sábado, 25 de marzo de 2023

Barenboim frente a Onofri

Esta pequeña entrada viene del hilo de esta otra anterior.

Sinfonía nº 44 de Haydn en versión de la Orquesta Barroca de Sevilla dirigida por Enrico Onofri, sobre la edición de la partitura conservada en la catedral hispalense. 

Me gusta el primer movimiento. El segundo me parece un tanto banal. El tercero no me hace ninguna gracia: fraseado a saltitos, coqueto y trivial, ligero en la forma y en la expresión. El cuarto me resulta innecesariamente convulso, agresivo y desafortunado. Tampoco me hace mucha gracia el sonido áspero de la cuerda. Estupendo el clave de Alejandro Casal.

Barenboim y la English Chamber Orchestra. Menuetto algo rígido y soso. Movimientos extremos llenos de fuerza, pero sin salirse de madre. En cuanto al Adagio... Justo antes de escribir esta entrada he querido realizar una confirmación poniendo seguidos el de Onofri/OBS y el del de Buenos Aires. En cuanto comenzó este último se me han humedecido los ojos: todo el vibrato que ustedes quieran, pero ¡qué belleza, qué vuelo lírico, qué hondura, qué manera de hablarnos del ser humano!

¿De verdad que hay gente, muchísima gente, que prefiere lo del primero a lo del segundo? ¿No será que cada vez se buscan más el efecto inmediato y el toque decorativo, que se está perdiendo la capacidad de concentración y que se tiende evitar toda música que “haga pensar”?

5 comentarios:

xabierarmendariz88 dijo...

Pues yo creo que lo que pasa es que, poco a poco, como las interpretaciones con los criterios de Onofri se están volviendo más comunes, el público “se está acostumbrando” a escuchar la música de Haydn y Mozart tocada de esa manera. ¿Que además resulta que quitamos a la música algo de su peso y entonces resulta más apta como fondo musical? Bueno, puede ser, aunque los defensores del historicismo te dirán que los movimientos rápidos ganan en fuerza y en impacto, respecto a las versiones tradicionales, que resultarían según ellos fofas y sin interés.
Y yo creo que es sobre todo una cuestión de costumbre y que, como tanto crítica como público tiende a favorecer a los intérpretes historicistas con ideas más radicales, el común de los espectadores no escucha otras alternativas. Hace no tanto tiempo lo sorprendente era el Bach de Harnoncourt…

Javier dijo...

No estoy muy acostumbrado a leer las críticas del Diario de Sevilla. En la de Juan Ramón Lara adjuntada en la entrada anterior, se le cambia el apellido (por dos veces) al maestro de capilla Francisco Hernández Illana. Respecto a lo apuntado por Xabier Armendariz, creo que tiene mucha razón.

Javier dijo...

Y por cierto Fernando, al final va a tener usted razón en el asuntillo de las redes clientelares.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Un viejo amigo muy metido en el mundillo y muy, muy amigo de muchos artistas y críticos, el otro día me daba unas opiniones francamente duras sobre mi blog, pero al final me terminó reconociendo que sí, que las redes clientelares son tremendas y que no hay casi nadie que se escape. Yo te contrato, tú me contratas, yo te traigo y te llevo, yo te llamo para tal cosa, tú cuentas con este amigo mío, nosotros escribimos aquí y que nadie más entre aunque tengamos que repetir la crítica en varios medios... Entiendo que hay dos posturas sobre la situación: mirar hacia otro lado o denunciar abiertamente.

Mireia P.B. dijo...

En las criticas a la ópera estrenada en el Liceu, Alexina B. , el director del coro de voces blancas, el gran Oscar Boada...fue rebautizado como "Cesar" y como "Ramón"...
Ahora no recuerdo los medios, pero "profesionales".

Y el maestro Boada peina canas y su coro tiene mas de 30 años de intensa vida musical y una Creu de Sant Jordi!

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