Primer volumen de los tres dedicados a la música orquestal de Richard Wagner de la nueva edición Otto Klemperer de Warner, grabaciones toda ellas de 1960 realizadas en el Kingsway Hall, siempre con la Philharmonia Orchestra.
La obertura de Rienzi encuentra una soberbia mezcla de cerebro, técnica y emoción en una lectura admirablemente planificada, dicha con entusiasmo –el maestro se permite incluso algún momento extraordinariamente encendido–, de grandeza ajena a la retórica y con un tan sobrio como sincero vuelo lírico. Dicho esto, me quedo con la versión de Karl Böhm con la Filarmónica de Viena, más noble y elegante.
La de El holandés errante recibe una impresionante recreación llena de fuerza, tensión y carácter visionario, con una cuerda encendida a más no poder y unos metales rugientes que poseen un muy adecuado punto de aspereza. La orquesta alcanza una plasticidad asombrosa, tratada como siempre con una especial atención a las maderas. Estas últimas, por descontado, resultan esenciales para destilar el sarcástico sentido del humor del maestro cuando aparece el tema de las hilanderas.
No hay rastro ni de misticismo ni de despliegue orgiástico en Tannhäuser, pero la fuerza expresiva y la solidez constructiva de esta tan discutible como genial versión, soberbiamente tocada y de una claridad pasmosa, resultan fascinantes.
El preludio del acto I de Lohengrin vuelve es otro prodigio de arquitectura, increíble planificación horizontal de tensiones en la que se alcanza una extraordinaria fuerza interna sin forzar nunca el discurso. Y también de planificación vertical, todo ello desplegando unas riquísimas texturas plateadas. Y, eso por descontado, aunque la sonoridad sea bellísima, se encuentra está muy lejos de lo dulce. Falta quizá un punto de carácter visionario en el clímax.
¿El sonido? Muchísimo mejor que antes, pero creo recordar que el SACD japonés que circuló no hace mucho sonaba todavía de manera más increíble para la época.
2 comentarios:
La verdad es que la obertura de Tanhausser me parece modélica e incluso visionaria porque la plantea desde el equilibrio y claridad estructural sin que decaiga la tensión por ello en ningún momento, sin que el discurso quede irregular. Es tan aplastante la propuesta que resulta impecable. Que no es la visión acostumbrada? Posiblemente. Pero no por ello es menos fascinante. Seguramente no hay interpretaciones parecidas porque es muy complicado conseguir lo que esté malhumorado director logra.
Creo que es así exactamente, sí señor. Gracias por compartir las impresiones.
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