sábado, 21 de noviembre de 2020

Vers la flamme: el último Scriabin de Ashkenazy

Me habían dicho que este disco, grabado por Decca en 2014 con tecnología excepcional –en streaming HD es para caerse del asiento–, resultaba irregular en lo artístico. Que había momentos en los que Vladimir Ashkenazy estaba formidable dentro de esa plena compresión del universo de Alexander Scriabin que demostró hace ya muchos años en sus registros de las sonatas, y que había otros en los que el pianista ruso evidenciaba una merma en sus habilidades digitales y despistes en lo interpretativo. A mí no me lo ha parecido así; reconozco que en más de una pieza al maestro parece precipitarse un tanto, o al menos no poseer toda la concentración deseable, y que en alguna otra de particular “rareza” –Estudio nº 1 de su Op. 42– los dedos no parecen estar del todo cómodos, pero globalmente me ha parecido un disco muy notable. E interesantísimo.


Porque lo que tenemos aquí es una serie de piezas breves para piano, no grabadas por el de Gorki con anterioridad, que en su presentación estrictamente cronológica nos permiten realizar un sugerente recorrido que comienza con una estética muy heredera de Chopin, continua hacia el romanticismo más exuberante y luego camina hacia la esencialidad y la desmaterialización dentro de eso que algunos han denominado “impresionismo ruso”, otros encontramos más bien vinculado al pensamiento simbolista, y que probablemente no admita ninguna etiqueta: tan solo Scriabin. El de una primera y última madurez, habría que matizar, porque el artista falleció en 1915 a los cuarenta y tres años de edad. ¿Cómo hubiera evolucionado tras al contacto con las nuevas vanguardias? Nunca lo sabremos.

No todas las piezas aquí registradas tienen la misma calidad, pero  siempre se disfrutan mucho, sobre todo estando tan bien interpretadas y grabadas. La que da nombre al disco, Vers la flamme, es estupenda; más larga que el resto y de texturas sinfónicas, por cierto, porque al parecer se planeó como obra orquestal. De propina se incluye una brevísima página del hijo del compositor, Yulian, escrita con tan solo diez años. Falleció poco después.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Fernando:
Creo que hubiera sido una buena idea incorporar los títulos de las piezas interpretadas.
Un abrazo.
Juan Zaragoza.

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