos hacia quien le llena los bolsillos con multitud de encargos.

Los demás, todos los demás, por muy en desacuerdo que esté con algunas vuestras ideas o actuaciones, merecéis el mayor de mis respetos y siempre, insisto en que todos los demás sin excepción, me podéis aportar mucho en el terreno profesional. Por ello no me apetece hurgar en el asunto.
Pero claro, me preguntas sobre si yo he visto esa presunta campaña y no me puedo callar: hacerlo sería ir en contra de lo que yo mismo he ido predicando sobre la necesidad de escribir lo que uno realmente piensa, y no lo que le conviene en cada momento.

¿Acaso la he visto en el manifiesto contra el nombramiento de Halffter que firmasteis siete críticos y que luego alguien publicó como una “declaración conjunta de la prensa musical sevillana”, aun cuando habíamos otros siete que no lo hicimos, o incluso no sabíamos de su existencia? ¿Quizá en las críticas de un querido y sabio compañero, al que aprecio en lo personal, en las que todas, absolutamente todas las valoraciones de los espectáculos dirigidos por Halffter han sido fundamentalmente negativas, e incluso ha llegado a escribir que carece de técnica para dirigir una orquesta? ¿O tal vez en las crónicas para la prensa nacional de un amigo, con el que espero seguir yendo de vez en cuando a la playa para tomar pescaito frito, en la que se subrayan con frecuencia los aspectos menos brillantes de las funciones operísticas, y en las que incluso se hace pasar por fracaso un éxito como el de Lulu, ese título que presuntamente el público sevillano no estaba preparado para ver? Lo siento, no me parecen acertadas ninguna de estas actuaciones. Se lo dije en privado en su momento a aquellos con quienes tengo más confianza, y lo digo ahora en este medio semi-público.

Ahora bien, ¿es todo ello una “campaña” contra Halffter? Pues no lo sé; en cualquier caso lo que he visto o creo haber visto lo acabo de decir, como también he visto otra cosa bien distinta: represiones a la crítica musical tanto en Sevilla y como Jerez. Otro asunto del que habría mucho, muchísimo que hablar. Pero volviendo al tema, lo que está claro es que quien ha escrito esa editorial de Ritmo, a tenor de lo que debe de haber leído a lo largo de estos años, sí cree que existe esa campaña contra Halffter, una presunta campaña que “está demasiado sujeta a cuestiones espurias al concepto y demasiado atentas al contexto” (sic). Y escribe en consecuencia.

Pablo J. Vayón dijo...

Algunas puntualizaciones:

1) El famoso manifiesto iba dirigido contra una política (la de Marset) y no contra Halffter (aunque su nombramiento, y sobre todo la forma en que se produjo fuera desde luego el detonante) y se pasó a todos los críticos que escribían por entonces en los medios de prensa de la ciudad. (Las filtraciones de los borradores -que eran eso, borradores- fueron tan penosas para quienes lo firmamos como debieron de haber sido vergonzosas para quien desempeñó el papel de Judas).

2) Ese primer crítico al que te refieres ha elogiado la labor directorial de Halffter en muchas ocasiones, ni más ni menos que cuando le ha parecido que tenía que hacerlo (en Zemlinsky, sin ir más lejos) y como no caigo en quién pueda ser el segundo (el del pescaíto frito) no puedo conocer sus motivaciones.

3) Partiendo sólo de eso, me parece que hay una base un poco pobre para deducir que existe "una campaña" contra Halffter, ¿no crees? Hablar de "campañas" es hacerlo de maniobras oscuras, de conspiraciones, de conciliábulos secretos para manipular la opinión de la gente, y hay que estar muy seguro de que algo así está ocurriendo para escribir sobre ello. No entiendo cómo el señor González Mira (si es él el editorialista) puede escribir alegremente de algo así por pasarse tres o cuatro veces al año por el Maestranza. Es curioso que yo, conociendo a todos los críticos sevillanos, siendo amigo de algunos y reuniéndome a menudo con ellos no me haya dado cuenta de que se planeaba una campaña en contra del director del teatro, con el que además todos colaboramos de una u otra forma. Para escribir sobre algo así hay que tener datos, a partir de los cuales se pueda construir un relato creíble y sólido, apoyado en certezas, no es cuestión de creencias, ni de fe.

4) Y, por último, lo del concepto y el contexto, me lo expliquen, please.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Me parece que a todo esto solo te puede responder el editorialista, pues yo con el contenido de esa editorial no tengo absolutamente nada que ver aunque, como digo, en líneas generales estoy bastante de acuerdo. Mi postura ya la he dejado clara y no necesito decir nada más.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Se me olvidaba: creo que el crítico al que me refiero que ha hecho casi, casi todas las críticas negativas sobre Halffter no es aquél en el que piensas. Pero, la verdad, a partir de ahora lo que tenga que opinar sobre la labor de terceros que sí merecen mi consideración -no sobre los impresentables- prefiero hacerlo cara a cara frente a ellos. Por eso, y como ya he conseguido dejar clara mi postura, sobre este asunto pongo punto final en el blog. Prefiero hablar de cosas más divertidas. Saludos.

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