Klemperer grabó Muerte y transfiguración de Richad Strauss al frente de su Orquesta Philharmonia entre octubre y noviembre de 1961. La arquitectura es impecable. La claridad, impresionante. Tremenda la
tensión dramática. Por desgracia, el proverbial rechazo del de Breslau
de todo lo que signifique sensualidad, delectación y magia sonora
termina desequilibrando una interpretación espléndida en los momentos
más escarpados y terribles de la página –en absoluto puede hablarse aquí
de “director distanciado”– pero alicorta cuando tiene que resultar
lírica o espiritual. A la transfiguración le falta elevación poética,
aun siendo encendidísima en su clímax.
El disco original, y su reedición por Warner Classics, se completaba con la sobrenatural Metamorfosis, registrada en noviembre de 1961. De nuevo Klemperer se aparta de todo lo que signifique sensualidad, atmósfera o decadentismo para construir una interpretación eminentemente arquitectónica, un monumental edificio en la que las tensiones se extreman y se ponen en primer plano alcanzando momentos de extraordinaria intensidad, lacerantes a más no poder e incluso al borde de la desesperación, pero sin perder la más absoluta sobriedad, ni la pureza de las líneas ni el equilibrio polifónico. ¿El resultado? Una versión “rara”, pues, nada otoñal y muy moderna, que fascina al tiempo que resulta discutible en su planteamiento.
Tras el reprocesado de 2023, Metamorfosis suena increíblemente bien, como si estuviera grabada ayer mismo. ¡Qué cuerda grave! Muerte y transfiguración, por desgracia, no logra eliminar por completo la distorsión tímbrica del original.
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